XIII. ¡Aún no me voy!

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Rose.

Me paso un tiempo fuera y pasa todo esto, no, no es posible. Ahora todo me parece un volcán en erupción, destruyendo todo a su paso sin saber cuando explotará; tan irónico pero cierto.

Hola! llamo a Paty pero calla.
¿por qué?

Patricia, respóndeme. En 20 minutos estoy en tu casa ok. algo anda mal. En sochozo muy raro escucho una negación.

Patricia.

Mi cuerpo yase sobre la cama.  No tengo ánimos ni para levantar el meñique. Ok es absurdo, pero no viene al caso.
Quiero saber por qué me ponen pruebas; que me estoy ahogando joder. — venga por favor no seas exagerada — ¿cómo? Pensé que habías desaparecido, que incrédula. Siempre imprecisa y entrometida — necesito decirle lo que pienso aunque me refiera a mí; pues sí, mi subconciente ha regresado.

Escucho el timbre de la puerta sonar, abuela abre la puerta. La dulce voz de mi ancianita recibe a la persona que no podré ver a los ojos, esos ojos color miel.

— Está en su habitación, no ha salido desde que amaneció, no ha comido tampoco, tal vez puedas ayudarme. — pero que es esto, mi abuela le da un parte resumido a Rose, que conociéndola, entrará por esa puerta con mirada punsante.

La puerta se abre y mi amiga da un paso al interior de la fría habitación. La observo desde mi posición, estoy acostada alrevés a la cama y la cabeza cuelga hacia abajo.

— ¡Pero Patricia, que caos tienes!

— En estos momentos no todo gira en torno a la perfección pero gracias.

— ¿Sabes que está pasando con esta actitud negativa? Todas las personas que te amamos, que hemos estado desde siempre; nos estamos consumiendo — dice con todo fuerte sin dejarse caer, mientras por su mejilla se escurre una pequeña lágrima.

Me limito a decir algo, en estos momentos soy un alma inestable.

Para ponerlos en contexto; estoy en una fase que no tiene vuelta atrás, necesito un transplante de médula, de echo necesito un milagro, mis familiares no son compatibles. Pues sí, triste, desgarrador, pero no vivo a espaldas de la realidad.
Justamente ese realismo es el que le molesta a Rose, y no sólo a ella, a todos; pero mientras más pronto lo acepten mejor.

Un sabor salado puedo sentir en la comisura de la boca, lagrimitas que se desprendieron, no las había sentido, hasta ahora.

— ¿No dirás nada? ¿seguirás callada? ¡Patricia! — exige una respuesta, pero que le puedo decir.

— ¡Lo siento! — ya está, me disculpo por aceptar que sufren más mi lenta muerte que yo misma.

... la muerte, la muerte no es más que el hola que le damos a la vida desde el dolor...

Mi móvil suena, y ese tonto tono que tiene nos hace despertar de toda nuestra mente.

David, el chico de cabello azul, intercambiamos números, todos los días y a toda hora escribe, no le presto atención, ¿para qué?, no tengo tiempo para nada y menos para hombres, la verdad es un poco intenso, ahoga.
Lo dejo en visto, en entregado por días, pero da igual lo que haga, él continúa.

— ¿Quién es? — la curiosa como siempre.

— Nadie, — aunque, debería de decirle para que vea que no solo me la paso en mi habitación, — bueno, un chico, es muy intenso y tóxico se podría atildar, pero es mono — he dicho la verdad.

— Hmm, que bien, ¿me muestras?
— vuelve a sonar el móvil. — le digo que no tiene foto de perfil.

— Pero venga respóndele. — ahí está de mandona, que tal si no quiero.

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2023 ⏰

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