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El día siguiente transcurrió con normalidad, desayunaron juntos y luego pasaron todo el día en el mar.

La playa era el lugar más relajante para ambos, se sentían muy felices de poder relajarse y disfrutar el tiempo juntos.

Ahora, Jeongin estaba sentado en la arena haciendo garabatos en ella, mientras Hyunjin se había ido a nadar un rato.

Después de unos segundos una idea llegó a la mente del peliazul, se levantó, buscó una ramita y se acercó a la orilla del mar.

Dibujó un gran corazón y dentro de él escribió las iniciales de Hyunjin, y las de él mismo. Sonrió como si fuera lo más lindo del mundo, aunque para él, un poco lo era.

Se sobresaltó cuando sintió una mano en su cintura, y el rostro de Hyunjin acercarse al suyo.

— "Hay una leyenda que dice que cuando dos enamorados escriben sus nombres en la arena, el mar los guarda, y si su amor es verdadero, algún dia las olas devolverán esos nombres para que ellos puedan volver a encontrarse".— escuchó su voz casi en su oído, y sonrió tímido.— Las olas tendrán que devolver nuestros nombres, porque nuestro amor es verdadero, ¿no es así?— volvió a hablar cuando vio las olas borrar lo escrito por el menor.

— ¿Conoces la leyenda? Creí que estabas nadando, no sabía que vendrías...— murmuró apenado por la situación.— De igual forma, espero que así sea, Hyunie, porque para mí si lo es.— se giró para quedar frente a él, y se escondió en su pecho.

— Así será, porque cada día te quiero y me gustas más, mucho más.— bajó su vista hasta el más bajo y tomó su carita, alejándolo un poco de él para poder verlo. 

— Igual que tú a mí, amor.— de inmediato sintió su rostro volverse rojo, y rió avergonzado, no sabía de donde había sacado valentía para llamarlo así.

El rostro de Hyunjin se iluminó y sonrió sin poder disimularlo, le había encantado ser llamado de esa manera por el peliazul, siempre eran diminutivos de su nombre, y poco apodos, por lo que ahora su lado más débil estaba derritiéndose ante él.

— ¿Amor?— soltó una risita, no pudiendo contener su felicidad.— A ver, dilo de nuevo, dilo de nuevo.

Jeongin era un tomate en persona, golpeó levemente el hombro del rubio y suspiró apenado.

— Amor, amor, amor. Me gustas.— murmuró cerca de su rostro y luego le robó un beso, antes de salir corriendo hasta el mar y dejar a un Hyunjin embobado.

El mayor sonrió en grande, para después salir corriendo detrás de Jeongin, y abrazarlo por la espalda.

Depositó un dulce beso en su cuello y hundió su nariz en su cabello para olerlo, el peliazul aún no entraba al agua, por lo que el olor a champú aún seguía en él, al igual que el olor característico a fresas que siempre tenía.

— Hey, no estamos en un omegaverse.— se burló el menor.

— ¿Quién dice que no?— le sacó la lengua, y el más bajo rió rodando los ojos.

Se mantuvieron unos segundos en silencio hasta que el rubio decidió hablar de nuevo.

— Fue muy lindo lo de las iniciales en la arena.— sonrió girándolo para verlo.— Y también que me dijeras amor.— mordió su labio.

Jeongin jugaba con sus manos, aún avergonzado, pero sonrió de lado, estaba muy feliz de estar donde estaba.

— ¿Tú igual crees que nuestro amor es verdadero?

— Totalmente, bebé.— apretó levemente sus mejillas teñidas de rojo y soltó una risita.

El más bajo sonrió, tan cómodo y tan feliz que a veces llegaba a pensar que todo eso no era real.

¿Qué había hecho para tener a alguien tan lindo como Hyunjin? No sabía, pero estaba completamente agradecido.

Y el mismo pensamiento pasó por la cabecita de Hyunjin.

Quien lo diría, tan destinados como describían las viejas escrituras al amor.

Blonde Hair ➳ HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora