Capitulo V

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—Y así de cerca estaba, lo hubieras visto era realmente sorprendente, sus manos... somos realmente similares...

—Señorita Zoe, sé que está emocionada pero por si se le ha olvidado hoy llega el Santo Padre, necesito terminar la comida para Su Majestad ¿acaso no tiene que ayudar a la princesa?

—Aún es temprano, la ceremonia de bienvenida es hasta la tarde y a la princesa Frieda no le gusta que le molesten temprano.

Niccolo no sabía cómo deshacerse de ella, llevaba toda la mañana comiendo lo que podía de la cocina y lo menos que quería oír era sobre esa criatura, a nadie más le agradaba su llegada que al mismo rey los empleados no tenían de otra que conformarse, las leyendas a su alrededor eran terribles que nadie quería escuchar, además tenía demasiado con hacerle de comer a la colección de bestias de su majestad como para que llegara otro.

—Y... ya le ha dado de comer a la criatura, digo... usted es el que lo cuida junto con el padre Zakarius.

—No... Estaba esperando que lleguen los barriles de pescado fresco, le dije a los lacayos que lo trajeran del puerto todos los días.

—¿Pescado? El conde de Orvud vino más temprano y junto con tres mosqueteros se llevaron los cinco barriles de pescado fresco.

—¿El conde? Pero pase temprano por ahí y no vi nada.

—No sé, pero el conde llego temprano e igual se llevó su ración diaria de manzanas para su corsel.

Hange tomo gran suspiro, había perdido su tiempo en la cocina cuando pudo ir a hablar más con la criatura. Salió apresurada del lugar no sin antes meterse dos papas en la bolsa del vestido, misma que ella se había cocido. Niccolo ya no tuvo tiempo de reclamarle.

—Hange—el susurro de Nanaba detrás de una de las puertas de madera que llevaba hacia los establos hizo que parara su correr.

—Nana, pensé que seguías durmiendo.

—Como si pudiera  además la reina me pidió que fuera temprano para arreglarla.

—De acuerdo, entonces te veo en la noche.

—¿Cómo que en la noche? —la sostuvo del brazo antes que saliera corriendo —tienes que estar en la ceremonia del santo padre, eres la acompañante de la princesa.

—La princesa Frieda me dio el permiso.

—Pues la reina me dijo que te prepara bien para la ceremonia, quiere verte ahí, no está en discusión, te hable para decirte que te quiero antes de las doce para tu baño, hueles a pescado no puedes ir así.

—Como si esos hombres se bañaran...

—Shhh... —Nanaba le tapo los labios —quieres que nos corten la cabeza. Como sea solo te vine a decir eso ya me tengo que ir.

Cuando al fin se había ido, Hange corrió por los pasillos del palacio evitando los principales o no la contaría, cuando al fin llego en el gran jardín paro su paso estaba emocionada de volver a verlo ¿qué le enseñaría hoy? pero mientras más se acercaba un par voces pudo escuchar dentro, miro alrededor no había ningún caballo o carrosa.

—Aún no está permitida la entrada a los visitantes —se acercó cada vez más lista para sacar a aquel que invadiera el lugar pero se detuvo, los terrenos del rey no son fáciles de penetrar así que alguien con permiso debía estar ahí, si llegaba y armara un escándalo la destituirán de su lugar con la princesa y ver a la criatura ya no será posible.

Se adentró en el bosque de su alrededor, mataría el tiempo mientras se retiran pero al quedar más cerca esa voz se le hizo familiar, ¿era Erwin?

—Yo vi esos trazos, la ruta estaba mal no debieron encontrar nada ahí —se escuchaba enojado —¿cómo sucedió esto?

La Sirena que Quería el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora