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#Lauren

Austin de Koe Wetzel inundó mis oídos al ingresar al casino, fijé la vista en la entrada recién lustrada y sonreí apenada, mis sandalias se encontraban manchadas de barro al igual que parte de mis pies ya que, Kendra tuvo que dejarme unas cuadras antes y la tierra mojada por las lloviznas seguía fresca.

- ¿Qué haces aún parada allí? - preguntó una de las chicas que trabajaba junto conmigo poniéndose delante de mí.

- No se me ocurre como entrar - respondí apenada sin separar la vista de mis sandalias enlodadas.

- Oh cariño... ¿Eres nueva aquí no?

- Algo así...

- Estos accidentes son muy usuales, una toallita húmeda y ¡Voilà! - entonces ella abrió su bolso y comenzó a buscar un pequeño empaque que posteriormente me ofreció -. Eres pálida para ser texana querida ¿De dónde eres?

Recordé mi hogar original, el real, no Londres, el calor era similar a este, las tardes eran soleadas y la naturaleza era verde y fresca.

- En realidad nací en un lugar cálido como este pero, me fui por un tiempo a Londres y bueno, el clima...

- ¡Londres! Siempre quise irme por Europa, jamás he salido de este pueblo - parecía entristecerle la idea -. Luego me contarás de todas tus aventuras.

Parecía alguien agradable, tal vez ella y yo podríamos llevarnos bien en un futuro.

- ¡Limpiate los pies querida! - se limitó a decir a modo de despedida ella.

Decidí irme un poco lejos para poder hacerlo, sería raro que lo hiciera en la entrada, en la parte trasera generalmente no había nadie y el ingreso por la cocina era más cómodo para mí.

- ¡Hola pelirroja! ¡Hola! - saludo el cocinero una vez que ingresé a la cocina sintiéndome limpia y renovada.

- ¡Hola Thierry! - me limite a decir dirigiendome a mi lugar de hoy, la barra.

En realidad no sabía mucho de bebidas alcohólicas, nunca había probado una en mi vida hasta venir al mundo humano, donde inicié mi recorrido. Bill fue muy bueno conmigo en ese sentido, me enseñó como preparar mojitos, margaritas y whisky a las rocas entre otros, solía confundir las botellas y aún así él, era un jefe comprensivo.

- ¿Lista para hacerlo sola hoy? - preguntó Bill desde el otro lado de la barra con su característica sonrisa.

- ¡Lista señor! - respondí nerviosa.

- Y... ¿Kendra no te trajo el día de hoy? - dijo un Bill sonrojado de pies a cabeza con la mirada puesta en la entrada del establecimiento.

Lamentablemente, Kendra no podría pasar por el casino durante un buen tiempo porque, había iniciado su semestre en la universidad nuevamente. Ella había considerado mudarse al campus pero, su madre se negaba a aceptar la soledad en la que su hogar se fundiría cuando su única hija y compañera partiera lejos.

- No... Ya sabes, las vacaciones terminaron y debe volver a la universidad.

- Joder, creo que no la veré en mucho tiempo - Bill había cambiado su expresión a una de tristeza en unos pocos segundos - Dile que la extraño... ¡No! Solo dile que le deseo suerte... ¡No! Mejor no le digas nada.

Era definitivo, esos dos estaban completamente flechados el uno por el otro, no necesitaban ser lobos como yo para amar y desear a alguien con la intensidad en la que lo hacían, podían elegir libremente a quien amar.

- No le diré nada entonces - respondí con una pequeña sonrisa.

El lugar fue llenándose poco a poco con los habituales clientes, entre los que se encontraba la madre de Kendra y mi casera, y los habituales turistas que solo venían a curiosear, una jornada amena hasta mucho más tarde cuando fuera del local se pudo escuchar el fuerte sonido de motores rugiendo furiosamente.

Juntos | BL [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora