El Omega del Yakuza 7

1.9K 150 34
                                        


Un día más


Al abrir los ojos pudo ver a lo lejos la hora que marcaba un reloj despertador de la mesa de noche junto a la cama, eran casi las 10 de la mañana.

Demasiado tarde para despertarse en el mundo real, pero no estuvo en el mundo real, no por lo menos en los últimos 7 días, aunque tan pronto despertó, supo que todo había terminado.

Ya no se sentía en celo, ya no sentía tampoco las feromonas de Eijirou, no supo cómo reaccionar ante eso, por una parte, iba extrañar ese placer exorbitante, por otro lado, no creía ser capaz de continuar con aquello un día más.

Estaba exhausto, su cuerpo entero suplicaba por un respiro, pero no le molestaría en lo absoluto vivir una vez al mes días así, lo que había vivido en aquella habitación secreta fueron las horas más placenteras de su vida, hasta ese momento.

Sonrió ligeramente al saber que tendrían muchos más ciclos de celo que vivir juntos, obviamente iba a preparar algo especial para la próxima vez.

Sentándose en la cama, vio a Eijirou profundamente dormido, se acercó para acomodarle el cabello que caía sobre su rostro, ya lo conocía de memoria, ese rostro varonil y tierno a la vez lo había besado mil veces, lo había acariciado con sus manos tanto que podría reconocerlo con los ojos cerrados.

Sin embargo, cada vez que lo veía sentía nuevamente la emoción de encontrarse con algo maravilloso, estaba tan complacido de saber que Eijirou le pertenecía por completo como de saber que aquello era mutuo.

Cualquier atisbo de duda qué hubiera existido en su corazón había desaparecido, pensaba darle un beso tierno, dejarlo descansar y mientras despertaba, tomar una ducha y hacer el desayuno después.

Ya no debían estar ahí, su celo había terminado, pero quería preparar un último desayuno en esa intimidad antes de salir al mundo de nuevo.

Pero tan pronto como poso sus labios sobre la frente de su Alfa, este lo aprisionó en sus brazos y se posó sobre su cuerpo, sin darle oportunidad de decirle nada, lo beso, apasionada y tiernamente, como si en la saliva y boca de Katsuki existiera su fuente de vida.

El Omega aceptaba aquellos besos respondiéndolos con la misma avidez, sus lenguas se lamian mutuamente con lentamente, después se besaban los labios, cambiando de posición, para este punto sus cuerpos ya se habían acoplado, reconocido y se acomodaban de manera natural y en verdad, no podían dejar de besarse.

-Maldita sea...besas tan bien. -Dijo en un suspiro Katsuki a lo que Eijirou no contesto, pero decidió besar ahora el rostro y las orejas y el cuello de su Omega, adoraba sentir como su poderoso cuerpo se cimbraba ante sus besos, como sus manos se aferraban a su espalda, como sin decir palabra alguna, le hacía saber que sentía placer ante su tacto y que le pertenecía en toda la extensión de la palabra.

Cuando Eijirou sintió como sus miembros ya erectos se frotaban aun usando su ropa interior, sintió la necesidad de hacerle una vez más el amor a Katsuki.

Ya no había feromonas dictándole nada, su celo había acabado, pero eso no significaba que el profundo amor que se profesaban no reclamara que se volvieran a decir con el cuerpo lo mucho que sentían el uno por el otro.

-Katsuki... mi amor eres tan varonil y hermoso. -Dijo temblando de emoción Eijirou tras haber desprendido a su Omega de su ropa interior y contemplar su cuerpo desnudo. Parecía que jamás se cansaría de admirarlo, los músculos marcados, la piel blanca y tersa, aunque ahora tenía muchos chupetones, mordidas y algunos moretones, clara evidencia de que se habían hecho el amor por 7 días casi sin descanso.

El Omega del YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora