"Eijirou era el recién nombrado jefe de la familia Kirishima. Cómo Yakuzas, como Alfas tenían dos cosas muy claras en cualquiera de sus planes. Fortalecer el poder de su familia y conseguir un Omega para tener descendencia.
Esa noche su mejor amig...
Una antigua leyenda dice que cuando nace un bebe en este mundo, su vida, amor y suerte están escritos en un anillo de oro que se conserva en el reino celestial, aunque el anillo es precioso en sí mismo no está completo y no lo estará hasta que haya nacido aquel cuyo anillo sea su complemento. Esta unión es tan rara como sagrada, tan es así que dicen que es más fácil partir el mar o congelar el fuego que encontrar a una pareja para toda la vida.
Pero esa clase de milagros si ocurren en la vida.
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Antes de llegar a su casa ya habían girado órdenes especificas a aquellos hombres que trabajaban con ellos, aunque las instrucciones eran las mismas que siempre daban cuando Touya tenía su celo natural; básicamente era resguardar el perímetro, no dejar entrar a nadie a la casa y hacer caso omiso a todo lo que pudieran llegar a escuchar.
Aunque su casa tenía un sistema anti sonoro, no se podía evitar que en algunas ocasiones algún ruido se filtrará fuera, pero todos los que trabajaban para el Oyabun Touya Todoroki sabían perfectamente que ocurría mientras su líder y jefe junto a su amado Omega Tomura se encerraban dentro.
Aunque eso no era nada extraño, era conocido por todos que ambos eran un matrimonio sexualmente muy activo, pero era diferente en esos días y en esa ocasión aún más, ya que por primera vez ambos omitieron todas las medidas anticonceptivas que tomaban, ahora tenían un propósito claro en mente y no iban a perder el tiempo.
Touya ya estaba jadeando sintiendo como poco a poco su celo se presentaba, tomando con fuerza a su Omega, quien de igual forma ya sentía como un calor aturdía y comenzaba a invadir cada parte de su cuerpo.
No reclamo cuando su Alfa le arranco la ropa dejándole desnudo, ni cuando le puso unas esposas en las manos dejándolo atado a un sillón kamasutra, al contrario, sonreía lleno de placer ante la rudeza de Touya, quien, al ver a su amado esposo Omega de espaldas, con la cadera levantada no pudo evitar delinear su silueta con su mano, su Omega tenía una espalda fina y pálida piel, con una delicadeza casi ajena a su tacto habitual, empezó a acariciarlo.
La voz de Tomura dejo escapar un tímido gemido lleno de sorpresa al sentir como las rudas manos de su Alfa le acariciaban con ternura toda su zona genital, casi como si fuera algo nuevo que necesitara descubrir poco a poco.
Y no es que el Alfa no conociera de memoria cada rincón del cuerpo de su amado Tomura, no, sino que estaba en ese momento siendo consciente de lo que estaba a punto de pasar, ese día o en esos días que duraría su ciclo de celo, haría algo que jamás había ni logrado, ni intentado, fecundaría a su Omega.