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No dejes que el miedo pueda contigo... (pt. 2)
Kaito subió las escaleras y tal y como se esperaba, se encontró con Cass sentada en el poyete de piedra frente a las casas, estaba hecha casi una bola, había enterrado su cara en sus rodillas y se había abrazado las piernas con la intención de hacerse lo más pequeña posible y amortiguar el poco ruido que hiciese. No había que ser muy listo para saber que la chica estaba llorando. Kaito supuso que el detonante final fue la frustración de darse cuenta de que le faltaban todas sus cosas y que por lo tanto no tenía llaves de casa para poder entrar. Y claramente, despertar a Charlie y a Marina no era opción.
Se quedó mirando a su amiga unos segundos con un poco de distancia, pero finalmente se acercó y se sentó a su lado. La rodeó como pudo con un brazo y se quedó en silencio un rato. Sabía que su amiga estaba aterrorizada, debía haber comprendido lo que implicaría mojarse a partir de ese momento sin que se lo hubiesen explicado y si la chica no estaba lo suficientemente asustada antes de aquel momento, eso tenía que haber terminado de destrozarla del todo.
—Cass... lo siento mucho. —Fue lo primero que consiguió decir el chico.
Cass no se movió, pero con la cara aun enterrada en las rodillas, balbuceó algo que a Kaito le sonó como un "no es justo... no puede ser...". Y eso le encogió el estómago.
—No puedo imaginar ni desde el más remoto rincón de mi cabeza todo lo que sientes ahora mismo. —Le dijo en voz baja. —Pero si sé que te has dado cuenta de lo que significa...
Kaito no pudo terminar la frase, porque Cass se enderezó y se sentó bien y al mirarle, el chico no tuvo valor de terminar.
—No podéis quitarme eso. —Dijo dolida. —Es lo único que me ha importado en toda mi vida. Es toda mi vida, Kaito. No podéis quitármelo de la noche a la mañana. No podéis cambiarme toda mi vida de la noche a la mañana y pretender que sea feliz, que no me enfade, que no me duela... —dijo del tirón limpiándose las lagrimas. —Esto es una autentica locura. —Le dijo al chico agarrando con una mano el colgante. —Yo no quiero esto, yo no quiero nada de esto... —susurró.
—Sé que es muchísima información a aceptar y entender... —le dijo el chico. —Pero es parte de ti. Una parte que igual que para mí en su día, ha estado perdida y ha vuelto a ti ahora, Cass. —Añadió.
—Como tu bien dijiste antes, para ti ser un Panthalassa no supone ningún problema porque no te quita nada. Pero a mí esto me lo quita todo, Kaito. El surf lo es todo para mí. Es toda mi vida... y ahora que iba a poder volver a subirme a una tabla después de que se rompiera la antigua, NO VOY A PODER HACERLO NUNCA MAS. —Le dijo muy enfadada intentando no levantar la voz.
Y el chico no pudo replicar, porque Cass tenía razón. Aquel colgante y todo lo que significaba, acababa de quitarle a la chica la cosa que más le importaba en la vida. El surf. Y no tenía palabras suficientes para consolarla aquella noche. Cass iba a necesitar mucho tiempo para encajar y aceptar toda aquella información. Estaba tan saturada de emociones fuertes aquel día que era absolutamente imposible calmarla. Kaito vio aparecer a lo lejos a Sean acompañado de las tres chicas y les indicó negando con la cabeza que no se acercasen más. Sean le enseñó la mochila de Cass, venían a devolvérsela y a ver como estaba, pero Kaito les dejó claro con un par de gestos que no se acercasen mas. Luchia, Hannon y Rina miraban a Cass y Kaito muy preocupadas. Sean se colgó al hombro la mochila de Cass y a pesar de que Kaito les estaba diciendo que no se acercasen él decidió hacer caso omiso y se acercó a ellos.
—Deja que hable con ella... —le pidió a Kaito cuando se acercó y este no le dejó acercarse del todo.
—No está para hablar con nadie, Sean. Apenas ha cruzado un par de frases conmigo desde que subí. —Le dijo. —Y me temo, que tú precisamente que eres quien le ha traído el colgante, no eres la persona a la que más le apetece ver ahora mismo. —Añadió.
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{FANFIC} ¡VOZ NEGRO PERLA!: La Legendaria Princesa del Reino del Fondo del Mar.
FanficCassandra apareció en mitad del mar hace casi diez años, cuando ella solo tenia seis, y contra todo pronostico, en lugar de temer el mar y querer estar lo mas lejos posible del agua, Cass adora el mar y la playa y pasa la mayor parte del tiempo allí...