Capítulo 9 : Elizabeth y R.F.A

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Finalmente, después de atravesar tantos problemas, fuiste contratada de manera oficial como la asistente personal y secretaria del director Han.

Tan nerviosa como lo estuviste en tu primer día de prueba, y como lo estuviste cuando firmaste tu contrato de integración definitiva, te encontrabas frente a la puerta del hogar de tu jefe; con toda tu resolución digitaste la clave para poder abrirla, empujaste el pomo y sin pensarlo dos veces entraste al lugar.

Una vez adentro, solo pudiste pensar en que las casas en definitiva llevan algo de la escencia de quienes las habitan. El interior era sobrio, sofisticado y todo se hallaba en perfecto orden, alineado y limpio, casi luciendo como una de esas casas vacias que las agencias inmobiliarias utilizan como modelos. Pero, al percatarte de la presencia de Han Jumin, se te fue recordado que, en efecto, allí vivía alguien.

La escena frente a tus ojos parecía por sobre todo como sacada de un comercial. Aunque no estabas muy segura de qué se anunciaría en tal ficticia producción. De lo que si estabas segura, era de que el protagonista era el director Han.

Un hombre con camisa de vestir blanca y dos botones sin cerrar, una corbata apenas colgando en su cuello, sin atar y un ceño ligeramente fruncido mientras abotona concentrado las mangas de su camisa. La luz natural lo ilumina desde sus espaldas, haciendo énfasis entonces en su estilizada figura. La cámara de repente se enfoca en sus manos, de finos y largos dedos de los cuales sobresalen ligeramente sus venas. Su muñeca, adornada con un reloj... ¡El reloj! ¡Alli estaba! Ese sería el producto estrella del comercial.

Pronto el director Han terminó de abotonar su manga y giró su mirada hasta ver directamente hacia la cámara.

—Ah, buenos días, señorita *K. —saludó el hombre con completa serenidad, rompiendo a su vez la cuarta pared del comercial.

Y ese saludo suyo fue la señal para cortar con la filmación dentro de tu cerebro y volver hacia la realidad.

—Buenos días, director Han. —le saludaste de la misma manera, manteniendo una expresión neutral a pesar de que hace unos pocos segundos ideabas un spot publicitario con su imagen.

—Lamento haberla hecho venir tan temprano. —se excusó, terminandose de acomodar el cuello de la camisa e iniciando a atar su corbata— Pero. Ya que trabajará para mí de manera oficial, hay un par de generalidades de las cuales me gustaría hablar con usted.

—Esta bien. No tengo problema con ello, señor director.

—Bien. En ese caso, tomemos asiento.

—De acuerdo.

Una vez terminada de atar su corbata, el director Han camino hacia el sofá de la sala seguido de tí y ambos tomaron asiento uno enfrente del otro. Entremedio de ambos, una mesilla de centro con un folder sobre ella, el cual fue rápidamente ojeado por el director en completa calma para colocarlo nuevamente sobre la mesa.

—Entonces, para empezar-

—¡Miau!

Y antes de que pudiese continuar, el director fue interrumpido por un adorable maullido.

Se trataba de la verdadera anfitriona de esa casa; Elizabeth III. Elizabeth era una gata blanca de raza persa, ella, que se había escabullido con elegancia por la sala, dió un saltito hasta dar con el sillón en el que te hallabas sentada.

La felina se te quedó viendo fijamente con sus enormes orbes azules y contrajo su pequeña nariz para olfatearte cuidadosamente. Fué curioso, pero al verla ya en persona, pensaste en que su nombre le quedaba como anillo al dedo, por que Elizabeth III parecía de hecho, como de la realeza.

🍒 Mi jefe es un poco lindo 🍒 Jumin Han Donde viven las historias. Descúbrelo ahora