ME GUSTAS 💌 |COMPLETA|

CAPÍTULO SIETE.

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—Buenas tardes, futuros arquitectos del maravilloso país de Acassia.

Marc quedó como piedra al ver a Lana luego de su conversación por teléfono, de eso había pasado dos días y hasta hoy había parecido, sus amigos parecían igual de sorprendidos, ya que ese mismo día les había contado todo, incluso Eros casi lo mata.

Sí, lo persiguió fuera la universidad con un tronco en la mano.

Él quería creer que no lo iba a ser, pero algo le decía que sí.

—¿Al caso vieron un fantasma?

—No— Tuan responde por todos— Nos sorprende verte.

—¿Tanto me extrañaron?

—Yo conozco alguien que sí.

—Eros.

—No le hagas caso, siéntate donde quieras.

La pelinegra tomó el lugar al lado de Marc y le sonrió, este apenado le respondió y fijó su mirada en la ensalada de aguacate.

—Las cosas buenas tardan en llegar, ¿Cierto, Marc?

—¿Qué?

—¿Me extrañaste?

El ojicafé quedó impregnado en sus ojos, el día de hoy había decidido maquillar sus ojos y estos se resaltaban entre el negro, se veían más grandes y brillosos.

—Sí— susurro apenas audible, Lana sonrió ante la respuesta y le toma la mano.

—Vine a pedirte disculpa por la llamada de hace dos días.

—¿Qué?

—No actué acorde a mis sentimientos y quería culpar a alguien, sé que no estuvo bien echarte toda la culpa y más que todo porque yo era la que te estaba cortejando. Por eso te traje esto.

Otra bolsa de papel fue entregada a Marc, en esta ocasión era rosa y olía muy bien.

—Son cannolis, la pastelería es muy reconocida en Jasper y no dude en comprártelo.

—Vivimos en Accasia, Jasper está casi al otro lado del país.

—Sí, estuve allá ayer con papá y mamá, por el aniversario de mi abuelo, solo tienen un día.

—Sinceramente Dios le da pan al que no tiene dientes.

—Me sorprendes tu inteligencia, Eros.

—Y a mí tu perseverancia.

—¿Qué estoy oliendo?

—Celos.

Aquella palabra alerto a Marc, levanto su mirada y encontró a la de su amigo mirando fijamente a la mujer que le gustaba.

¿Al caso a él le gustaba Lana?

No, ellos eran amigos y eso no podía ser cierto.

—Pero no de ti. Respeto mucho a ese cabeza hueca— señalo a Marc y este respiro con tranquila.

—¿Entonces celos de qué?