CAPÍTULO OCHO.

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💌                 💌                  💌

Si Dios le hubiera dado la oportunidad al ser humano escoger un súper poder al nacer, Marc definitivamente hubiera escogido el poder de la invisibilidad, claro que sí, en momentos como estos, anhelaba poder perderse solo unos minutos, para poder encontrarse así mismo y así no dudar ante la mirada de la chica que le gustaba.

Porque claro que sí.


Lana, la diosa Lana de la facultad de Lengua le gustaba.


Eso lo hacía feliz.


Pero lo ponía nervioso también.


—¿Y bien? Nos vamos a quedar viendo las caras todo el tiempo. Déjame decirte que aunque me encante ver la tuya. Me gustaría hablar.

—Lo haremos.

—¿Cuándo?

—¿Ya?

—¿Dudas?

—Digo, ya. Lo hablaremos.


Lana cogió la cuchará y tomó algo de helado, se lo llevó hasta la boca sin perder de vista a Marc, este nervioso lamió su cono y se ensució la nariz.

Muerta de risa, Lana levantó una servilleta y le limpió la nariz al pelinegro, el cual escondió la cabeza como lo hace una tortuga.


—Cuando estas nervioso, eres como un bebé.


Que se lo trague la tierra y lo escupa en la Antártida, que se quede congelado y así en un futuro los arqueólogos lo sacaran y dirán:

Hombre de 21 años, muerto por pena con la chica que le gusta. Un poco idiota y un poco valiente.


—Marc. ¿Por qué los arqueólogos dirían algo así?


Oh.


—Debo dejar de pensar en voz alta.

—Deberías seguir haciéndolo, así me doy de cuenta que tantos piensas.

—No me ayudas, Lana.

—Ok, cierro el cierre. — La pelinegra juntó su pulgar y su índice, lo acercó hasta sus labios e hizo la mímica de cerrar un cierre.


Marc sonrió al verla y vaya que si es afortunado, quizá antes no creía en las vidas pasadas, pero definitivamente ahora, juraría por lo más sagrado que tiene, que es a turrón de caramelo, que salvo a un país en el pasado.


—Me gustas mucho, Lana. No sé en qué momento comencé a sentir esto por ti, pero cuando te alejaste esas dos semanas me sentí terrible. No me hallaba y creía que había hecho algo mal.

—Marc.

—Luego, Eros casi me parte la cabeza con un palo y mientras iba corriendo, me gritaba lo idiota que era por no ver a la maravillosa mujer que tenía al frente y tengo.


Marc tomo una de sus manos y la apretó, la pelinegra sonrió sin poder ocultar su felicidad.


—Gracias por esperar por mí y por confesar tus sentimientos.

—Quieres decir por haberte cortejado.

—Sí, ahora es momento que me dejes cortejarte y buscarte.

—Podemos hacerlo ambos.

—No, quiero hacerlo yo, yo quiero que seamos... eso... usted ya sabe...

—¿Qué? — divertida respondió y eso lo hacía más nervioso. Lana trató de contener la risa.

—Eso, tú y yo.

—Tú y yo son pronombres, Mark.

—Lana.

—Señor. Sé que te da pena y debes quitártela conmigo Marc, yo si te lo diré. ¿Quieres ser mi novio?


Esa mujer quería matarlo de un infarto.

El pelinegro ya veía las palabras en su lápida.

Infarto por novia directa y hermosa.

Eso sí tenía que ir.


—Marc, no puedes morirte y decirme hermosa en una lápida.

—¡NOOOOOOOOOOOO! Lo hice de nuevo.

—Eres lindo. ¿Lo somos?

—Sí— Marc tomó ambas manos de la pelinegra— Será un honor para mí ser tu novio.


Eso era algo que la peli negra había esperado desde hace mucho.

Porque sí, su gusto no empezó solo hace unos meses.

Su gusto había pensado desde hace mucho tiempo atrás.

Tres años, quizás.  








💌                  💌                   💌

Por fin!!!   #VIVANLOSNOVIOS


#MEGUSTAS          #LANA      #MARC





Muchísimas gracias por todo.



Pasen bonito.

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