Luca
Habían pasado ya dos semanas (más un día). Noté que el ambiente fue mejorando con los días. Aún recuerdo como en los primeros tres, estaba bastante solo. Pero es algo que te esperas siempre y no me preocupaba tanto, para ser honesto.
Hasta que Neil Toscano se me acercó. Al parecer le agradé y eso fue suficiente para agradarles a todos. Neil tenía casi la misma altura que yo (aunque yo soy más alto, no lo digo por presumir, juro que solo digo la verdad) y el pelo castaño. Era el capitán del equipo de baloncesto, un poco egocéntrico pero simpático. También muy popular no solo con las chicas de nuestra aula sino al parecer cada chica de este colegio babeaba por él.
Fue muy fácil, solo tuve que ganarle en pleno juego.
Nos habían divido en dos grupos (cinco integrantes cada uno), yo estaba en el contrario. Íbamos empatados hasta que en último minuto anoté el punto ganador. "No tenía idea de que ibas a ser tan bueno" me dijo en los vestidores después del partido. Luego en el receso del día siguiente, mientras pasaba por su mesa del comedor, me llamó para comer con él y sus amigos. ¿Supongo que ahora estoy en el nivel social máximo?
No esperaba que mi ascenso fuera tan rápido (mi padre dice que siempre fui suertudo), pero ahí estaba, notando como muchos estudiantes se volteaban a verme cuando pasaba, según ellos, sin que lo notara. Por el momento, me tenían como "el chico nuevo". ¿Tendría que estar feliz o algo parecido? La verdad se siente bien, no lo voy a negar, pero al mismo tiempo me da igual. No sé si me explico.
***
Al llegar al salón, vi a un montón de chicos en la parte trasera amontonados tratando de ver quien sabe que cosa. Me dio curiosidad así que me acerqué a ver. Me hice paso y llegué a ver de qué se trataba. Era una lista de rendimiento académico.
—¿No se suponen que son mensuales? — le pregunté a Emma, la chica que se encontraba al lado mío.
—Cada escuela tiene sus maneras. Te acostumbraras.
En mi antigua escuela también hacían esto. ¿En qué centro educativo no lo hacen? Cada mes se publicaba una lista en el aula con los puestos en los que nos encontrábamos. Esto en base a notas de tareas, exámenes orales y escritos, y otras evaluaciones. Cada dos semanas me parece un poco extremo.
Ahí estaba mi nombre, en el primer lugar. Y ahí debajo ponía Lia García. Con unos dos puntos de diferencia.
Percibía los cuchicheos y miradas de los demás. Estos incrementaron cuando notaron a Lia llegar. Tenía puesto ese lazo rosa pastel en su cabello. Dejó su mochila en su asiento y luego se dirigió hacia acá. Los demás le cedieron el paso como esperando a que viniera lo más pronto posible.
Hasta que llegó a lado mío. Vi la sorpresa y confusión adueñarse de su rostro, era como si hubiera entrado en un breve trance. Me di cuenta de que sus mejillas se habían puesto ligeramente rosadas.
Puede que no sea el momento, pero me di cuenta de que estaba bastante bonita de esta manera. Creo que la estaba mirando mucho porque empecé a sentir mis mejillas calientes, así que quité mi mirada de encima y miré la lista de nuevo.
Ella volteó a mirarme a mí, sin decirme nada. Sentí el ambiente un poco incómodo, así que, para romper un poco el hielo, dije tratando de ser amable: —Felicidades, el segundo lugar es un muy buen lugar.
Juro que no lo dije con mala intención.
Aun así, creo que se lo tomó a mal. Porque asintió con la cabeza con la sonrisa más falsa que he visto en mi vida, apretando los dientes, dio la vuelta y se fue a su carpeta.
Decidí imitarla y me fui a mi carpeta también. Tenía ganas de hablarle para tratar de "arreglar" la situación. Decidí que lo mejor era no decir nada.
El profesor Miller, de historia, entró en ese momento. Todos regresaron a sus asientos lo más rápido que pudieron.
—Muchachos, buenas tardes. —dejó su maletín en su escritorio ubicado al lado izquierdo del gran pizarrón verde. —el día de hoy les tomaré una pequeña prueba escrita. Así que guarden todo y dejen lo esencial. Ya se saben las indicaciones, así que apresúrense por favor.
El profesor Miller (de historia) y el profesor Jonhson (de literatura) tenían el modo de tomar exámenes muy parecidos por no decir iguales. Me refiero en cuanto a la exigencia que tienen con estos.
Repartió las pruebas y nos dio 40 min para 30 preguntas. "Pueden empezar" expresó y todos entendieron la orden. Yo hice lo propio.
El salón se sumió en un silencio aplastante. Mientras transcurrían los minutos, noté como todos estaban tan concentrados y sumergidos en las hojas.
Según el reloj que se ubicaba sobre la pizarra, había transcurrido una media hora. Yo iba marcando y respondiendo a un ritmo rápido, aun me faltaban seis interrogantes. Hasta que me topé con la sorpresa de que la tinta de mi bolígrafo se había acabado.
Levanté mi cabeza para observar el panorama. El profesor nos daba la espalda mientras escribía en la pizarra. Voltee a ver a Lia. Era una emergencia y no dudé en pedirle ayuda.
—Psss, pss...—traté de hacer algunos sonidos para llamar su atención. Después de unos cinco intentos los notó.
—Se le acabó la tinta —le señalé mi lapicero. — ¿Puedes prestarme uno? —dije con un tono sumamente bajo.
Suspiró de mala gana y se inclinó a sacar uno de su mochila, con cuidado de que el docente no se diera cuenta.
Sacó uno y procedió a inclinarse hacia mí para alcanzármelo. Iba a hacer lo mismo, pero en ese preciso instante el profesor se dio la vuelta y nos vio. Si solo veías la escena, obviamente podría mal interpretarse como que ella trataba de obtener algo de mí.
— ¡García! —exclamó.
Dejó todo lo que estaba haciendo y empezó a acercarse. Ella y yo nos habíamos quedado en shock, porque seguíamos en la misma posición. Aunque pareció reaccionar, porque me quitó el lapicero y lo volvió a tener.
Todos habían alzado la mirada hacia nosotros.
— ¿¡Qué se supone qué está haciendo!? — dijo y nos arrebató nuestros exámenes para llevarlos a su escritorio.
Ella con la voz un poco temblorosa y agitada habló: —Profesor Miller, esto es una confusión...
Eso pareció irritarlo más porque añadió: — ¡No quiero excusas! Su examen queda anulado. Tiene cero.
Era mi culpa. Tenía que hacer algo para arreglarlo, pero solo se me ocurrió intervenir:
—Lia tiene razón. Profesor Miller, ella no estaba tratando de copiar...
—Silencio Sartori. - expresó mirándola a ella y muy enojado: —Estoy muy decepcionado, señorita García. Y qué pena por usted, porque esta prueba vale el 40% de la nota de este trimestre.
Vi como sus ojos empezaban a acumular un poco deagua, pero ahora sé que ella nunca la hubiera dejado salir.
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Los días en que contábamos amapolas
Dla nastolatkówDos genios de la escuela descubrirán que tienen mucho más en común de lo que pensaban al verse obligados competir por la beca de sus sueños. *** Lia es una estudiante ejemplar de último año, quien está muy concentrada en ganarse la beca que cualquie...