Luca
¿Qué he de decir sobre la nueva escuela? Por mis primeras impresiones le doy un 7 de 10. Aun no conozco a casi nadie, solo a la chica de pelo negro que trajimos ayer. Ni tampoco muchos lugares, pero para ser sincero no me apetece salir tanto.
¿San Lucas? Parece que se quedó atrapado en alguna década pasada y no cambió más. Diría que da un aire entre los 70's y 80's. Solo tengo como cuatro días aquí, quizás me guste más con el pasar de los días.
— ¿Revisaste tus horarios? —me preguntó mi padre mientras almorzábamos.
—Sí, de lunes a viernes en la mañana de 7:30 a.m. a 2:00 p.m. y de martes a jueves en la tarde de 3:00 p.m. a 7 p.m.; bueno según lo que oí los jueves en la tarde no son clases como tal, debo escoger a qué taller extracurricular pertenecer.
— ¿Cuáles son las opciones? —intervino mi madre.
—Pintura, música, teatro y poesía. —podía ver la cara sugestiva de mi padre, es fácil intuir cuando está realmente entusiasmado con algo. Él fue el que me enseñó a tocar el piano. Siempre amó la música y quería que yo también la amara. Irónicamente nunca la desarrolló profesionalmente y ahora se dedica a escribir artículos para uno de los periódicos en la ciudad.
Algo parecido le ocurrió a mi mamá, ella me contaba historias de cómo le encantaban los niños y soñaba con ser maestra desde muy pequeña. Pero sus padres se opusieron y la hicieron estudiar leyes. Aunque me dijo que le tomó cariño a su carrera y a lo que hace. Supongo que dedicarte a lo que amas no siempre se puede. La vida es tan impredecible.
—Irás por música, imagino. —dijo él entusiasmado.
—O podría intentar algo nuevo. —solté. Pude ver la sonrisa desvanecerse de su cara. — o podría seguir mejorando en el piano. —añadí. Vi cómo volvió a su compostura.
—Mamá, ¿A qué hora sale el tren?
—A las cinco.
—Puedo pedir permiso e ir a despedirte.
—De eso nada, no quiero que pierdas más clase. Además, dentro de pocas semanas vendrás al médico y nos veremos de nuevo.
— ¿Y? ¿Ya tienes amigos? —dijo muy intrigada.
No sabía cómo responder ante su pregunta —Mamá. Apenas tengo medio día en esa escuela. ¿Quién hizo este bistec? Está muy bueno.
—Tu padre —respondió ella.
—Gracias papá, está increíble—dije llevando mi plato al fregadero para lavarlo.
— ¿Pero tú cómo lo ves? ¿Crees que les agradas? —era una pregunta rara y difícil de saber tan pronto, pero al ver el entusiasmo de mi mamá, respondí: — Eso parece ¿¡Además, a quién no le agradaría!?
***
El asiento que me asignaron en la mañana estaba en la fila tres al lado de una gran ventana desde la que se podía ver el campo deportivo. En ese momento me sentí muy afortunado, pero luego... Es genial, enserio, pero no opinarías lo mismo cuando de la nada empieza a correr el viento helado.
Casualmente a mi lado derecho estaba ¿Lia? Sí, Lia. Se veía bien, bueno, comparada al día anterior. Al parecer se había accidentado camino a la escuela. ¿Quién se accidenta llegando a la escuela?
En ese momento me estaba empezando a congelar así que me levante a cerrarla. Pero a mi lado noté su expresión de disgusto. Le di una mirada de confusión que ella pareció entender porque soltó:
—Apenas son las cuatro. —me dijo bajito y un poco molesta. —Hace calor.
— ¿Calor? Me estoy helando—le contesté en el mismo tono. Ella no pareció entenderlo y se volteó a continuar haciendo la actividad encargada por el profesor de literatura.
—El día de ayer por la mañana designé un trabajo, será en parejas y como ustedes no estaban, pues lógicamente les toca hacer grupo — informó el profesor mirándonos a Lia y a mí. —Y ese trabajo consiste en dar sus diferentes puntos de vista acerca de algunos tópicos presentes en el libro asignado y también compartirán opiniones que tengan en común. Las dirán en clase y el libro que a ustedes les toca es... "El conde de Montecristo" de Alexandre Dumas.
Lia me miró de reojo, una mirada "disimulada" como si tratara de inspeccionarme. Intuyo que se ha de haber preguntado si es que no soy tan estúpido como para poder realizar una tarea como aquella.
—Ahora, muchachos, guarden todo lo que tengan sobre su carpeta. Solo quédense con un bolígrafo. Es momento de su prueba. —escuchaba los sonidos de libros siendo guardados en las mochilas y vi como todos obedecían no tan entusiasmados.
Él empezó a pasar por cada sitio repartiendo los exámenes hasta que llegó a mí. Lo noté un poco indeciso. Pero al final me la dio.
—Veamos en qué nivel está, joven Sartori. — lo oí decir mientras continuaba con su labor.
Conozco mis capacidades así que estoy confiado. Aunque las ciencias naturales se me dan más fácil y me gusten más, siempre he sido bueno en todas las materias.
—Recuerden que todo intento de plagio anulará sus exámenes y se les colocará de nota, cero. Prohibido prestarse cosas, conversar o hacer el más mínimo ruido. Es más, si oigo el sonido de sus respiraciones, se tomará como intento de copia. Pueden empezar. — y procedió a sentarse.
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Los días en que contábamos amapolas
Fiksi RemajaDos genios de la escuela descubrirán que tienen mucho más en común de lo que pensaban al verse obligados competir por la beca de sus sueños. *** Lia es una estudiante ejemplar de último año, quien está muy concentrada en ganarse la beca que cualquie...