𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄𝐍𝐀𝐑 𝐀 𝐓𝐔 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍 | ❝ Un adicto al arte de las letras, quien para rematar está fielmente casado con el trabajo y las noches en vela, termina sufriendo un enamoramiento impredecible que frustra sus planes de laborar hasta...
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ᶜᵘᵃᵗʳᵒ
El estrés ataca su cabeza como migraña, lo único que puede relajarlo en ese momento es la variación de tabaco que se quema en el hornillo de su pipa.
Está a punto de terminar su trabajo, y finalizará con el órden de su oficina, donde se hallan las aportaciones importantes de Berk. Tiene información sobre dragones, armas, y edificios, pero han sido tantos (sin contar que la mayoría fueron destruidos) que dejaron solo los planos como prueba, y por supuesto se acumulan entre el papeleo.
─¡Rápido! ─ordena a sus ayudantes─. Columna veinticuatro.
Ellos empujan la escalera que posee ruedas, lo cual facilita su movimiento. En el tope posee una silla giratoria, su sistema es bastante simple, por lo que no es tan rápida.
Por un momento siente que la puerta de su oficina está abierta, y observa de reojo que efectivamente, alguien entró sin permiso. Un ratón se metió a la cueva del felino.
─¡Alto! ─vociferó, y la escalera se detiene abruptamente.
La silla gira lentamente, y tan pronto sus ojos son capaces de ver de quien se trata, su confianza se desmorona. Un lobo se metió a la cueva del pobre gatito.
Hiccup Horrendous Haddock, piensa incrédulo.
Repentinamente siente mucho enojo, ¿cómo se atreve a venir aquí después de lo que hizo? (Lo que hizo fue hacerlo pensar cosas raras y duplicar su trabajo). Con una camisa blanca que descubre medianamente su pecho, y unos pantalones que forman parte de su armadura, llevando en su espalda un abrigo de piel de oso que solo lo hace lucir más guapo, y todavía manteniendo su postura segura, es un ataque cobarde.
Sus ojos verdes lo miran, son intimidantes.
─Oh, veo que tenemos visitas ─expresa con sarcasmo, colocando una de sus piernas sobre la otra─. Hiccup Haddock, tienes agallas para entrar aquí sin permiso.
No importa como se sienta, siempre debe mantener la compostura. Hiccup suelta una risita, y ensancha su sonrisa a la vez que frunce su entrecejo.
─Soy el jefe, no necesito tu permiso, ______________ Blomsttorner ─responde con fiereza, y con algo de orgullo en su voz.
Su mirada retadora lo hace sonreír, mientras que sus acompañantes solo pueden tratar de digerir que aquella "mujer" en realidad no era una mujer. Hiccup puede ver que en su mano posee una pipa, la cual se mueve galantemente hacia abajo.
