ᶜᵉʳᵒ
Berk, está a 12 días al norte de Calvario y a algunos grados al sur de Muere de Frío. Está ubicado justo sobre el meridiano de la Tristeza.
Aquel bello nombre dado por algún barbudo imponente generaciones atrás, resonaba orgullosamente en las mentes de cada hombre, mujer y niño existente en el territorio. Las hazañas de esos presumiblemente vigorosos caudillos, superan las expectativas de otras aldeas. Incluso entre grandes naciones y potencias, la nombradía de sus jefes resulta injusta, su grandeza no ha podido ser descrita en los cánticos de los bardos que entretienen a los borrachos en altamar.
Estas aldeas, islas rodeadas por los enormes y monstruosos océanos, mayoritariamente acababan siendo arrasadas por su enemigo en común, o en casos menos extremos, simplemente terminaban abandonadas ante el temor de sus habitantes.
Berk era una excepción impredecible, al igual que muchas otras islas con jefes y motivos ignotos.
No obstante, el ser humano pecaba de orgulloso, cada líder tenía sus formas de hacer las cosas, y negaban los cambios ventajosos producidos por la competencia. En un mundo donde derrotar al enemigo puede determinar tu posición social y económica, el puesto por el primer lugar era peleado constantemente. De no ser por este dichoso mal que los mantenía con las cabezas mirando al cielo y no a la tierra, cada aldea, pueblo, ciudad y reino, habrían buscado la manera de destruirse entre sí: la invasión, la característica más temible de la edad más oscura de la civilización, las pequeñas chispas predecesoras del temible imperialismo venidero en los siglos posteriores.
Incluso si se mantenían recelosos entre extranjeros, tenían una sola cosa en común, un pensamiento que unifica a la humanidad, que los mantuvo en una alianza que se fortalecía con el tiempo, y que ahí entraba la importancia de la reputación de cada jefe de la aldea. Todo caía en esta simple cuestión: ¿Qué tan bueno eres para matar al enemigo común?
Porque lo más importante para la humanidad es su supervivencia. Erradicar al enemigo, sin importar los medios, o los miembros que se deban perder en el camino, era ese el objetivo más importante, y seguir aquella meta al pie de la letra trae riquezas a dichas aldeas.
Entonces, ¿quiénes eran esos dichosos enemigos que mantenían a la humanidad peleando ferozmente por sus vidas?
Dragones.
No conocían su origen, ninguno sabía quién había llegado primero, pero tuvieron un pensamiento que los mantuvo en sintonía solo por breves momentos: Aquellos con los que luchaban debían provenir del mismísimo infierno. Eran demonios. Que no discriminaban cuando se trataba de matar, arrastrando a sus crías al averno entre sus garras. Una mirada suplicante nunca fue suficiente. La sangre siguió corriendo, estaban sedientos de ella como viles monstruos.
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❝ Berk's archivologist fell in Love ❞ © ❱ Hiccup Haddock x Male!Reader.
Fanfiction𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄𝐍𝐀𝐑 𝐀 𝐓𝐔 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍 | ❝ Un adicto al arte de las letras, quien para rematar está fielmente casado con el trabajo y las noches en vela, termina sufriendo un enamoramiento impredecible que frustra sus planes de laborar hasta...