29. ❝Leche rancia❞

425 78 13
                                    

—Hola. —Ink levantó la mirada encontrándose el rostro de la criatura del mal. Error. Frunció el ceño negándose a corresponderle el saludo.

— ¿Qué me ves?

—Lo feo que te ves.

— ¡...! —Ink casi pegó de brinco de la silla con los puños apretados, pero no podía golpear a un niño de primaria. —...Eres el hermano de Geno, ¿no? —El chico asintió. — ¿Cuántos años tienes?

—Doce.

— ¿Estas en sexto de primaria?

—Sí.

— ¡Pues yo tengo trece y estoy en la secundaria, así que tienes que respetarme!

—Lo sé. Mi hermano dijo que me tenía que disculpar por quitarte los cinco pesos...Aunque yo los vi primero. —Susurró lo último.

— ¡No seas mentiroso, yo los vi primero solo que no me podía mover rápido!

— ¿Por qué ya eres viejo?

— ¡Porque estaba deshidratado! ¡Todavía no estoy viejo, estoy en la perra secundaria apenas! ¡Viejo tu abuelo!

—Vieja tu mamá. —Respondió.

— ¡Ja! ¡Para que sepas, yo no tengo mamá! — Cruzó los brazos sonriendo con orgullo al creer que había ganado la discusión.

— ¿No me dijiste que vendía paletas en la Michoacana?

—...B-Bueno, ¿qué no viniste a disculparte?

—Sí.

—Entonces, ¿por qué sigues atacándome?

—Porque me parece impresionante que un niño de primaria sea capaz de humillarte y no hagas nada al respecto. —Ink enrojeció de ira.

—Mira, niño, a mí no me vas a andar humillando. No sabes ni con quién estás hablando, yo soy el hijo del dueño de la bodega Aurrera en el centr- —Error le extendió una cajita de leche Hershey. —...

—Por favor, acepta mis disculpas.

—...La verdad hubiera preferido que me regresaras los cinco pesos, pero lo voy a aceptar. —Tomó la caja, abrió el popote y dio un sorbo sin dejar de mirar los amarillentos ojos del niño. Apenas la leche chocolatada toco su lengua la escupió.

Estaba rancia.

—Que grosero de tu parte escupir el regalo que te acabo de dar...—Murmuró Error mientras Ink buscaba la fecha de caducidad.

— ¡No mames, esto caducó la semana antepasada!

— ¿Enserio? —Preguntó con algo de asombro, aunque no se notara. —Lo encontré en mi mochila, pensé que llevaba poco tiempo ahí.

— ¡Mentira! ¡Querías intoxicarme!

—No, fue un accidente.

— ¡Simón, ¿así como los cinco pesos?!

—Esos cinco pesos eran míos, yo los vi primero y mi mano llegó a ellos primero.

— ¡Y la perra seguía y seguía! —Gritó. — ¡La próxima vez que quieras pedirme disculpas-!

—No te preocupes, no me volverás a ver.

— ¡Pues eso espero! —Error hizo el saludo de amor y paz antes de darle la espalda e irse. — ¡Sí, sigue evadiendo tus responsabilidades, un día vas a terminar endeudado en un banco y te vas a acordar de mí porque no lo podrás resolver con una leche rancia! ¡¿Me estas escuchando?! ¡A ver si ya de plano crecer un poquito, pinche chino enano! 

¡No soy chino, soy coreano! ‖ AfterDeathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora