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𝐄𝐌𝐌𝐀 𝐖𝐈𝐋𝐋𝐈𝐀𝐌𝐒

Al día siguiente, María entró como todas las mañanas a mi habitación, me cubrí la cabeza con las sábanas, de verdad no quería salir nunca más.

—Vamos Emma, hay que levantarse, el día esta precioso—dijo abriendo las cortinas.

—No, María, por favor, di que estoy muy enferma, y que nadie puede venir a verme, porque es contagioso—le rogué entre lamentos.

—¿Qué pasa? Nunca te ha gustado estar encerrada—dijo bajando de a poco las sabanas de mi cabeza para llegar a ver mis ojos color café.

—Anoche Theo me dijo que le gustaba—le respondí cabizbaja mientras me sentaba en la cama.

María abrió los ojos de par en par.

—Te lo dijo—susurró.

—¿Tu lo sabías?—pregunté sorprendida ante sus palabras.

—Claro, trabajo con Theo desde hace muchos años, lo conozco desde que era un niño—dijo con cierta ternura al recordar.

—Como no me di cuenta, siento que ya nada será como antes—dije negando con la cabeza.

—Perdona si te molesta la pregunta—dijo ladeando la cabeza a lo que yo asentí—¿No sientes nada por el?

—Claro que no, nunca lo vi como algo más, era mi mejor amigo, siempre lo he visto así y siempre lo veré así—le respondí levantándome dirigiéndome hacia la ventana—Yo no quería que pasara esto.

—Y él tampoco lo buscó, créame, el amor es así—dijo abrazándome—Deberías hablar con él, explicarle como te sientes, no deberían echar a la basura su amistad.

Asentí ante sus palabras, tenía razón, nos debíamos una conversación.

Después de arreglarme, fui en busca de Theo, me dijeron que estaba en la cocina, así que al llegar golpee un par de veces la puerta para que notara mi presencia, a lo que se volteó rápidamente.

—Oh, Emma, hola—dijo dirigiendo su mirada hacia el piso y de vez en cuando hacia mi.

—Tenemos que hablar Theo, sobre lo de anoche—dije dando unos cuantos pasos.

—Sobre eso, no tienes que decir nada, no quiero que cambie nuestra relación, por favor, no quiero perderte—me respondió acercándose a mí, quedándonos frente a frente.

—Yo tampoco quiero alejarme de ti, pero todo cambió desde anoche, no quiero que te sigas ilusionado con algo que no pasará.

—¿No?—pregunto mirándome fijamente.

—No Theo, yo te quiero mucho pero solo como amigo, y siempre será así—le confesé con mi corazón abierto.

—Está bien, comprendo, creo que siempre lo supe—bufó casi riendo.

—Lo mejor será alejarnos hasta que puedas, no sé, encontrar a una mujer que te corresponda.

—Si eso quieres, me alejaré—dijo negando con la cabeza

—No lo quiero pero creo que es necesario para que puedas aclarar tus sentimientos—dije tomando su mano.

—Yo los tengo claro Emma, y te los confesé anoche—dijo sacando mi mano de la suya y yéndose de la cocina.

Estaba luchando contra mis lágrimas, estaba perdiendo a mi único amigo, y no sé si había sido mi culpa o la de él, o si ninguno la tuvo, lo único que sabía, es que dolía como nunca.

Me fui corriendo hacia el pueblo, necesitaba tomar aire, cuando estuve lo suficientemente lejos de mi casa, pude respirar un poco más tranquila, me sentía agobiada. Era un día particularmente frío, no llevaba mi abrigo, y mi blusa no ayudaba a mantener el calor, me abracé a mí misma mientras las lágrimas no cesaban, al fin y al cabo era Theo, se merecía cada una de mis lagrimas.

The unbearable and the idiot [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora