A Wanda le gustan las sitcoms de cualquier época, podría pasar horas y horas viendo capítulos a lazar.
A Wanda también le gusta Natasha, incluso si no la ha vuelto a ver desde que se despidieron en Vormir.
[WANDANAT fanfiction]
Una canción de fondo las saludaba mientras ambas conducían por la pequeña ciudad, dirigiéndose a la casa que acababan de comprar, un cartel pegado en el coche vintage con las palabras "Recién casadas." Wanda Maximoff iba vestida con un vestido de novia tradicional, Natasha, en cambio, llevaba un traje pantalón formal, ambas con grandes sonrisas en sus rostros.
Al llegar a su nuevo hogar, Natasha cogió a su recién mujer en brazos y rápidamente la entró a la casa, ambas riendo y besándose.
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Wanda se encontraba en la cocina limpiando los platos con su magia, sus dedos haciendo el trabajo en la distancia. Sin darse cuenta de que Natasha acababa de entrar en la sala, uno de sus platos se desvió hacia donde su mujer estaba leyendo el periódico. Los reflejos de esta lograron alcanzar el plato antes de que chocara con su propia cabeza.
— Mi mujer y sus platillos volantes. —Romanoff soltó al ver la escena.
— Mi mujer y sus reflejos de Búho. —Wanda respondió.
Unas risas de fondo llenaban la escena, pero ellas no las escucharon , y si lo hicieron, las ignoraron.
— ¿A que hacemos buena pareja? —la mujer con aún el periódico en la mano preguntó retóricamente mientras se acercaba a besar la cabeza de su esposa.
Wanda empezó a decir varios alimentos que iba a preparar para el desayuno, a lo que Natasha estuvo de acuerdo con todo, de repente algo distrajo a la chica vestida para ir a trabajar.
— Wanda. —la llamó, ganándose un sonido de pregunta.— ¿Hoy celebramos algo especial?
— Sé que el delantal es exagerado, querida, pero hago lo que puedo para integrarme. —la mujer rechistó mientras señalaba la prenda colocada encima de su vestido floral.
— No, no, mira el calendario. —Nat apuntó al objeto en la pared.— Alguien ha dibujado un corazón en la fecha de hoy. —aclaró agarrando con cariño a su esposa por los hombros.
— Ah si, el corazón. —Wanda lo miró con ojos bien abiertos, tratando de pensar que podía significar. Se giró fingiendo molestia.— No me digas que lo has olvidado, Nat.
