Cᥲρίtᥙᥣo 29

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—Hongjoong, amor ¡Ya es hora de ir a estudiar!

No dormía, escuché con claridad el grito de mi madre mientras daba la milésima vuelta sobre la cama, con las frazadas ya en el suelo. Terminé por mirar el techo, soltando un largo suspiro, mientras llevaba una de mis manos a mi vientre, acariciándolo. Tan plano, tan igual a un día o una semana antes ¿cómo es que había dejado que sucediera eso?

Sí, fue mi culpa por olvidar tomar los supresores, pero tenía diecisiete años, nadie se espera que eso pase tan pronto... Menos cuando Jongsuk no me dejó ni respirar una vez llegamos a su casa. Es su culpa, claro que es suya, aunque es más mía por ser un idiota y no pensar en lo que podía suceder.

¿Qué nombre suena más bonito? Me gusta San, porque significa hombre impetuoso. Siempre me imaginé a mi hijo como el Alfa más hermoso de todos, fuerte, inteligente, capaz, pero a la vez con una sensibilidad que yo me encargaría que tuviera; o podemos ponerle Jongsuk Junior. No, vamos a ponerle San, amor, lo que tú quieras. ¿En serio? Gracias amor, te amo.

Me imaginé esa charla con mi Alfa, aunque sabía que lo más probable era que no se tome bien la noticia, ni él ni nadie, mis padres seguro querrían que me mude con él y aún ni había acabado la secundaria, tampoco quería perderlos, los amaba mucho, a ellos y a la tarada de mi hermana, aunque la última parte podía guardármela para mí.

Pasé la yema de dos de mis dedos por la mordida en mi cuello y suspiré, al final, se supone que tarde o temprano me mudaría a vivir con Jongsuk y darle todos los hijos que desee, eso debería sobarme bien, hacer feliz a mi Alfa es mi razón de vivir ¿por qué tenía tanto miedo? Cuando Jongsuk me mordió, mis papás se pusieron muy felices, incluso Dami se puso algo celosa ¿qué mejor que tener a tu pareja eterna a los diecisiete años? Hicieron una fiesta, aunque yo no quería porque vaya que dolió la mordida.

Esperé la magia, los fuegos artificiales, la sensación de mi corazón llenándose de felicidad y lo único que sentí fue un hueco en mi pecho y un inmenso dolor en el cuello. No se lo dije a nadie, sonreía e intentaba aparentar que todo iba perfecto, incluso con Jongsuk, quien me presumió ante cada uno de sus amigos como el trofeo de una noche de bolos.

Quizás es que lo real es muy alejado de lo que te imaginas por mordida, lazo y amor eterno.

—¿Hongjoong? Hijo, te estoy gritando, cielo ¿por qué no me haces caso?

La cabeza de mi madre se asomó por la puerta y suspiré, acurrucándome más en mi propio cuerpo, asegurándome de no presionar mi vientre cuando encogí tanto mis piernas que mis muslos llegaron hasta mi abdomen. Ella caminó y se sentó a mi lado, llevando una de sus manos a mi cabello, acariciándolo.

Mi madre era la Omega más hermosa del mundo. Una sonrisa preciosa, piel clara, ojos que iluminaban cualquier oscuridad y una personalidad demasiado bondadosa. Ella amaba a mi padre, a Dami y a mí. Mi papá era un Alfa muy respetado, admirado y majestuoso, cualquiera se lo imaginaría como un caballo, el más espléndido semental. Siendo una pareja como ellos lo eran ¿qué quedaba para Dami y para mí? Mi hermana mayor soñaba con ser como mi madre, y yo, al ser un hombre Omega, solo deseaba encontrar a alguien que me ame siendo... Así.

Aunque mi mamá siempre me dijo que era completamente hermoso, así que no debía preocuparme, hoy en día hay mucha diversidad en gustos y Alfas que quieran a un Omega hombre tan bonito como yo. Sí, ella siempre me hacía sentir muy bien.

—No quiero ir a clases—. Susurré, mirándola con un pequeño puchero en mis labios.

—¿Y por qué? Allá está tu Alfa, hijo, debes ir y esas cosas con él—. Sus dedos se hundieron entre mis hebras, logrando que soltara un pequeño ronroneo. —Parece que andas muy caprichoso, amor—. Sonrió.

𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 | 𝑆𝑒𝑜𝑛𝑔𝑗𝑜𝑜𝑛𝑔 (Adɑptɑción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora