Cᥲρίtᥙᥣo 26

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—¿Qué hora es?— Sus manos en mis caderas me tomaron con más fuerza y sin previo aviso guió mi cuerpo para que caiga otra vez sobre su miembro. —Mierda—. Arquee mi espalda ante tal cantidad de descargas de placer que me consumieron en ese instante, escondiendo mi rostro en su cuello, sintiendo mi vista humedecerse.

—Me gusta como intentas no hacer ruido—. Besó el lóbulo de mi oreja , mientras sus manos movían mis caderas hacia adelante y hacia atrás. —Te he hecho el amor cada día desde hace dos semanas y sigues siendo mi mayor adicción, Hongjoong.

—Cá-Cállate—. Apoyé mis rodillas sobre el colchón de mi cama y me impulse con estás, empezando a saltar sobre su miembro, en un vaivén rápido, jadeando cerca de sus labios. —Es tu culpa.

—¿Ah sí?

—¡Sí!— Sus uñas arañaron con intención mis costados, sacándome otro gemido, ates de que sus dientes tomen mi labio inferior y tiren de éste. —Es... Es que cuando llegas del trabajo, esperas a que San se duerma y... Y...

—Y te encanta ¿no?— En un movimiento me tumbó sobre la cama, acomodándose sobre mi, volvió a embestirme con salvajismo dirigiendo él todo el movimiento, mientras mi cuerpo se estremecía por completo y disfrutaba del estarnos devorando el uno al otro.

Sí. Mierda, claro que sí.

—Piensas tan fuerte—. Su lengua delineó mis labios, apoyando sus manos a los lados de mi cabeza. Me mostró una sonrisa burlona, antes de robarme un pequeño beso. —Sabemos que te encanta, Hongjoong.

—Idiota.

—Tu idiota—. Sonreí, rodando los ojos ante sus palabras. —Ahora se bueno y no grites mucho ¿vale?

—Uhm.

Y entonces sus movimientos se hicieron tan salvajes como un Alfa en celo, aunque él no lo estuviera, sabía comportarse como uno. Una almohada, morder mi labio, besarlo o amarrarme su corbata a la boca, nada evitaba que termine gritando su nombre para cuando nos corríamos y su nudo me enloquecía hasta casi hacerme desmayar.

 Una almohada, morder mi labio, besarlo o amarrarme su corbata a la boca, nada evitaba que termine gritando su nombre para cuando nos corríamos y su nudo me enloquecía hasta casi hacerme desmayar

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—Rayos—. Gemí, aunque lo precisamente por la misma razón que en la madrugada.

—Ayer no te quedabas tanto.

—Seonghwa, cállate.

Dos semanas habían pasado desde que Seonghwa me dijo que me amaba. Fueron dos semanas realmente hermosas, sí, aunque como siempre, todo lo bueno tiene su final. Me tocaba volver a clases y no deseaba pensar en cómo estarían esas personas que tantas excusas buscaban para hacer sentir inferior.

Aunque ahora el solo pensar en el inmenso dolor en la parte baja de mi espalda tampoco era algo lindo.

—¿Ya te dije que amo lo precioso que te ves enojado? Ahora mismo podría detener el auto y...

—Te juro que si me tocas la polla una vez más, te denunciaré por explotación sexual.

Escuché su agradable carcajada y sonreí, dirigiendo la mirada a lo rápido que su auto avanzaba, dejando atrás las calles de mi vecindario y avanzando hacia la Universidad. En realidad, las cosas habían salido más que bien desde aquel día.

𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 | 𝑆𝑒𝑜𝑛𝑔𝑗𝑜𝑜𝑛𝑔 (Adɑptɑción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora