𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 | 𝑆𝑒𝑜𝑛𝑔𝑗𝑜𝑜𝑛𝑔 (Adɑptɑción)

Cᥲρίtᥙᥣo 33

A veces sucede que uno se ciega tanto por el deseo de recuperar algo que olvida todo lo demás. Su amor propio, su anhelo de superación e incluso, de su vida.

Yo sabía muy bien eso, así que después de mirar por última vez el celular completamente descargado sobre mi sofá, abrí la puerta, ignorando el abrazo de Dami, luché para librarme de este y cerrarme en mi mismo. Dejaron de existir sus gritos, las miradas de los vecinos preguntándose qué había ocurrido o cualquier cosa que no fueran mis pies moviéndose automáticamente hacia el único lugar dónde encontraría lo que necesitaba para recuperar a San.

No me costó demasiado llegar al edificio dónde sabía encontraría a la persona que podía llevarme con mi última esperanza, tampoco tuve que hacer gran cosa, sorprendentemente, él estaba justo frente a la entrada, con los brazos cruzados, mostrándome una victoriosa y asquerosa sonrisa.

—Hey Hongjoong—. Inclinó la cabeza hacía un lado, riendo vagamente. —Que feo estás, parece que te hubieran arruinado la vida o algo así—. Se burló. Gemí, no tenía fuerzas ni para sentir dolor por ese sarcástico comentario. —No puedo creer que Jongsuk realmente esté encaprichado contigo, no eres más que un Omega estúpido, como cualquier otro.

Hungsik pasó una de sus manos por entre sus mechones de cabello, peinándolos muy a su propio estilo, con bastante lentitud. Suspiré, sabía que no haría nada a menos que yo le dijera lo que deseaba.

—Uh—. Hablé entonces, carraspeando un poco, tratando de que al menos mi voz no se escuchara rota como me sentía. —Necesito...

—¿Qué dices?— Avanzó un paso, llevando descaradamente una de sus manos a su oreja. —No puedo oírte, habla más alto.

—Ne-Necesito—. Bajé la mirada, suspirando. —Quiero ver a Jongsuk.

—Así no de piden las cosas, idiota.

—Por favor—. Implore entonces, mirándolo a los ojos. —Por favor, llévame con Jongsuk. Por favor—. Deseaba tanto retractarme, correr y huir de ahí tan rápido como mis piernas me lo permitieran, tal y como la última vez; pero no, observaba a Hungsik analizarme con la mirada, mientras mi Omega se mantenía quiero, tal cual un lobo con la cola entre las patas y la cabeza gacha, completamente sumiso ante la única persona que podía ayudarme a recuperar a mi hijo.

—Claro, Hongjoong—. Mi piel ardió cuando pasó uno de sus brazos por mi cintura, guiándome para que salgamos del edificio. —De hecho, es para eso que estoy aquí, Jongsuk me mandó por ti.

—Él...

—Sí, sabía—. Hungsik me abrió una de las puertas de su auto, dejándome entrar y cerrándola con fuerza, causando un fuerte estruendo. Me encogí en mi asiento, pero al instante relajé mis músculos, tratando de parecer menos asustado de lo que me veía. —Parece que te conoce mejor de lo que crees.

Me sentía como si estuviera yendo directo a la guarida del lobo a ser comido por este mismo, pero mi cabeza no podía pensar en algo mejor que eso ¿Qué ganaba persiguiendo a los sujetos que había mandado el juez? Solo recibiría más de esos golpes y todo delante de San; al igual que eso causaría que tenga otra denuncia por mal comportamiento y eso no me ayudaría durante el juicio. No, sin Seonghwa presente, lo único que podía hacer era entregarme a Jongsuk, solo estando con él volvería a ver a San.

Mientras el auto avanzaba, pensé en Seonghwa ¿Cómo estaría Seongjoong ahora? Con sinceridad, no podía imaginármelo de ninguna manera, ni buena ni mala, no me imaginaba a Seonghwa huyendo de mí, pero tampoco me lo imaginaba volviendo, porque si fuera así, ya estaría de regreso. Cada que pensaba en él, sentía sus brazos rodeando mi cuerpo y su voz cerca de mi oído, diciéndome que todo saldrá bien. Solo esperaba volverlo a ver algún día, y aunque no sea conmigo, quería verlo muy feliz.