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—No pueden ¿Verdad? Ellos... Ellos no pueden...

Mi voz se oía ronca, entrecortada y rasposa, me dolía de tanto haber llorado y quizás gritado por el teléfono. Estaba seguro que fueron más de veinte veces las que llamé al número de Seonghwa, número con el cual me había comunicado esa misma mañana, antes de que todo el tormento comenzara; y mismo número que ahora me repetía una y otra vez el mismo mensaje.

Natasha se quedó incluso cuando ya no debía hacerlo, después de ayudarme a levantarme del suelo en el que caí rendido ante la voz repetitiva del teléfono, caminé hasta el sofá y me dejé caer a este. San se trepó por un costado, se sentó sobre mis piernas y apoyó su pequeña cabecita en mi pecho. Colocó su manito a la misma altura y frotó su rostro contra mi remera. No tenía idea de dónde el había aprendido aquello, pero estaba feliz de que lo supiera, así sea por instinto propio, fue su suave y dulce aroma a bebé, a mi bebé, lo que hizo que no me consumiera en un estúpido ataque de pánico.

Después de que se durmió, lo acosté y Natasha se fue, dejándome estable, citando sus palabras, volví a llamar a Seonghwa al menos diez veces, todos los intentos fallaron. Traté de hacer lo mismo con Ningún pero me decía que el usuario se encontraba fuera del área del servicio. Incluso pensé en llamar a mi madre, sentía que necesitaba a alguien diciéndome que todo iba a estar bien, alguien que calmara a mi asustado Omega, que lo mantenga quieto y no siendo el causante de que mi corazón estuviera a poco de salirse de mi pecho.

Al final, llamé a Dami y solté un gemido de alivio cuando me contestó. Le conté todo, completamente todo y más de una vez la oí sisear enojada y triste, sin embargo, ella tampoco podía hacer nada por ayudarme.

—Hongjoong... No lo sé—. Dijo, después de un largo silencio. —Si él lo ha consultado, quizás-

—¡Dami!— Reclamé, deteniendo sus suaves palabras. Ella intentaba que del modo que fuera, su confirmación no me enloqueciera. —¡Estamos hablando de San! Jongsuk... Él, el nunca iba a ser un buen padre para San, eso si es que me dejaba tenerlo siquiera.

—Lo sé, Hongjoong, tú y yo sabemos eso—. Continuó. —Pero la justicia no ¿Entiendes? Él es un Alfa, quieres o no, sigue siendo tu Alfa y es el padre de San, porque lo es... Tiene su sangre. Jongsuk puede explicar que le escondiste la existencia de su hijo y te tomarán por un Omega con algún desorden mental. Además ¡Huiste!— Me reclamó. Iba a contestar, cuando siguió. —¡Claro que debías huir! ¡Pero eso el jodido mundo no lo entiende!

—Dami—. La detuve. Sentí como mi vista se humedecía de nuevo. Ella tenía razón, incluso Jongsuk tenía razón. —No-No pueden quitármelo—. Dije, sin darme cuenta de que ya estaba sollozando de nuevo, encogiéndome en el rincón del sofá, con el celular en la mano. —No pueden... Es mío. Sannie es mío.

Ella me escuchó llorar en silencio, de vez en cuando, oía sus lejanos arrullos que servían a través de una línea telefónica y sin embargo, tan triste como sonase, era lo único que tenía en ese momento. No Seonghwa, no orgullo, no valor, nada... Solo el lamento de mi hermana mayor y el temor de perderlo único que evitaba que me suicidara.

—Hongjoong, hermano—. Dijo, después de un largo tiempo en el que no dejé de llorar en ningún momento. —¿Y si vas a buscar al padre de Seonghwa? Me dijiste que era un gran tipo, si Seonghwa y Mingi no contestan, quizás el pueda ayudar ¿No? Tiene influencias.

—Él es un Omega, Dami—. Suspiré, sorbiendo por la nariz, pasando mi antebrazo por mis ojos, tratando de detener las lágrimas que parecían no tener fin. Sentía el mal sabor de boca al expresarme de esa manera, más con mi mentalidad de que Omegas y Alfas somos iguales, sin embargo, así como iban las cosas, me di cuenta que el mundo no estaba listo para ese cambio, y que los Omegas tampoco. —Y la madre de Seonghwa, debe estar feliz de que él y yo no podamos comunicarnos, no le permitirá hacer nada.

𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 | 𝑆𝑒𝑜𝑛𝑔𝑗𝑜𝑜𝑛𝑔 (Adɑptɑción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora