—Y esa es la historia.
Era un tranquilo viernes por la noche. Aproveché apenas terminó mi celo para trabajar las horas necesarias y evitarme sermones o regaños, por ello no estuve al pendiente de San como me habría gustado, pero por suerte terminé de acomodar mi vida esa misma mañana y me encargué de mi hijo, dándole el día libre a Natasha.
Ya en la noche llegó Dami y entre tantas preguntas indiscretas y acusadoras, termine contándole absolutamente todo, desde esa primer noche en la exposición y cómo lo conocí, hasta lo último que pasó. Ella, como siempre, solo escuchó mientras San terminaba de guardar sus juguetes para irse a acostar.
—Wow—. Dijo al fin, acomodándose mejor en el sofá que quedaba justo en frente del mío. —¿Y cómo estás... Con él? ¿Lo has llamado?
—No—. Evité su mirada cuando noté su celo fruncido. —No sé qué decirle si lo llamo ¡No sé ni siquiera para qué quiere que lo llamé, Dami.
—Hey, ya. Hong, tranquilo—. Ella me mostró una sonrisa un poco más relajada y comprensiva. —Lo siento, me sentí en una telenovela por un instante, olvide que la vida es más difícil y sin libretos, no quiero que te rompas la cabeza pensando, ya te veo lo suficientemente cansado ¿estás durmiendo bien?
—Tampoco—. Suspiré. —He tenido que ponerme al día en el trabajo, también quería pasar todo el día con San hoy así que desperté temprano, mañana después de la visita de mamá estaré tranquilo.
—Eso espero, Hongjoong, no te veo bien. Estás más pálido de lo normal y tienes ojeras ¿dónde quedó mi hermanito con piel de trasero de bebé?
—Tonta—. Reí, recordando muy bien que ella siempre me molestaba por mi suave piel, y mi madre la adoraba, decir que era un Omega muy, muy bonito. Claro, eso antes del nacimiento de San, o de que se enterara de que estaba esperando un bebé. —Tengo miedo de que esté enojado porque no lo he llamado hasta ahora.
—Pero si sigues sin llamarle, se enojará más, lo sabes.
—Solo no quiero escuchar algo que sé que dolerá. Ya sabes, como el dicho, no busques respuestas si no podrás soportarlas, o algo así.
—¿Y si está preocupado por ti?
—Llamaría.
—Pero te dijo que quiere que tú lo llames primero.
—Ya sé, Dami ¿de qué lado estás?
—Lo siento, lo siento—. Ella bufó, dejando caer todo su peso en el respaldar del mueble. —Es muy raro para ti todo esto ¿verdad? No planeo criticar tus acciones o las suyas, pero definitivamente tu vida ha dado un buen giró desde que lo conociste.
—Sí, es verdad—. Agradecía que Dami no me atacara por básicamente haber aceptado darle mi cuerpo a Seonghwa para complacernos mutuamente, ya por mi cuenta me estaba castigando mentalmente por ello. —A San le agrada.
—Eso me dijiste, quien lo diría—. Ella se acomodó de nuevo al borde del mueble, volteando hacia donde se encontraba mi pequeño. —Hey, Sanie ¿vienes un momento, por favor?
—¡Síp!
San, tan rápido como oyó a mi hermana, se levantó y corrió con toda la velocidad que sus piernitas se lo permitían. Se lanzó hacia mi, sabiendo que lo sostendría y lo sentaría sobre mis muslos, tal y como hice. Dami entonces me miró y negó con la cabeza en un gesto de resignación, probablemente ante el modo como mi hijo y yo estábamos conectados, o más seguramente por cuan engreído lo tenía.
—Sanie ¿conoces a Seonghwa?
—¡Síp!— San estiró sus manitos y sonrió. —Deonghwa.
—¿Es bueno Seonghwa, bebé? ¿Quieres que esté cerca de papá?— No me molestó las directas preguntas hacia San, si no supiera que mi hijo era muy inteligente y pudiera responderlas, no habría dejado que Dami hablé con él en primer lugar.
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𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 | 𝑆𝑒𝑜𝑛𝑔𝑗𝑜𝑜𝑛𝑔 (Adɑptɑción)
Fiksi Penggemar𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 | 𝐶𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑡𝑎 𝑑𝑒𝑓𝑖𝑛𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝑂𝑚𝑒𝑔𝑎 𝑖𝑚𝑝𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑡𝑜, 𝑝𝑖𝑒𝑟𝑑𝑒𝑠 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑝𝑒𝑛𝑠𝑎𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑝𝑜𝑠𝑖𝑡𝑖𝑣𝑜 𝑑𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢́𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟...