tamagochi 「seungsung」 ✓

A

—Te lo dije— fue lo primero que dijo Jisung cuando les entregaron calificaciones. Seungmin, como siempre, obtuvo la nota más alta, pero el otro no se quedaba atrás, obteniendo la tercera mejor.

—Sí, sí. Eres un puto genio, ya entendí— agitó Seungmin una mano para restarle importancia a sus palabras—. ¿Quieres ir por un helado? Hay un 2x1 en McFlurries hoy.

—No creo poder hoy, Seungmo— rascó Jisung su cabeza en un gesto apenado—. Bang Chan hyung quiere verme.

—¿Chan hyung? ¿El del club de Radio y Producción Audiovisual?— ácidos celos quemaron sus venas, aunque su tono de voz se mantuvo tan tranquilo como siempre—. ¿Y eso? Creí que no te interesaba unirte a ningún club.

—A-Ah, no es por eso. Me va a ayudar con un proyecto personal.

—¿Proyecto? No recuerdo que me hayas contado de algo así— y eso era quedarse corto. Jisung podía ser extremadamente tímido y callado con desconocidos, pero con Seungmin hablaba hasta por los codos. No eran pocas las veces en que le llamaba en plena madrugada para contarle de algún dato curioso que había encontrado, un nuevo anime o alguna duda existencial que lo asaltaba a las tres de la mañana.

—No lo hice— el tono de Jisung era extraño, y Seungmin no supo cómo sentirse ante ello—, es personal.

—Oh, está bien...

—Bueno, tengo que irme— con una palmada, Jisung empezó a alejarse. Sin embargo, apenas dio unos pasos retrocedió, sacando algo de su bolsillo y tendiéndoselo a Seungmin—. ¡Cierto! Ten, cuidalo por mí hoy, ¿sí?

—¿Tengo cara de saber cuidar esto?

—Sé que serás capaz de pensar en algo Seungminnie— una media sonrisa adornó sus labios antes de, ahora sí, perderse entre el gentío de alumnos que se dirigían a sus clubes o salían del recinto.

Los ojos de Seungmin bajaron al tamagochi que posaba inerte en su palma abierta, dejando que un bufido escapara de su boca a la par que con cuidado lo guardaba en el bolsillo de su pantalón.

Y esa noche, mientras Seungmin terminaba de repasar los temas vistos en Lingüística, el manual más reciente sobre el cuidado de un tamagochi descansaba en su mesita de noche, páginas resaltadas con notas adhesivas.

Y si Seungmin se desveló leyendo sobre cada cuanto tiempo había que alimentar al animalito ese, bueno, nadie nunca se enteraría.