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—¡SEUNGMINNIEEEEE!— aquella voz que tan bien conocía resonó con fuerza a unos metros de él, haciendo a Seungmin levantar la mirada de su celular, dispuesto a devolver el saludo. Sin embargo, las palabras se le atascaron en la garganta al ver al contrario, coloreando de rojo sus pómulos.

Al estar tan cerca del verano las temperaturas habían subido exponencialmente, tanto, que incluso dentro de una plaza climatizada las ondas de calor se filtraban en cada ventana, puerta o resquicio que diera al exterior. Por ello, no era raro ver a más y más personas vestidas con atuendos propios a la estación, las gafas de sol y el protector siempre a la mano.

Eso explicaba perfectamente la ropa de su mejor amigo— unos shorts de mezclilla de tiro alto que acentuaban su pequeña cintura, vans blancas y un crop top amarillo con el estampado de una planta que Seungmin no reconoció— pero eso no detuvo a su corazón de hacer una voltereta a la par que una estampida de animales hacía estragos en su estómago. Seungmin tragó con fuerza y rezó a cualquier ser que lo escuchase que le diese fuerzas para no mirar de más las bronceadas y suaves piernas ajenas.

—¡... Seungmin! ¡Tierra llamando a Seungmin!— una mano frente a su rostro lo sacó de sus pensamientos, notando a Jisung enfrente suya con una expresión de confusión ante el silencio de su amigo. Tan cerca como estaban, Seungmin podía oler el jabón de miel que Jisung usaba, así como el detergente de ropa de su casa; pero había algo más, una esencia que Seungmin solo pudo describir como Han Jisung, a secas.

—Lo siento, me quedé pensando— se disculpó sinceramente, no encontrando ninguna excusa para explicar su comportamiento—. ¿Qué decías?

En respuesta, Jisung rodó los ojos—. Decía que si quieres ir primero a los batidos o a la tienda de música.

—Como quieras— se encogió de hombros, dándose el gusto de picar los botones de su dramático acompañante—. Lo que más te acomode.

—¡Yah! No te hagas el difícil Seungminnie— Jisung infló las mejillas a modo de puchero, y le tomó toda su fuerza de voluntad al más alto para no tomar el rostro de su mejor amigo y aplastarlas. Su diferencia de estaturas, aunque no era mucha, sólo hacía ver al mayor mucho más adorable.

Dios, en serio me encantas.

—Está bien, está bien. Los batidos pueden esperar— pronunció con una mueca de fingido hastío, riendo cuando el castaño, claramente fastidiado por su actitud, terminó por darle un codazo en las costillas.

—Ugh, te detesto— sin esperar respuesta Jisung empezó a caminar hasta la tienda de música, totalmente ajeno a como la mirada de su mejor amigo se perdía a ratos en su delgada cintura y estilizadas piernas.

tamagochi 「seungsung」 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora