Capitulo 10

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A veces me acuerdo de ti, aunque no estés enfrente de mi, siempre estás en mi mente y de eso siempre estoy conciente. Estás conmigo en cualquier lugar o momento.
Sigo recordando tus abrazos, aunque tú estés lejos de mis manos, tu aroma sigue presente aquí en la cancha, solo esperando a que abras esa puerta y digas "Estoy devuelta". Espero, no, te seguiré esperando, hasta que abras tus alas una vez más y vueles alto para alcanzar tus sueños que quedaron inconclusos por mucho tiempo.

Ya nada me es suficiente, no importa lo que haga, siempre será inútil, para mí y para todos, no soy lo suficientemente bueno para ellos, solo estorbo en la cancha, todo mi esfuerzo está siendo en vano, ¿Por qué nunca lo noté?, ¿Acaso ellos no lo ven?, ¿No ven la inutilidad que llegó a ser?, ¿Por qué no me han corrido?, ¿Por qué siguen sonriendo cuando estoy aquí?, ¿Acaso es por lastima?, ¿Les doy lastima?, ¿Doy tanta lastima al punto de que se sienten mal por echarme?, ¿Seré de utilidad alguna vez?, ¿Que puedo hacer?, ¿Me voy?, ¿Los dejo?, ¿Será que si me quieren en su equipo?, No, no es así, nunca me han querido, solo es la lastima que me tienen, si, debe ser eso, yo, yo debería, yo debería irme?.....

—¿¡HINATA!?
Gritó Kageyama tratando de que Hinata vuelva en sí.
Mientras que un gemido de dolor salió de Hinata haciendo que todos los que se encontraban en ese lugar se alertaran. Hinata al ser sacado del lugar en dónde sus pensamientos lo inundaban, comienza a hiperventilar y sudar frío mientras que solo puede ver los ojos de preocupación de Kageyama.

—Hey....¡¡HEY!! ¡HINATA QUE SUCEDE!
Dice Kageyama sacudiendolo tratando que regrese.

Los ojos de Hinata estaban muy abiertos pero a la vez perdidos, solo lágrimas que sabían cuál era el camino al suelo salían de sus ojos, el sudor recorría su rostro y manos que apretaban cada vez más su propia ropa hasta llegar a la piel, su respiración agitada, su corazón casi en su garganta, a pesar que sus ojos volteaban a ver a todas partes, el no miraba nada.

¿Que?, ¿Que pasa?, ¿Que este lugar tan obscuro?, ¿Que hago aquí?, ¿Kageyama?, ¡Kageyama ayúdame!, Sácame de aquí, Tengo miedo, ¿Siento mi corazón detenerse?, ¿Estoy muriendo?, No......, Es...., ¿Es otro ataque?, No... OTRA VEZ NO, ¿Por qué a mí?......

Hinata enterraba sus uñas en su piel, sacándose sangre a sí mismo, todos comenzaban a ver la sangre gotear desde los muslos de Hinata y no pudieron evitar no acercarse y hacer que se detuviera.

—¡¡¡Hinata, deja de hacer eso, te lastimas!!!
—¿¡HINATA!?
—¡¡HINATA, NO HAGAS ESO!!
—¡¡¡HINATA, DETENTE POR FAVOR!!!
—¡OYE!
—¡Hinata...!
Gritaban y gritaban todos a la vez.

—¡¡¡CÁLLENSE!!!
Gritó Kageyama, haciendo que todos callarán.

—Hinata, Hinata aquí estoy, por favor escúchame, no le hagas caso a tus pensamientos, por favor reacciona, no me iré de tu lado, lo juro.
Decía Kageyama tratando de tranquilizar a Hinata con sus palabras, posando sus manos frías en las mejillas del pelinaranja, mientras que con las yemas de sus pulgares limpiaba las lágrimas de Hinata con tal delicadeza para lograr tranquilizarlo.

—¿Hinata?..
Dice Kageyama al ver que Hinata logra estabilizarse de poco a poco, comenzando con dejar de encajarse sus propias uñas en la piel.

Hinata al levantar la cabeza lo único que logra ver son los ojos de preocupación de Kageyama que se encuentran al borde de las lágrimas, "¿Cómo logra contenerlas?" Se pregunta Hinata "Ojalá pudiese hacer eso".

—Lo siento..
Dice Hinata con las únicas palabras que logro formar en ese momento, pero al decir aquellas palabras no puedo ignorar el sentir de los brazos de Kageyama envolviendolo por completo en un fuerte abrazo que desearía que durará años, mientras que Hinata rompe en llanto por sentir el calor y apoyo de una persona, y gracias a lo que sea, está persona es Kageyama.

Kageyama lo sostenía, era su soporte de día a día, era el único que preguntaba cómo se sentía, y era el único que sabía que lo escucharía, Hinata se aferraba a Kageyama como si fuera la última pared del mundo, pero vivía con el miedo constante de que esa pared, se cayera.

—¿Puedo llevarlo a casa?
Pregunta Kageyama dirigiéndose a su capitán.

—Por favor, y vayan con cuidado.
Contestó al instante, no le interesaba si se iban temprano o no, o si tenían un partido en unos pocos días, el solo quería la salud para sus dos cuervitos.

A los minutos, Hinata y Kageyama ya se estaban llendo en silencio, mientras los demás solo observaban aún con la duda en la cabeza.

Kageyama toma la bicicleta de Shoyō y se sube, para el pedalear, a pesar de que Hinata no quería que lo hiciera sabía que darle pelea sería aún más inútil, así que solo cedió y se subió en la parte de atrás, y simplemente en un silencio absoluto, comenzaron a andar.

Se que no me quedaré aquí más tiempo, mi mente se canso y mi cuerpo se rindió, dormir se ha vuelto difícil y despertar siempre es triste, las horas siempre pasan, pero siempre son en vano, ya nada me es placentero, ni siquiera el único sueño que tenía en la vida ya no me llena de recuerdos felices al pensar en el, la vida se vuelve más complicada con el paso de las mañanas, y yo sé que no me quedaré aquí más tiempo.

—Llegamos.
Dice Kageyama al parar el paso de la bicicleta.

Él se queda ahí al lado de ésta, mientras que Hinata se baja de ella, camina unos cuantos pasos para así quedar enfrente de aquella casa, aquella casa que no quería volver a ver nunca más.

—Esta ya no es mi casa.
Dice Hinata, mientras no para de observar su antiguo hogar.

—¿Qué?
Contesta Kageyama confundido.
—Me mudé.
—¿A dónde?
—Con mi tía.

Kageyama aún confundido ve atraves de la ventana de la sala, y logra ver la silueta de una mujer que se encontraba acompañada de un hombre, Kageyama solo baja un poco la mirada y vuelve a subir en aquella bicicleta.

—Muéstrame el camino.

Un recuerdo de ti   [KageHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora