Día 3

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PELÍCULAS

—¡Hice palomitas! —oí canturrear a mi novia mientras dejaba mi chaqueta en el perchero junto a la puerta y colgaba mi bolso. Había ido a una plaza para despejar mi mente y había terminado con trece hojas llenas de bocetos de la causa de mi infelicidad.

La culpa me consumía, y el sentimiento aumento cuando vi como Amelie había decorado la sala de su departamento.

Había corrido los muebles para hacer espacio frente al televisor, en las cortinas había colgado las luces navideñas y- ¿Eso era el colchón de su cama?

Al parecer mi novia se tomaba muy en serio las noches de películas y había hecho todo eso para nosotros, el lugar se veía acogedor y yo era un imbécil que pensaba en alguien más.

Ni hablar de lo que hago solo por las noches.

Caminé hasta la cocina, en donde la encontré usando una de mis muchas camisas que ya hacía llamar suyas, tenía una coleta mal hecha y estaba descalza.

Movía sus caderas la ritmo de la música mientras servía dos vasos con refresco de cola. Sonreí inconscientemente y, para cuando me di cuenta, ya estaba abrazándola por la cintura y besando su mejilla.

Esos detalles inconscientes me aliviaban, ellos me hacían saber que no todo era tan malo, podía olvidarme de Marinette y centrarme únicamente en ella, podía hacerlo.

Miré los cuencos en donde estaban las palomitas y solté una pequeña risa.

Estaban quemadas.

—No te rías, es la primera vez que las hago yo —me miró con ese puchero que me encantaba de ella.

Me atreví a besar sus labios de manera corta y dedicarle una sonrisa burlona.

—Mis favoritas —extendí mi mano y tomé una que, en vez de tener su típico color blanco o dorado del tostado, estaba negra. La lleve a mi boca y la saboree.

Sus ojos marrones me miraban con preocupación.

—Ya, no te comas eso, las haré de nuevo —dijo mientras intentaba tomar el cuenco para, supongo yo, tirar su contenido a la basura.

La sujete por la muñeca y, aún sonriendo, con mi otra mano tomé un puñado de esas cosas quemadas y las metí todas en mi boca.

Nunca creí que haría algo tan infantil como aquello, pero con ella me salía natural.

Las mastiqué ruidosamente mientras hacía el típico sonido de cuando disfrutas una comida.

—Están deliciosas —le dije luego de tragar.

Sus mejillas estaban sonrojadas y, por primera vez luego de tres años de relación, quise retratarla.

—¿Actriz? —pregunté mientras acariciaba el cabello de Amelie, quien estaba recostada en mi pecho trazando figuras con su dedo.

Sonreí al sentir como comenzaba a escribir letras aleato-.

No eran aleatorias.

Corazón de Limón [Abril Felinette 2022]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora