El trato esta hecho

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Yelena abrió los ojos. Le gusto sentir el cuerpo de Kate frente al suyo, envolviendo a la joven arquera en un cálido abrazo.

Pensó en despertarla, pero no sabía cómo. Recordando los momentos de la noche anterior el cuerpo se le puso chinito. Para nada se arrepentía de ellos, pero simplemente se ponía nerviosa al recordar lo suave de sus labios, el calor que desprendía su cuerpo y la enorme sonrisa que no se le quito del rostro a Kate en toda la noche. Sin dejar atrás su cautivadora risa burlona por aquella lección de baile que prometió mejorar.

Suspiro. Se quedó un momento sin saber qué hacer, recordó una tienda rápida que pasaron no muy lejos del internado. ¿Qué mejor que despertar a la persona que quieres con un café y algo de comida?

Detenidamente rescato su brazo del agarre de Kate. Lentamente se fue arrastrando al filo de la cama, evitando despertarla. Ni en sus mejores días de viuda negra utilizo tanta cautela.

Tomo algo de dinero, abrió y volvió a cerrar lentamente la puerta, se cuidó del guardia de seguridad del edificio, no quería que nada le arruinara la sorpresa. Puso dirección hacia la dichosa tienda.

--Buenos días—Saludo al señor de detrás del mostrador. Este la miro con algo de recelo.

Normalmente Yelena no saludaba a cualquier persona, pero este día no se sentía como cualquier otro día, sentía que ese día en especial estaba lleno de color y sabor. Simplemente se sentía completa y llena de alegría.

Primero se dirigió a la comida, pensó en llevar chucherías, pero se vería muy básica. Los sándwiches no parecían muy mala opción, era algo bien para un desayuno. Cuando decidía que llevar, una gran variedad de pizzas frías se cruzó en el camino. Tal vez no era el mejor desayuno, o tan siquiera no el más saludable, pero era evidente a Kate le encantaban, hasta tenía un perro come pizzas. Tomo unas cuantas y se dirigió a servir los cafés. Dejo las pizzas a un lado y entre estirón y jalón con la máquina de cafés, logro servir dos.

--Seria todo—Dejo las cosas en el mostrador. Aun la sonrisa estaba dibujada en su rostro.

--¿Trae bolsa de tela? —La miro sin expresión el hombre

--¿Bolsa? —Pregunto confundida

--Ya no vendemos productos en bolsas de plástico, o traen su bolsa de tela o se llevan las cosas cargando en las manos, tenemos que cuidar el medio ambiente—El hombre parecía zombi

--No—Yelena intento no quitar la sonrisa ante las expresiones del vendedor—Pero vengo en mi auto, así que solo las subiré—

--De acuerdo—El hombre empezó a cobrar

Yelena le hizo gestos de desentendimiento, el tipo era algo raro, pero trato de restarle importancia, no iba a dejar que nada le arruinara el día. Ansiaba llegar con Kate, con esperanza de que aún no despertara y pensara que la había abandonado. Quería darle una sorpresa, una linda sorpresa de aquellas de las que nunca había obsequiado. Tal vez porque nunca había sentido la necesidad de hacerlo, pero estaba vez era diferente, esta vez quería hacer eso y mucho más, esta vez estaba enamorada.

--Pensaba en cargar gasolina, pero creo que ya llegué a mi objetivo—Una voz femenina se escuchó de tras de Yelena. Una voz que le quito el color y el olor al día. Una voz que le logro quitar la sonrisa a la cara de Yelena. La rubia volteo lentamente para encontrarse con Vanessa—Aun sé cómo encontrarte, ¿Cuándo vas a entender que nuca vas a poder escapar de mí? Digo, al menos que yo quiera dejarte—Soltó con una sonrisa sarcástica. Las dos se quedaron viendo fijamente. Una tención mortífera se sentía en el aire.

--¿Trae cambio? — Hablo el hombre, justo con el mismo tono de voz aburrido y la cara de zombi

--¿Qué? —Vanessa gesticulo aborrecida

Me enamore de una asesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora