Capítulo 4. La Verdad

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¡Cédric! –gritó Zoé al mismo tiempo que brincaba de su silla para abrazar al aludido–. ¡Yo sabía que no fue un sueño, sabía que ibas a venir! –pero no importaba qué tantos gritos diera la muchacha en su sensible oreja, él parecía concentrado en alguien más, en Tessa.

Cédric miraba con intensidad a Tessa, como si no hubiera nadie más que ella en el mundo. Poco le tomó a Zoé darse cuenta de que él no la estaba tomando en cuenta. La chica lentamente empezó a soltar el agarre que tenía sobre el cuello del vampiro.

—Suéltame, por favor. –suplicó ella con una voz que esperaba no se escuchara débil, ni dolida.

Cédric no respondió, pero aflojó el agarre, ésa fue toda la respuesta que Zoé, en realidad, no necesitaba. Él parecía seguir mirando a su hermana. Sólo tenía ojos para Tessa, siempre los había tenido. Toda la sucesión de palabras que conformaban esos enunciados, fueron como agujas en su corazón. Lentamente la chica se alejó del agarre del vampiro.

Cuando Arlo y Jude se movieron incómodos al ver que alguien aparecía ante su novia y amiga, respectivamente; sin embargo, cuando iban a salir, Nicole los detuvo, sorprendida de ver la aparición que estaba delante de sus hijas.

—Pero... –se quejó Arlo, con el ceño fruncido.

De repente, se había parecido un tipo en el patio de la casa y Nicole parecía estar tan tranquila.

—¿Quién es ése? –preguntó con extrañeza el muchacho.

—Ése es Cédric. –respondió la mujer.

Nicole ya no dijo más, se fijó en el patio donde estaban sus hijas con Cédric; como observadora externa, se dio cuenta de que su hija menor trató de alejarse del vampiro, quien podía estar mirando a Tessa, pero su lenguaje corporal indicaba otra cosa porque por más que luchaba Zoé por alejarse, él no la terminaba de soltar.

Sabía que Zoé tenía un enamoramiento por el vampiro, lo había notado poco antes de que él muriera, porque sus ojos tenían ese brillo inconfundible manchado con tristeza cuando él falleció. Luego se fijó en Tessa, cuya mirada parecía enigmática, pero concentrada en Cédric y Zoé unidos, pero poco atenta a las reacciones de su propia hermana.

Zoé en su propio interior sentía que, a pesar de la cercanía física, existía un abismo de distancia, mientras que con Tessa había un puente tendido, aunque invisible.

—Zoé, tenías razón. –reconoció Tessa, con rotunda sinceridad, sin quitarle el ojo de encima a Cédric

—Te dije que estaba vivo. –reiteró Zoé con una voz llena de orgullo, y sacándole la lengua a su hermana.

Nadie decía nada. Tanto Arlo como Jude estaban de mal humor, mirando a Cédric como si con eso pudieran clavarle un cuchillo en medio del pecho. Robyn y Paloma parecían encantadas con su presencia, era cortés, agradable y guapo.

Mamá y Tessa estaban realmente sorprendidas. No exigí disculpas, después de todo, la evidencia me dio toda la razón: Cédric llegó. Zoé levantó la mirada de su diario y luego, mirando hacia el techo sonrió. Pero Tessa sí se disculpó. No tenía por qué, no era necesario. Zoé suspiró como si no se decidiera a escribir lo que estaba pensando. Cédric sólo tiene ojos para mi hermana. Ésa es la verdad, por mucho que me duela tengo que aceptarla. No importa si ella está con Arlo, el Flechazo que tuvo por Cédric en el pasado habrá resurgido cuando el revivió. El llanto que ardía en sus ojos, le impidió seguir escribiendo, las pocas lágrimas que se le habían escapado hacían que la tinta manchara la hoja. A veces, desearía ser Tessa, sólo a veces, nada más para que Cédric me mirara como la mira a ella... pero luego me doy cuenta de que, si así fueran las cosas, de todos modos, no sería a mí a quien viera. Se rio ante lo último, estar enamorada de él no la excluía de darse cuenta de cómo era. Había tachado todo.

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