C01. 01 abril - Freaky Friday

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Viktor se remueve inquieto en su asiento, desde que despertó en el cuerpo de H se percibe con demasiada energía, ansioso, cada vez que se queda quieto por un par de segundos se siente casi vibrante, si eso tiene algún sentido. No solo es su cuerpo el que necesita movimiento, su cerebro está en todas partes, le cuesta concentrarse en algo, si alguien habla demasiado rato, se aburre o pierde la atención, se le escapan detalles que no lo harían normalmente en una conversación.

En un momento se estaba preparando un café y al siguiente estaba organizando los sobres de azúcar, café y canela del mostrador.

Le duelen las rodillas y está seguro que ha escuchado la derecha crujir cuando subía la escalera; también ha sentido su cara, cuello, brazo derecho y torso, tirantes por donde se extienden las cicatrices de H, ni hablar de lo rígido que se siente su hombro derecho.

Y la picazón.

Dios, la picazón lo está matando.

— Hache —llama la atención al de cresta.

— ¿Dime? —responde, de manera distraída, absorto en un programa de televisión.

Ambos se encuentran tomando un pequeño descanso en la cafetería de la sede mientras esperan a Blake y Alanna.

— Siempre... sientes —carraspea, irritado por tener que hacer preguntas tan personales— ¿Siempre sientes tanta comezón en ciertas zonas de tu cuerpo? —pregunta incómodo.

— ¿Cómo? —Horacio voltea a mirarlo y pasa a llevar un vaso con la mano, no acostumbrado a los miembros largos de V — Ugh, perdón —intenta levantar el vaso, pero termina tirando un salero, por lo que se rinde y deja las cosas así— ¿Dónde te pica?

— Bueno... desde hace un buen rato he... comenzado a presentar una comezón incesante en ciertas áreas de mi cuerpo, más específicamente en los lugares donde... —duda, pues sabe que lo que dirá hará que H se sienta consciente de sí, pero continua— Donde tienes... en tu lado izquierdo.

Su voz se apaga con cada palabra, sabe que aunque Horacio se muestre como que no importan, sus cicatrices son un tema delicado.

— ¡Ah! —exclama, de manera suave, Horacio, una sonrisa avergonzada se forma en sus labios, lleva una mano a su nuca y se masajea el cuello con un suspiro— Vale, ya entiendo —desvía su mirada por unos segundos— Lo siento, olvide decírtelo con la locura que ha sido el día hasta ahora.

— Bueno, es normal, ninguno de los dos esperaba despertar en el cuerpo del otro. —comenta

— Uff... ni lo digas —se levanta de la mesa en la que están sentados—. Vamos, sígueme —y le hace una señal con la mano.

Ve a Horacio pasar a llevar la silla en la que estaba sentado y con un gruñido patearla lejos, por lo que suelta una risilla, divertido. Se levanta de la mesa, su costado tirando de manera incómoda y sigue a H, este lo lleva hasta los vestidores al final del pasillo.

El francés se agacha justo antes de chocar con el marco de la puerta y entra al vestidor, quejándose en voz baja sobre gigantes rusos; se acerca al locker de V, saca su bolso y comienza a rebuscar en este.

— ¡Ajá! —celebra, con un frasco en la mano— Bien, quítate la ropa. —ordena.

— ¡¿Cómo?!

— Que te quites la camiseta, coño... que no te voy a hacer nada, anda —dice con voz monótona, moviendo su mano para quitarle importancia.

— ¿Pe-Pero como que me quite la camiseta? ¿Qué quieres hacer? —responde el ruso, cruzando los brazos frente a su pecho, para "protegerse".

Volkacio: stream collectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora