C02. 20 Abril - Tortitas

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Volkov está cortando una de las tortitas con el ceño fruncido cuando alguien toca a la puerta, se levanta con un suspiro escuchando su espalda crujir, siente su hombro tirar de manera dolorosa ante el movimiento y se queda quieto por un momento, respirando para pasar el palpitante dolor.

El golpeteo de la puerta le hace recordar para qué se levantó en primer lugar, camina lentamente hacia la puerta, al abrirla encuentra a Horacio con la mano extendida probablemente para volver a tocar.

— De verdad no había visto las tortitas —Horacio habla de manera rápida.

— Lamento no haberte despertado y asegurado que supieras donde estaba, debí dejarte una nota para informarte —responde, aun sosteniendo la puerta.

— ¿Estamos bien? —pregunta, su mano aun en el aire se mueve intentando alcanzar al brazo de Viktor, pero duda antes de tocar y la baja hasta quedar laxa junto a su cadera.

Volkov sigue el movimiento con sus ojos y en un momento de valentía extiende su mano para tomar la de Horacio, este lo mira con sorpresa, largas pestañas enmarcando sus ojos abiertos.

— Claro que estamos bien, es una tontería —dice, su voz suave, no queriendo romper el momento que se ha formado entre ambos.

Aun con las manos tomadas guía a Horacio al interior de su habitación y cierra la puerta tras él, lo lleva hasta el living donde lo invita a sentar en el sofá.

— Vamos, toma asiento, ambos tuvimos un día agotador —comenta, empujando de manera delicada Horacio.

— Esa es una forma de decirlo —se burla H, mira en la pequeña mesa de centro y ve sobre esta las tortitas y una taza de café— ¿Te estás comiendo mis tortitas?

— ¿Cómo que tus tortitas? —pregunta— Si tú dijiste que no te las comerías.

— Pero son mías, no te las puedes comer —se queja con un puchero— ¿Puedo?

— Ya están frías y rancias, Hache, no tienes por qué —refuta, con una pequeña sonrisa en sus labios— Ya sé que fue un malentendido.

— Pero me las quiero comer, son mías, las hiciste especialmente para mí —continúa de manera terca, toma el plato y los cubiertos y lo deja frente a él.

— Al menos déjame calentarlas —sugiere Volkov.

— No, no, me las comeré así mismo —niega con la cabeza y comienza a cortar una tortita.

— Está bien —suspira— Déjame hacerte un café, al menos, para que no te atores.

— Okay —responde, de manera casi inentendible, debido a que tiene la boca llena de tortitas.

Viktor camina a la cocina y prende la cafetera viendo desde su posición como Horacio se come el desayuno con ganas, mientras tararea. Siente su pecho llenarse con una calidez que ha aprendido a reconocer como su cariño por el otro hombre.

Una vez que Horacio termina de comer y se toma el café, ambos se quedan sentados uno junto al otro en un silencio cómodo, disfrutando de la compañía.

— ¿Te vas a quedar? —pregunta el ruso.

— C-Claro, si no te molesto —responde de inmediato, Horacio.

— Obvio que no Hache, tú nunca me molestas —le dice, mientras se levanta del sofá y le extiende una mano— Vamos, creo que ya debemos descansar.

— Si... suena como una buena idea —asiente con la cabeza, toma la mano de Viktor y deja la tasa sobre la mesa de centro.

En la habitación ambos comienzan a quitarse la ropa, Volkov se acerca a su armario y saca unos pantalones de pijama que le extiende a Horacio y unos para él. Horacio los toma en silencio y se los pone, le quedan ligeramente ajustados de la cadera y muslos, sin embargo, le quedan muy largos.

Con gracia mira hacia abajo para ver el largo sobrante arrugado alrededor de sus pies, vuelve su mirada a Volkov para encontrarse con la de este en el camino.

— Luego dices que eres más alto que yo —se burla.

— Soy más alto que tú, lo que ocurre es que tienes las piernas más largas —rebate de manera testaruda.

— Claro, si eso te deja dormir por la noche —le responde con sarcasmo el ruso, levantando las sábanas y metiéndose en la cama— ¿Vienes? —pregunta, alzando una ceja en dirección a Horacio.

— Ujmm —tararea, tragando saliva, siente calor en sus mejillas— ¿Estás seguro de que no te molesta? No quiero hacerte sentir incómodo —pregunta con duda una vez que está junto a la orilla de la cama.

— Hache, ya te dije que no tengo problemas y ya estás en pijama —regaña cariñosamente.

— Okay, okay —contesta con una risita mientras se mete entre las sábanas.

Ambos se quedan en su lado de la cama, tensos, el día anterior Viktor aún estaba atontado por las drogas como para sentir cualquier tipo de nerviosismo y cuando Horacio se acostó junto a él ya estaba dormido, mientras que ahora ambos están completamente despiertos y conscientes del otro.

Volkov suelta un pequeño bufido y empieza a reír sobresaltando a Horacio por un segundo antes de comenzar a reír con él, entre risas ambos logran relajarse y Horacio se gira sobre su costado para quedar mirando a Volkov.

— ¿Puedo abrazarte? Me da frío por las noches —pregunta, justificándose de inmediato.

Volkov lo mira con una pequeña sonrisa y estira su brazo por debajo de la almohada donde Horacio está apoyando su cabeza.

— Tendrás que abrazarme tú, no puedo dormir sobre mi costado con mi hombro herido —responde con voz de fingido sufrimiento.

Horacio no dice nada y se acerca rápidamente (pero de manera cuidadosa) al otro cuerpo, apoya su cabeza en su hombro y le pasa una mano sobre el pecho, abrazándolo.

Suelta un suspiro complacido frotando su cara contra el hombro de Volkov, quien dobla el brazo bajo su cabeza para rodear la espalda de Horacio y acercarlo más hacia sí mismo.

— Buenas noches, Horacio —desea, dejando un suave beso en su frente.

— Buenas noches, Viktor —corresponde, moviendo su mano hasta dejarla en el centro de su pecho, sobre su corazón.

Volkacio: stream collectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora