Capítulo 1. Atascada

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A veces pienso... ¿Alguien se puede acordar de qué es lo que desayunó el día que le cambió la vida? ¿De qué habló? ¿Qué le preocupaba? Yo lo he intentado recordar muchas veces, y de lo único que me acuerdo es que todas las mañanas intentaba trazar un plan de vida. Me sentaba delante del escritorio con mi libreta y varios bolis y me ponía a intentar marcar un plan para conseguir mis objetivos. Como los días pasaban y no veía ningún cambio, me volvía a sentar para replantearme qué estaba haciendo mal, qué tenía que cambiar. ¿Me estoy planteando mal este objetivo? ¿Este otro paso? Literalmente tenía todo por escrito. ¿Mi objetivo? Ser actriz.

Aquella mañana tenía otro casting más de tantos que llevaba. Me encontraba en una habitación muy fría, con las paredes blancas que parecían de hospital. Ojalá estuviese sola pero no, allí estábamos sentadas por lo menos veinte chicas blancas, con el pelo castaño y de estatura media alta. Veinte chicas calladas, unas mirando a otras, esperando en completo silencio. Menuda tortura. Por supuesto, todas eran más guapas que yo, más estilosas, más... más en fin.

- ¿Luna Castell? - dijo entrando a la sala un chico jovencito buscándome.

Sin decir nada más, entramos a una habitación, el chico se sentó en una mesa alargada junto con lo que entendí que era la directora de casting y sus asistentes. De pie enfrente de ellas, sin pensarlo dos veces, ya sabía cómo funcionaba esto, arranqué con mi presentación.

- Hola, soy Luna Castell y tengo veinticuatro años. He estudiado el Grado de Arte Dramático aquí en Barcelona y he hecho intensivos de Interpretación para Cine y Televisión. - empecé decidida, con tono firme. Pero conforme acabé la presentación, esperaba un hola, encantada, cuando tú quieras, ¿lo tuve? No.

 En pleno silencio, veía como la directora que estaba justo enfrente mía, con una melena recogida rubia, me miraba de arriba abajo y escribía notas en su libreta. ¿Qué leches escribiría si aún no había empezado? Me concentré, respiré hondo y empecé mi monólogo. 

- Recuerdo cuando tenía once años, fue un par de meses después de que diagnosticaran a mi padre y tuviésemos los resultados del pronóstico, y fue realmente bueno... - empecé.

- Pst, ¿te vas fuera? cógeme un café anda que me muero de sueño - le dijo la directora al asistente que sigilosamente se estaba escabullendo por la puerta.

- Recuerdo que aquella noche me acosté en la cama entre mis padres, y de repente no podía respirar...- seguía con el monólogo pretendiendo que nada estaba ocurriendo.

Vi por el rabillo del ojo que la directora estaba mirando el móvil mientras que su asistente no paraba de mirarme los zapatos. Cosa que hacía que pensara aun más en mis zapatos que en lo que estaba diciendo.

- Oh gracias cariño - dijo sorbiendo el café. - Oye ¿no me cogerás un sándwich?- añadió  ni siquiera intentando susurrar.

No sabía si parar el monólogo o no, ¿Qué leches estaba pasando? ¿había alguien en la sala escuchándome? Continué igualmente sin saber siquiera qué estaba diciendo cuando de repente la directora que estaba todo el tiempo con el móvil me interrumpió:

- Gracias guapa ya te llamaremos. - me lanzó una sonrisa forzada.

- Pero no he acabado - mi cara tuvo que ser un cuadro, solo recuerdo que tenía los ojos abiertos como platos y las manos rojas de tanto apretarlas.

- Ah ¿no? Bueno se me ha hecho larguísimo, cariño enséñale por donde salir. - le dijo a su asistente.

Esta chica también joven como el otro asistente, se levantó refunfuñando y se dirigió hasta la puerta donde la seguí. Iba andando unos pasos detrás de ella recorriendo el mismo pasillo que antes.

LOST IN PARIS | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora