Capítulo 8 . Desenredando

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Acababa de darme cuenta de que estos días no estaba escribiendo en mis libretas y me sentí muy rara. ¿Cómo que no he escrito nada? ¡Por eso no entiendo qué me pasa!- pensé. Cogí las libretas, me las llevé al salón, encendí la luz pues ya era de noche, me senté en el sofá y empecé a escribir.

Sentía que no me salía nada, lo volvía a intentar. ¿Pero por qué lo intentas? No has visto que cuando planificas te sale alguien y te lo cambia? No es verdad, puedo planificar las cosas, voy a centrarme en este trabajo de clase, hoy lo hago y lo mando ya, seguro que seré de las primeras, así me lo quito." Y así seguí y seguí hasta que me sonó una notificación con un mensaje:

-Pensaba que no ibas a contestarme, ¡menos mal! Me alegro que volvieras a ver la película - era de Timothée.

Dejé las libretas de lado, cogí el móvil y le contesté. Y sin darme cuenta acabamos hablando de nuestras películas favoritas, las que odiábamos, las que nos gustaría haber hecho... Pasé a tumbarme en el sofá y no sé cuántas horas estuvimos hablando de cine, pero sé que me quedé dormida con el móvil encima.

Me desperté sintiéndome mal, con culpa... me pesaban los hombros. Desquiciada como si tuviera un torbellino por dentro pero cansada sin querer moverme del sofá.

No has hecho nada del trabajo, eres un desastre. ¿Vas a echar a perder la beca? No has venido aquí a no hacer nada. Ya has perdido un día... - escuchaba en repeat, sin saber que esa culpa irracional venía de algo más allá que un solo trabajo.

Nada de móviles, nada de personas, me encierro este fin de semana - me castigué.

Ese fin de semana fue una mierda. No salí en todo el día, veía la Torre Eiffel de fondo y quería salir. Pero me dediqué todo el día a hacer el trabajo, cosa que podría haber hecho en menos horas. Me volví a sentir igual que cuando estaba en casa en Barcelona, un zombi perdido y sin sentido deambulando por la casa en pijama. ¿Qué estaba haciendo? 

- ¿Te quedaste dormida eh? jaja - sonó mi móvil con este mensaje.

Lo cogí y me tiré al sofá otra vez como la noche anterior con una energía que no sabía de dónde salía. Volvimos a estar horas y horas hablando, y esto era lo único nuevo que me sacaba de mi mente. Me contó cosas de Nueva York y yo de Barcelona, estuvimos hablando de todo y de nada.  

Me sorprendió que no me costara hablarle sobre mi y mis opiniones, enseguida me convencí que era porque estábamos hablando por mensajes y así siempre es más fácil.

El finde estaba acabando y yo no había salido de la residencia. Me sentía mal por eso, como si estuviera decepcionando a mi madre, tal era que no me atreví a llamarla. Me sentía sola, empecé a dudar incluso de por qué estaba allí, con lo tranquila que estaba en Barcelona.

Cogí las libretas para querer recordarlo y comprobarlo, volví a leer lo que solía escribir todos los días en Barcelona: ser actriz, Luis, mi madre... y así, empecé a ver que casi todos los días escribía lo mismo, ¿no avanzaba? Empecé a dudar de por qué hacía eso. ¿Por qué me dedicaba todos los días a intentar trazar un plan? ¿De qué servía? Miré por la ventana y vi la Torre Eiffel de fondo, no sé cuanto tiempo me quedé observándola, pero para mi fue infinito porque algún dedo de esa mano que se aferraba a esa piedra se soltó. No quería pensar más y cogí el móvil sin pensarlo dos veces.

-Hablando de clásicos, no sabes qué nos han dicho en clase, - le escribí

-¡Cuenta! - me contestó a los segundos lo cual no me esperaba

-MU JER CI TAS - le escribí alegrándome de que estuviese conectado, así no tendría que pensar más en que odiaba todo en ese momento.

-¡Grande! - soltó con iconos divertidos, realmente me reí, sabía que él conocía la ilusión de interpretar una clásico como ese -  ¿Dónde? ¿Puedo ir a verte? - continuó y fue como si lo hubiese escuchado en mi cabeza.

LOST IN PARIS | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora