Hermoso Y Desconocido

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–Oh...esta es mi estación, nos vemos luego Mic—cuando estaba cruzando las puertas de un movimiento se levantó de su asiento y dejó el Mp3 en una bolsita de mi mochila.

–Te lo prestó, ¡te veo mañana!—mire atrás y saque el aparato para verlo sorprendido y luego lo vi a él.

–¡Espera!—las puertas comenzaron a cerrarse—¿¡como que mañana!?

–¡Te veo aquí a las 3!—se despidió moviendo una mano, me quedé viéndolo hasta que el tren desapareció, incluso me había dejado los auriculares.

–Mañana...a las 3—vi mi mano con el Mp3 en ella y luego a las vías del tren, él quería verme mañana...a mí. ¿QUÉ CLASE DE LOCO VINE A CONOCER?, si la gente no estuviera presente si lo habría gritado.

Me coloque los auriculares y camine para ir a mi casa, sus gustos musicales eran igual de raros e increíbles como lo era él, no podías predecir la canción que saldría después al igual que no podías predecir lo que él haría.

Saqué las llaves de mi mochila y entré a casa, no hice ningún anuncio de mi llegada solo me quité los zapatos y avancé por la sala sin decir ni una palabra

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Saqué las llaves de mi mochila y entré a casa, no hice ningún anuncio de mi llegada solo me quité los zapatos y avancé por la sala sin decir ni una palabra.

–Hola Shōta, gracias por saludarme—salió de repente por la puerta de la cocina.

–Hola mamá—iba a pasar directo a mi habitación pero ella me detuvo—¿qué?

–¿Por qué sonríes?—no me di cuenta que venía sonriendo desde la estación.

–Yo no sonrió—me tomó de la cara y me observó de cerca.

–Claro que sonreías, se nota en la forma de tu boca...te esfuerzas demasiado para mantenerte serio—me soltó y luego vio mi mano—¿qué es eso?

–No es nada—guarde el Mp3.

–Shōta—suspire y le di él aparato—¿de dónde lo sacaste? ¿Lo robaste?

–¡Mamá!...me lo prestaron—sonrió satisfecha mientras me lo regresaba y me dio un beso en la frente para regresar a la cocina.

Tire mi mochila al llegar a mi habitación, me quite todo el uniforme para meterlo en el lugar de la ropa sucia, un pequeño cesto cafe, pero antes de tirar dentro el suéter también recordé que estaba recién lavado, ese solo lo deje en mi cama y mejor me cambie de ropa a un simple pants negro y camisa gris con gatos negros.

Baje y mi papá ya estaba ahí, solo me senté y le dije un hola, ya con mi comida servida y que todos agradeceríamos por ella, la pregunta de mi mamá casi me hizo tragarme uno de los palillos.

–¿Le prestaste tu suéter a alguien?—tosí un poco pero me calme.

–¿Tú cómo lo sabes?—no lo iba negar, no quería un interrogatorio.

–Tú ropa nunca huele tan bien en viernes—suspire y seguí comiendo.

–Si se la preste a alguien.

La Excusa Perfecta Para Dedicar Canciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora