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Pues..., en cuanto a lo de estar confiado en que podía cocinar un plato al punto era una gran equivocación de parte del conocido emprendedor...

Al cabo de unos largos minutos, donde el pelinegro hacía un desastre en la cocina y el pelirrojo se encontraba en el salón observando los peces de nuevo sin ser consciente del caos que se estaba provocando en la cocina, ya era bastante tarde como para considerarlo como un simple "anochecer".

—¡¿Qué demonios es esta cosa?! ¿Por qué sabe dulce y está a medio cocinar? —exclamó tras probar el plato, cuyas pintas no se le había hecho muy apetecible desde el inicio.

—No lo sé, solo hice algo improvisado con las cosas que tenía en el refrigerador y creo que confundí la sal con el azúcar... —se lamentaba por el error cometido, con la cabeza inclinada a la dirección del suelo como un pequeño cachorro.

El pelirrojo tomó un suspiro, no es uno muy largo como para considerar que está molesto, ni uno muy corto como para tomarlo como un simple respiro, solo era uno que daba el tiempo suficiente para que, acto seguido, se preparase para abrir la boca y decir en tono entusiasta:

—Está bien, no nos preocupemos por ello. ¡De aquí no me iré hasta que de una buena vez comamos algo en condiciones! —propuso motivado, puesto que le estaba torturando el hambre causado por esa larga espera en vano—. Pero primero dejemos estos platos a un lado... así, perfecto.

Se subió las dos mangas de la camisa blanca (que antes estaba oculto por el traje oscuro del trabajo) a la altura del codo y un poco más. Luego, de forma resuelta, se preparó para conseguir cocinar un plato decente. Tal y como se le manda un último día del trabajo de la semana.

—[¡Un verdadero salvador!] —pensaba animado, haciendo gestos de apoyo con su mano al ver que podrá volver a probar uno de los platos hechos del arte culinario que se podía apreciar en el menor.

—Oye... ¿Sólo te quedaron estos tristes ingredientes en la nevera? —preguntaba al inspeccionar el interior del refrigerador en la zona de la cocina, cerca de la mesa donde estaba él antes y donde se sigue encontrando el mayor.

—Estás en lo correcto —contestaba sonriente.

—Al menos creo que puedo sacar algo de provecho con ellos... —murmuraba dudoso—. Pero, te aviso, quizás los vaya a usar todos sin dejar rastro alguno. ¿Estarás bien con eso?

—¡Por mí más que bien!

Y así, tras preguntar por un delantal que momentos después fue sacado de la nada por el pelinegro, este se puso manos a la obra. Concentrado y con movimientos fluidos, como si de un experimentado chef se tratase, acabó terminando de cocinar un plato que desprendía un maravilloso aroma con los pocos productos que estaba a su disposición en menos de 20 minutos.

—Por fin, ya es hora de cenar —avisaba el pelirrojo. Quien, cansado de tanto ajetreo, se desplomó en la silla donde antes se había sentado.

—[¡Sin duda un completo profesional!] —admiraba el de cabello carbón, teniendo el plato con los cubiertos ya listo en frente de él en la mesa, listo para comer.

El pelirrojo empezó a devorar la comida sin piedad poco después de que el otro lo hiciera, mostraban toda su hambre en ese momento.

[...]

—Como era de esperar, ¡estaba delicioso! —halagaba el pelinegro, quien, junto al pelirrojo que lo tenía al lado, se sentó en el sofá de hace un buen tiempo antes.

—Por supuesto, no se duda de mis habilidades —presumía victorioso en respuesta, apoyando su cabeza hacia atrás, tocando el sofá.

—¿Qué te parece cocinar para mí a cambio de un buen salario?~

¿Bromeaba o lo decía en serio? No se sabía...

—Tsk, no tengo tiempo para un tercer trabajo —decía masajeándose la sien. Parecía un poco irritado mencionar aquello.

—¿Tecero? ¿Acaso tienes ya doble trabajo?

—[¡Mierda, dije más de lo que debería!] Esto..., de cierto modo sí, pero no debo contarte, es un secreto...

—Está bien... no preguntaré más. —El pelinegro no iba a insistir, solo se limitará a ser paciente y a esperar a que abra su confianza poco a poco, aún sabiendo que era todo un reto. Aunque, por lo demás, ya lo investigará por su propia cuenta—. Bueno, no importa si no aceptas ahora, puedes pensártelo bien todavía, te pagaré muy bien~.

—... Si la paga es buena, quizás pueda hacer alguna excepción...

—Piénsatelo con calma~ —le decía—. Y... permite que le pregunte, ¿de dónde sacas la urgencia de ganar dinero? ¿Es tu empresa quien no te paga como es debido? ¿Quieres que interfiera en algo? Puedo hacer que-

—¿Qué? Espera, jaja. No, no no no, creo que estás teniendo una idea equivocada, no estoy corto de dinero, es para otro asunto —interrumpió, explicando los hechos sin entrar en muchos detalles.

—Oh... si tú lo dices... Pero igualmente puedes contar conmigo para cualquier cosa, te ayudaré con lo que sea.

—[¿Por qué tan generoso de repente?] —pensaba, con sus mejillas teñidas de un leve color rojizo, mirando hacia otro lado—. De verdad que no es nada, no te preocupes por ello, muchas gracias...

—¡Es lo de menos, para mí es todo un deber!

—[Pequeño mocoso...] —se decía, dándole un golpecito en el hombro derecho y regalándole una pequeña sonrisa de medio lado, la cual el pelinegro pudo llegar a ver.

En la parada del metro [19 Days] (TianShan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora