Capítulo 4: "Lecciones"

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      El fin de semana estaba yendo mejor que el anterior. Ayer adelante mis deberes, así que no tenia ningún riesgo de dormirme a las cinco de la mañana el domingo. Estaba pasando el rato en el sofá con Laura. El día estaba un poco gris, no porque fuera a llover, de hecho hacía un calor para morirse. Que poco acostumbrada estoy al calor. Era un día descafeinado. De los que sientes que tú cama y sofá son imanes que atraen a tu trasero sin oportunidad de protestar.

Pedimos pizza y buscamos un peli que estuviera un poco más interesante que el muermo que terminamos de ver hace unos minutos.

      —Pero ya todas las películas las hemos visto Mar —se quejó mi amiga.

      —Pues una serie tía, pero te aviso que si se te llegará a meter a la cabeza traicionarme vilmente y adelantarte como la última vez, queda cancelado el contrato amistad —la apunté con el dedo firmemente.

Si es que eso es traición nivel te doy una hostia y te saco de mi vida.

Empezamos a ver One day at a time y era una completa obra de arte, me estaba descojonando como jamás lo había hecho. Lexa, con ganas de atención, se subió sobre mis piernas y con su hocico empezó a levantarme la mano para que la acariciara. Me mata cuando hace cosas como esas, me la quiero comer de lo mona que es.

      —Mar, está sonando tu teléfono —me advirtió Lau.

Miré la pantalla con la vista periférica. Rubia, se leía en la pantalla. Casi tiro a Lexa por correr a contestar, por suerte no pasó nada, tuve unos reflejos muy dignos.

      —Es Amaia.

      —Pues contesta illa —me golpeo la nuca, para que espabilara—. Se supone que la empanada soy yo, no me robes el puesto.

      —Hey rubia, no esperaba tu llamada —conteste a la llamada con la puta laringe hasta las cejas, más agudo y le rompo los tímpanos a la pobre.

      — Hola Martina, te llamaba para saber si estas ocupada.

Que hermosa voz por teléfono y en la vida real. Sentía que me acariciaba con su voz.

      —No, no, estoy tirada en el sofá viendo series.

      —Es que estoy sin nada que hacer y he estado dándole vueltas a las cosas en mi cabeza por horas y ya no me apetece más —suspiró—.¿Crees que podamos vernos?

Yo a esta vida he venido a ganar, ¿que quieres quedar rubia? Pues quedamos.

      —Claro, si, lo que tú quieras, ¿te apetece venir a mi piso? — bueno igual es muy violento invitarla a mi piso, igual se piensa que tengo otra intención, pensé—. Estoy con mi compi Laura, la de la galería, viendo series, te mando ubicación, eso si tú quieres, también tenemos pizza.

      —Me apetece. No tardo en salir de casa.

      —Perfecto rubia, nos vemos en un rato —colgamos la llamada y le mande la ubicación por WhatsApp.

Desperté a Lexa para que se moviera de mis piernas y salí corriendo hacia mi habitación.

       —¿Qué haces loca?

      —Amaia viene para acá, me tengo que duchar, vestir y maquillar en veinte minutos Laura.

————

      Tal como esperábamos, el timbre sonó advirtiéndonos de la llegada de una pequeña rubia con la cara más bonita que he visto en mis años de jugar a este juego llamado vida.

      —¡Yo abro! —grite mientras derrapaba por el piso para llegar a la puerta.

      —No pensaba ir igual — me dijo la malagueña caminando hacia la cocina.

StregaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora