POV Amaia
¿Qué tanto picante soportaba? Casi me muero probando gomitas de mango con chamoy, que me trajo mi tío Jorge en unos de sus viajes a México. En cuanto las mordí, sentí que iba a escupir fuego por la boca.
—Casi muero con una chuche —le respondí
Mar soltó una carcajada. Ella ni siquiera se daba cuenta de lo guapa que era cuando se reía. Se le formaban hoyuelos en las mejillas y cerraba los ojos. En cambio yo disfrutaba del espectáculo cada que la veía así.
—Que bueno que me lo dices —detuvo el auto enfrente de un portón enorme.
Parecía una propiedad grande, pero no se veía nada por fuera. Mar se bajó y miró fijamente a la cámara de seguridad colgada arriba del portón.
—¡Ábreme que tengo ganas de hacer pis y mucha hambre! —gritó despertando a Laura y Lexa.
—¿Ya llegamos? —pregunto Laura aún con los ojos entrecerrados y tratando de levantarse pero el peso de Lexa no la dejaba moverse.
—Creo que si —respondí mirando a mi alrededor, estábamos entre árboles, pinos y no se veía indicios de civilización cerca, además hacia mucho más frío que en Madrid.
El enorme portón se abrió y pude ver cabañas por todo el terreno, canchas para tenis, fútbol y básquetbol. Afuera del único edificio, que no estaba hecho de madera, estaban tres chicos y una chica saludando.
Mar estacionó el auto y bajo directa a abrazar a los chicos uno por uno. Laura hizo lo mismo soltando a Lexa que corría y saltaba por todo el terreno.
Baje con la sudadera, que Mar había dejado en el auto y la primera en acercarse a mí fue la chica.
—Hola, tu debes ser la nueva novia de Martina, me llamo Farah —la chica con cabello largo y castaño rio y me abrazo justo como lo había hecho con mis dos amigas.
—Yo no... —trate de explicarle. Sentí mis mejillas arder. De pronto y convenientemente, deje de tener la capacidad de hablar como persona normal, bueno persona strega normal.
Era en estos momentos donde me preguntaba ¿Que haría Taylor Swift?
—Farah ¿de que vas? Mira cómo está por tu comentario, es una amiga —Mar se acercó a mí y al ver que llevaba su sudadera me guiñó el ojo.
—Amiguísima —susurró Laura mirando nuestra interacción desde la distancia.
—Amaia, ellos son Ramiro, Pedro y Fernando. Los conozco de todo la vida —Mar señaló a los tres chicos frente a mí, tenían el mismo corte de cabello y casi la misma estatura, no estaba segura pero parecían trillizos, solo los podía diferenciar por los lunares en su cara y la ropa—. Y este coñazo de tía que se presentó sola, es Farah.
—Bueno, ya basta de insultarme, ¿que acaso no te intimidan mis tres guardaespaldas? —señaló a sus hermanos.
—No puedes intimidarme con tus hermanos, porque me aman igual o más que a ti —respondió Mar—. Pero bueno mucho bla bla, tengo hambre.
—Pues entra, que mi pa ya está terminando la comida —respondió uno de los hermanos, Fernando supongo.
Mar dejó a Lexa fuera, mientras ellas iba al baño, no había ningún riesgo de que se escapara porque toda el área estaba cercada.
Entramos a un comedor con muchas mesas. Pasamos directo a la cocina, donde se encontraba un señor de más de cincuenta años, cantando éxitos de Luis Miguel, mientras volteaba tortillas magistralmente.
—¡Ya llegaron! Que grandes y guapas están —el hombre apago el fuego de su parrilla.
—Te extrañe como loca Pepe, y más a tus enchiladas —comentó Mar entre los brazos del señor.

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Strega
Teen FictionLa vida de Amaia, hasta hace poco, era normal. Su experiencia más intensa fue mudarse a Madrid. Martina le abre la puerta a un nuevo mundo, al que estuvo atada todo este tiempo, sin darse cuenta. Un mundo donde la magia existe. Los Stregas han vivid...