La vida de Amaia, hasta hace poco, era normal. Su experiencia más intensa fue mudarse a Madrid.
Martina le abre la puerta a un nuevo mundo, al que estuvo atada todo este tiempo, sin darse cuenta. Un mundo donde la magia existe.
Los Stregas han vivid...
¿México? Un viaje a un país alejado de España, si es que es otro continente. ¿Era necesario irme tan lejos? ¿Qué pasaría con mis papás? ¿Cómo me encontrarían si estuviesen buscándome?
—¿México? —pregunté desde mi asiento y todos voltearon a verme de nuevo.
—Es La única opción que se me ocurre para que estén a salvo Amaia —respondió Gaia—. Van a ir a un pequeño pueblo Veracruzano, además de que casi no hay gente, la familia de Farah las protegerá.
¿Cómo mi vida había cambiado tanto en tan poco tiempo? Jamás había viajado tanto en mi vida. De hecho, solo había ido de Madrid a Cataluña y viceversa.
—¿Cómo lo vamos a hacer? —pregunto Mar.
—Primero, necesitamos señuelos —la mujer comenzó a escribir en la pizarra que tenía pegada a la pared—. Ana y Andoni irán hacia Galicia con su padre, Natalia y Gorka irán hacia Francia con su madre y Paul, Edurne y Susana, irán hacia el aeropuerto de Madrid y se dispersarán entre la gente. Marco verá a tres versiones diferentes de ustedes tres.
—¿Y nosotras? —pregunto Farah—. ¿Cómo llegaremos a México?
—Vosotras tendréis que pasar desapercibidas, usad gafas, sombreros, lo que sea —nos explicó la madre de Mar—. Vamos a salir todos, esta noche, vosotras tres vais primero en la camioneta de mi esposo, pero las intercambiaremos en el centro de Pamplona. Irán en el camión de correos conducido por el tío Javier.
—¿Nos iremos en avión? —Martina preguntó. Era la que más atención ponía de las tres.
—Algo así —su mamá hizo una mueca—. Llegaréis a la costa de Barcelona y un amigo vendrá por vosotras, él tiene un barco. Navegaréis unas cuantas millas y otro amigo que me debe un favor las llevará a México en su avioneta.
—Me siento en misión imposible —comentó Farah viendo todo lo que la mamá de Mar tenía apuntado en la pizarra.
—Mi amigo os dejará en el Puerto de Veracruz, Farah ya sabe cómo llegar desde ahí.
—Yep —Farah mostró su pulgar alzado.
—Tenemos hasta el anochecer para encargarnos de todos los detalles —Gaia miró a todos en la mesa—. Confío en vosotros, a trabajar.
—————————
Volví a guardar todo en mi bolsa de deporte. Ahora me parecía más ilógico todo lo que me estaba pasando. Me cambié por ropa oscura y que me cubriera bastante bien la cara. Ya casi era hora de irnos.
Me sentía nerviosa por como iba a resultar todo este plan de película. Esto no lo sabía Mar, pero de verdad no quería irme. Quería permanecer en España por si mis padres daban alguna señal de vida. No perdonaría jamás que por mi culpa ellos sufrieran, pero la decisión ya estaba tomada y Gaia no parecía el tipo de persona que cambia los planes de último minuto por sentimientos de una adolescente.
—¿Ya estás lista Mai? —Mar entro a la habitación vestida de la misma forma que yo, solo que ella parecía una espía experimentada, lista para cualquier misión y yo parecía la hija emo de alguien.
—Creo que si —le respondí echando un vistazo rápido a la habitación para asegurar que no olvidara algo.
—Relájate —Mar me abrazo dándome caricias sobre la espalda—. Mi mamá sabe lo que hace, tiene todo planeado a la perfección. Y si algo saliera mal, sabes que te protegería con todo lo que tengo.
—Lo sé —me aferre más a ella—. Gracias por hacer todo esto por mí.
—No tienes por qué agradecer, lo hago porque me nace —me soltó y me ayudo con mi bolsa de deporte.
Ya era casi la hora de partida, los que Stregas que se transformarían en mí, habían estado estudiando la manera en la que me movía, incluso como hablaba. Ellos mismos se denominan actores de técnica, por lo cual habían estado transformándose en mí todo el día, hasta apenas unas horas pude deshacerme de ellos. Eso de tener un séquito siguiéndome a todas horas no es lo mío. ¿Cómo manejará la fama Taylor? La comprendo y la compadezco más ahora.
Me subí a la camioneta del padre de Mar, era algo vieja, pero estaba bastante cuidada y olía a limón. Había cinco autos listos para salir al mismo tiempo, pero en diferentes direcciones. El portón enorme se abrió y los autos salieron apresurados. Gaia desde su propio auto nos hizo una seña para que nos agacháramos. Las tres nos escondimos cubriéndonos con una manta, estuvimos ahí abajo unos quince minutos hasta que el padre de Mar se detuvo.
"Dense prisa, no tenemos mucho tiempo" nos dijo el señor abriéndonos la puerta.
Una camioneta de correos de España nos esperaba con las puertas de atrás abiertas. No tardamos ni tres minutos en entrar, echar nuestras maletas y salir del estacionamiento subterráneo, donde estábamos. Nos despedimos de todos antes de salir porque sabíamos que no habría tiempo en el cambio de transporte.
Cuando llegamos a un pequeño muelle cerca de Barcelona, vimos a un único barco anclado y un tipo de unos cuarenta años con una niña pequeña en brazos. Nos bajamos ocultando nuestro rostro lo más que pudimos.
—Hola, soy Mario, amigo de Gaia —nos sonrió con calidez—. Y esta pequeña de aquí es Julieta, mi hija.
—Encantadas —respondimos las tres acercándonos al barco.
—Pues bienvenidas a bordo.
Me mareé peor que en los juegos de feria, Martina hacía lo que podía para hacerme sentir mejor. Recorrimos al menos dos horas en el barco hasta que escuchamos el sonido de una avioneta acercarse.
—Parece que aquí nos separamos Mario —le dijo Mar al capitán dándole la mano—. Gracias por hacer esto por nosotras.
—No hay nada que agradecer, le debo a tu madre mucho más que esto después de que salvo a lo más preciado que tengo —el hombre señalo a la pequeña que jugada en la cabina del capitán—. Mi niña está sana y feliz gracias a tu madre.
Martina le dio un abrazo fuerte al hombre y nos subimos a la avioneta, el piloto se presentó y nos ayudó a ponernos el cinturón y las orejeras de protección auditiva.
En cuanto empezamos a elevarnos hacia el cielo, aun obscuro, me temblaban las manos. Mar se dio cuenta y tomo mi mano con fuerza.La mayoría del vuelo me quedé irremediablemente dormida, solo despertaba unos cuantos minutos para comer algo, tomar agua y volvía a cerrar los ojos. No sentí cuando aterrizamos hasta que Mar se movió con fuerza.
—Ya llegamos —me dijo sonriendo.
Era de noche cuando aterrizamos, solo veía las luces de los barcos en el agua.
—Bienvenidas a suelo jarocho, amigas—dijo Farah sonriendo con el estado de felicidad más pura que haya visto en ella.
————
¿Les gusto el capítulo?
¿El plan de Gaia les pareció too much?
¿Qué creen que pase en México?
¿Algún veracruzano por aquí? 🥴
Sigamos en contacto : )
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.