ii. capítulo dos

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🌛;在CAPÍTULO DOS──────────────Una Declaración Inusual

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🌛;在CAPÍTULO DOS
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Una Declaración Inusual

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Era suave, la manera en la que las teclas se movían bajo los dedos de Fukuda Hideaki, quien con cuidado tocaba las teclas del piano, como si fueran frágiles ante su toque y en cualquier momento fueran a romperse, a desaparecer entre el polvo

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Era suave, la manera en la que las teclas se movían bajo los dedos de Fukuda Hideaki, quien con cuidado tocaba las teclas del piano, como si fueran frágiles ante su toque y en cualquier momento fueran a romperse, a desaparecer entre el polvo.

Kenma, lo observó en silencio, sus ojos dorados siguiendo cada uno de los movimientos que recorrían las manos del muchacho, las cuales se movían de forma natural, sus movimientos fluían como si hubieran nacido para recorrer cada una de las teclas del piano.

La forma en la que Hideaki, tocaba, siempre había sido hipnotizante. Kenma, había oído hablar sobre las clases que su amigo tomaba en Nekoma, por lo que sabía, desde pequeño había destacado en el piano y había ganado algunos cuantos concursos llevados en Tokio. A veces, lo escuchaba hablar tranquilamente sobre sus piezas, pero fue apenas hace unos meses, cuando lo escuchó tocar el piano por primera vez y seguía creyendo que era peculiar la forma en la que llegaba a tocar.

No era ningún experto en la música y mucho menos en el instrumento, pero no necesitaba conocer, para saber que Fukuda Hideaki, tocaba con toda su alma.

—Era una pieza de Franz Liszt —Hideaki, aclaró cuando su sesión de clase terminó—, es el Nocturno número tres, conocida como sueño de amor —habló con tranquilidad, caminando lo más rápido que se le permitía con el par de muletas.

SEVENTEEN SPRINGS, kozume kenmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora