TWO

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—Deberías dejar de pensar en la perra de LaRusso y prestar atención a las otras chicas que aguardan por ti, el campeón del torneo sub-18 de karate de All Valley. Serás un chico cotizado, Miguel. ¡Deberías alegrarte!

Halcón palmeó la espalda de su mejor amigo con emoción, mientras que la mueca no desaparecía de su rostro.

Su mejor amigo tenía razón. No debía estar amargado y decaído por una chica que había terminado con él debido a un mal entendido, pero ahí estaba, haciendo todo lo contrario a la lógica.

Miguel creía que Samantha LaRusso era la chica indicada, con la que permanecería de por vida a su lado. Aunque claramente, aquellos pensamientos eran demasiado fantasiosos para volverse realidad, la chica solo se había convertido en su primer amor: Uno realmente doloroso si era sincero consigo mismo.

—Mira esa chica. Deberías fijarte en esa clase de chicas, sexys y despreocupadas, no en las perras usadas que van de cama en cama como LaRusso.

Su amigo era bastante despectivo al hablar de quien había sido su novia, pero ni siquiera sentía las energías para regañarle por eso, y sabía que Halcón no cambiaría su discurso aunque se lo pidiera. Prefirió dirigir su mirada hacia la chica que señalaba el chico.

Cabello rubio resplandeciente, usaba un top blanco y unos jeans de tiro alto. Logró mirar su rostro en una milésima de segundo, y eso bastó para saber que era una chica preciosa.

Salió de aquella ensoñación cuando le vio levantarse y tomar sus pertenencias, girando la cabeza hacia su amigo.

—Ve, debes atacar primero si quieres quedarte con la chica.

Miguel ni siquiera se percató cuando ambos estuvieron levantados, pero cayó en cuenta que era debido a que también dejarían aquel bar. Estaba demasiado distraído con sus propios pensamientos para siquiera darse cuenta de lo que pasaba alrededor, y supo que había sido traicionado cuando su amigo le dio un empujón, sintiendo como chocaba con otro cuerpo.

Una disculpa salió de su boca, algo embobada cuando hizo el primer contacto visual con la chica, porque nunca había visto a alguien como ella, con aquel magnetismo que le había atraído con demasiada facilidad.

No pudo preguntarle su nombre, viendo como se iba luego de haber halagado el peinado del chico a su lado.

—Joder, lo siento, Miggy. Parece que me prefiere a mi.

Un suspiro escapó de su boca y le restó importancia a la situación, uniéndose con el resto del dojo para salir de allí.

[...]

Su respiración era agitada, sintiendo como una gota de sudor resbalaba por su frente, quitandola con la manga de su gi.

Era extraño volver a practicar karate. Mejor dicho, era extraño volver a practicar karate con su progenitor, porque nunca había abandonado aquel deporte desde que su padre le instruyó cuando era pequeña, debido a que había seguido practicando con su tío, en un dojo pequeño ubicado en Wembley.

—Gané, por cuarta vez.

Una sonrisa de superioridad había aparecido en su rostro, soltando un pequeño jadeo cuando estiró un poco su espalda, oyendo la campana de la puerta del dojo resonar varias veces, aunque no le dio importancia, porque un nuevo combate con su padre había iniciado.

Sus movimientos eran precisos, deteniendo algunas patadas que se dirigían a su cuerpo con intención de dar un golpe, y a la vez, sus golpes eran certeros, golpeando las zonas permitidas dentro de un combate, porque Nic no quería excederse demasiado con su progenitor, ni mostrar sus trucos bajo la manga. Terminó por lanzar al piso a su padre, dando un golpe en su abdomen.

—Cinco victorias, hoy invitas la cena.

Se carcajeó para sus adentros, tomando la mano de su padre, levantándolo. Nic tenía en cuenta que era hora de irse, porque su padre tenía que impartir las clases diarias de karate.

—Iré a cambiarme, debes dar clases, Sensei.—murmuró con burla.

—Podrías quedarte—habló su progenitor—. Conoce al campeón del torneo, mi mejor alumno. Además, dijiste que debíamos pasar tiempo de calidad juntos. Aún no logro dominar esa mierda de los mensajes de texto para que hablemos.

Oh, claro. El campeón. Su padre ni había dudado en mencionarlo bastantes veces mientras hablaban de lo que había pasado durante ese tiempo sin contacto. Miguel Díaz era su nombre, si mal no recordaba. Lo había tomado bajo su protección casi como si fuera un hijo, y para Nic había sido inevitable sentirse levemente celosa al percatarse del cariño que le tenía su padre a ese niño, pero era algo vergonzoso y estúpido, sin olvidar considerar que era algo infantil sentirse de esa manera, porque tenía 16 años, no 10.

—Bien, me quedaré. Solo para ver si realmente has sido un buen Sensei.

Nic terminó colocándose junto a su padre, mirando con atención los rostros adolescentes de los chicos que se encontraban ahí, sonriéndole a la única chica presente, porque podía adivinar que había sido la única en sorprender a su padre para que estuviera ahí. Nic no negaría que su padre tenía un pensamiento bastante machista y retrógrado, y esa algo que no le molestaría eliminar de la personalidad de su progenitor, aunque hubiesen discusiones de por medio.

—Clase, ella es Nic Lawrence. Campeona de karate en algún lugar del mundo—la chica rodó sus ojos ante la última acotación—. Hoy se quedará a observar la clase, espero que no me decepcionen.

Un gran "Sí, Sensei" se oyó por todo el dojo, ocultando su sorpresa cuando el tal Miguel Diaz era uno de los chicos que había visto en el bar el día anterior, percatándose que también estaba el chico del mohicano.

La puerta del dojo volvió a sonar, dejando ver a un hombre que aparentaba avanzada edad.

Nic no dudó en reconocerlo como el que había sido el Sensei de su padre, porque recordaba vagamente haberlo visto en las fotos que guardaba su padre.

—Joder, realmente había creído que solo jugabas al decir que Kreese había revivido.

El susurro sólo fue perceptible para su progenitor, porque los adolescentes se habían dedicado a seguir las órdenes del campeón del torneo para el calentamiento, aunque momentáneamente, fue guiado por el chico del Mohicano, Halcón.

Johnny se acercó a Kreese e intercambió unas palabras con él, girando hacia el grupo que les observaba atentamente para presentarlos.

—Él es el Sensei Kreese. Estará con nosotros apoyando la clase. ¿Entendido?

Un "¡Sí, Sensei!" volvió a oirse en el dojo, para luego volver todos a sus actividades, iniciando con peleas en parejas. Nic alzó sus dejas con duda al percatarse de que el único que no estaba peleando con algún otro era el campeón, acercándose a él y tapando su campo de visión.

—Deberías practicar, Diaz. Haber ganado un torneo no significa que ya hayas ganado todo. Debes pulir tus habilidades para ser el mejor, ¿Johnny te ha dicho eso?

Los ojos del chico se dirigieron a ella, y no tardó en pensar que parecía un ciervo, porque tenía ojos brillantes como los de Bambi.

—Puedes decirme Miguel... Uh, el Sensei no me ha dicho eso...

—De todas maneras, es algo que él diría. Así que, veamos qué tan bueno eres.— la sonrisa burlona volvió a aparecer en su rostro, colocándose en posición.

VOULEZ-VOUS ━━ cobra kaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora