Capitulo 3

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- Estoy alucinando con todo esto, no entiendo cómo me lo pudieron ocultar.
Lo que tengo muy claro es que a Iván no se lo voy a perdonar. Él y yo tenemos mucha confianza y no hay secretos entre nosotros. Pero eso sí,  te prometo que esto no va a quedar así,  más le vale darme algún motivo creíble o de lo contrario, le voy a cantar las cuarenta. - afirmó Julia muy disgustada.

Los padres de Lucía nos esperaban, les pedimos ver la habitación de su hija y ellos accedieron de inmediato asegurando que todo estaba tal y como ella lo dejó.

Ninguno de ellos se atrevía a entrar en aquella habitación por miedo a perder la cordura, aseguraron que la necesitaban intacta para seguir luchando por encontrar a su niña del alma.

Les comentamos lo que pensaban en su empresa sobre su marcha consentida con un hombre mayor que ella y ellos lo negaron en rotundo, puesto que sabían perfectamente que a Lucía le gustaban las chicas.

Mientras los poníamos al corriente de las entrevistas en la empresa, Amparo recordó una llamada telefónica.

- Veréis, fue al día siguiente de la desaparición de mi hija. El señor Moreno me llamó preguntando si Lucía había dejado algún documento de la empresa en mi casa. Lo busqué en su habitación,  pero fue inútil, no encontré nada.
Por lo visto, mi respuesta no fue de su agrado, puesto que se enfadó en exceso y colgó el teléfono sin despedirse. -

- ¿ Y no le dijo de que se trataba? -

- No, la verdad es que tampoco le pregunté.  Es cierto que me insistió bastante, pero en aquel momento solo podía pensar en mi niña. Recuerdo que me molestó bastante como él aseguraba que Lucía se había marchado voluntariamente quitando importancia a su desaparición.
Me dijo que pocos días antes, mi hija le confesó que estaba totalmente enamorada y que por estar con él haría lo que fuese necesario. Ese fue el momento que tuve la certeza que mentía  y que él tenía algo que ver con su desaparición,  o de lo contrario ¿porqué tomaría tantas molestias en inventar algo así? -

Ya en su habitación,  buscamos entre sus cosas con el mayor respeto posible, dejando todo como estaba, hasta que encontramos un pequeño papel guardado en el bolsillo trasero de un pantalón vaquero.
En él sólo aparecía una dirección escrita en bolígrafo.

Yo conocía perfectamente aquella calle, pasaba por allí cada día para ir a trabajar. Era una calle peatonal donde solo había viviendas particulares de dos alturas.

Detrás del cabecero de su cama, encontramos una carpeta, al abrirla no entendimos aquellos listados con nombres de distintas nacionalidades,  todos ellos pertenecientes a mujeres y entre ellos, también se encontraban documentos en los que largos listados señalaban fechas y días con cargas y descargas en el puerto de Valencia. ¡Premio! Aquella carpeta era sin lugar a duda lo que buscaba el señor Moreno con tanta insistencia.

                         LUCÍA

Perdio mucho peso, su cuerpo estaba bañado en sudor por las altas temperaturas que soportaba y sus ojeras demostraban la anemia que su cuerpo estaba incubando.

Aquel hombre, dedicaba los lunes para limpiar el cuerpo de Lucía con una esponja suave, recorría cada milímetro de su piel deleitandose en cada zona con auténtica benevolencia.

Un día le llevo una manzana roja, ella estaba perdiendo peso y ya no la encontraba tan atractiva como de costumbre debido a la falta de alimentación.

- Estas muy delgada, ¡Joder! Te doy una semana para recuperar tu físico, de lo contrario atente a las consecuencias. Te obligaré a comer hasta que vomites. -

- ¡No, por favor! Te prometo que comeré lo que quieras, pero no me pegues más te lo suplico, no soporto el dolor, me duele todo el cuerpo. - le suplicaba entre lágrimas.

JOULEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora