Capitulo VIII

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Horacio estaba ayudando a ponerse la camisa a Volkov quien no podía hacer muchos movimientos por sus recientes puntos. Mientras el más bajo le abotonaba la camisa, el ruso no podía evitar cada rincón del rostro del otro, sus largas pestañas, sus pómulos maquillados, su nariz recta y sus labios pecaminosos que ya tristemente tenían dueño. Horacio en cambio intentaba que sus dedos no tocaran el pecho ni los abdominales de Volkov, sabía que podía caer en la tentación en cualquier momento, el estar ayudándolo le recordó a cuando vivían juntos y compartían momentos así, nunca se vistieron el uno al otro, pero si se pasaban alguna prenda cuando estaban apurados porque, Horacio, aprovechaba cuando V se iba a duchar en silenciar las alarmas para poder dormir más tiempo. Pero esto era algo que hacía con Andrew, es algo que harías con la persona que amas.
-No era necesario que lo hagas ¿Sabes? Yo podía hacerlo- Rompió el silencio el ruso.
-Lo sé pero no quiero que el perfecto trabajo de Andrew sea arruinado por tu terquedad- dijo abrochando el último botón -Hizo un trabajo maravilloso evitando que te quede una gran cicatriz o te lastime algún músculo que te pudo haber dañado permanentemente- termino mientras levantaba la vista encontrándose con una tierna mirada.
-Me gusta como te queda el rosa- Un sonrojo cubrió complemente el rostro del moreno.
-No digas esas cosas. Ven vamos así compramos algo para que comas- Dijo saliendo de la habitación.

Andrew ayudo al ruso a entrar en la parte trasera del vehículo de Horacio, ya que el otro estaba al teléfono debatiendo si comer pizza o hamburguesa.
-¿Siempre fue así?- Preguntó el doctor mientras se sentaba en el asiento del acompañante.
-Ehh... ¿A qué se refiere?- Pregunto Volkov.
-Horacio nunca me habló de tí, pero hoy mientras te hacía los puntos ví que comparten el mismo tatuaje. Por alguna razón él no me contó sobre su amistad por eso no quiero indagar mucho- Comento tranquilo el pelirrojo -Sé que Horacio no me a contado muchas cosas de su vida, ni de su pasado, ni de su familia... Pero supongo que tú si sabes todo de su vida. Por eso te pregunto si él siempre fue así o era diferente-.
Volkov no sabía que contestar a eso, no pareciera molestarle que su pareja y un completo desconocido para él compartan un mismo tatuaje.
-Pues no, antes era más feliz, más extravagante y muy coqueto. Le gustaba andar provocando problemas en la ciudad, aún cuando era un alumno en la LSPD- contó Volkov con una sonrisa por esos recuerdos -Teníamos muchos problemas con su cresta, antes era diferente y la llevaba de color roja, no hubo forma de hacer que se la quitará, bueno hubo unas semanas dónde si se la quito pero no duró mucho, hoy en día siendo el jefe permite que cualquiera se exprese como les guste a causa de que tuvo muchos problemas con el Superintendente de ese momento. Antes cuando se sentía mal se compraba ropa y cambiaba el color del auto según su estado de ánimo, decía que así lo hacía sentir un poco feliz.-
-Lo conoces muy bien- dijo el doctor mirando a Horacio que por fin terminaba la llamada.
-Si... Eso creo...- susurro Volkov mirando también al crestas.
-Bueno pedí hamburguesas y pizzas, sé que no es una pijamada pero tengo mucha hambre- Dijo el menor mientras ponía el auto en marcha hacia el hotel.

Luego de una cena dónde el ruso contó las historias más vergonzosas sobre el crestas a su nuevo novio, todo el nerviosismo que tenían durante el viaje al hotel se evaporó cuando la cena había comenzado. Volkov al compartir risas con Andrew entendió porque Horacio estaba con él, era una buena persona y muy atento con él, cada vez que H tenía el vazo vacío, el doctor no tardaba ni un minuto en volver a llenarlo con bebida,  también limpiaba las manchas de la boca y de la ropa cada vez que se le caía queso o alguna papá con Ketchup, hacía cosas que el ruso jamás hizo cuando tuvo la oportunidad. La culpa que no sintió al principio cuando beso a Horacio en el baño de la sede lo golpeó muy fuerte cuando más tiempo pasaba con él, realmente no se merecía que sufriera por su culpa.
-Bueno ya es tarde y como no soy dueño del hospital ni tengo 3 días de alta en el trabajo, será mejor que vaya a dormir- Dijo con una risa el doctor.-Te espero amor, te quiero- mientras depositaba un beso en los labios del moreno, quien no tardó en corresponderle.
-Tambien te quiero- sonrió Horacio mientras le tomaba la mano y lo acompañaba hasta la puerta.
-Adios Volkov fue un gusto pasar este momento con usted y lamento lo del otro día- Saludo de lejos.
-El gusto fue mío y no se preocupe por aquello, yo no me comporte de la mejor manera- saludo desde el sofá.
Luego de que el doctor se fue, Volkov se incorporó lentamente para ir levantando los restos que habían quedado en la mesa.
-No, ¿Que haces? Déjame hacerlo a mí, tu ve a ducharte, así te cambio la gasa- Lo retó el menor.
-Horacio tampoco tengo los brazos rotos-
-No, ya lo sé pero la herida está en un músculo dónde cualquier movimiento con los brazos puede reabrir la herida. Así que vete a bañar, ya mismo- dijo señalando dónde se encontraba el baño. El Ruso sonrió y obedeció sin rechistar.
Horacio se encontraba en la cama del ruso preparando gasas y cintas para cubrir nuevamente la herida, cuando del baño salió volkov aún mojado y con una toalla rodeando su cadera, los cabellos mojados le caían por la frente haciendo que el crestas se quedará con la boca abierta de ver semejante imagen que haría enloquecer a cualquiera que lo viera.
-Lo siento, olvidé la ropa- se disculpo el ruso.
-Ehh.. ehh.. s-si.. Y-yo- Tartamudeaba H -M-mejor te pongo primero la venda, l-luego ya si quieres te cambias- mientras intentaba ocultar su rostro buscando más vendas que no le eran necesarias.
-10-4- dijo Volkov mientras se sentaba en el borde de la cama.
Horacio se arrodillo por detrás del más alto secando con cuidado la herida, luego aplicando vendas y cinta para que no se despegará, el crestas no pasó por alto que la piel contraria se erizaba cada vez que el la tocaba así como tampoco paso por alto que su cuerpo reaccionaba de igual manera.
-Ya está- susurro sin alejarse el crestas, Volkov solo asintió pero ninguno se movió de dónde estaban.
-¿H? ¿Puedo pedirte una última cosa?-
-Si, seguro. ¿Que necesitas?- preguntó curioso.
-¿Te quedas conmigo esta noche? Te prometo que no te tocaré ni intentaré hacer nada. Solo quiero tener esta última noche juntos, compartirla solo contigo.- Le pidió dándole la espalda, no se atrevía a mirarlo, la culpa y la vergüenza se apoderaron de él inmediatamente. -No no olvida lo que dije, discúlpame...-
-Si- Respondió Horacio.
Volkov se giró buscando ver el rostro del menor.
-No,no tienes que hacerlo, discúlpame por pedirte eso-
-Volkov, yo quiero quedarme- Dijo decididamente.
Volkov sonrió cogió su pantalón pijama y se fue rápidamente a cambiar, Horacio en cambio solo tenía la ropa del trabajo. Y estaba seguro que nada de lo que tenía Volkov le iba a quedar.
Horacio se había quedado en boxer tapado hasta la cintura con la sábana mientras que Volkov se quedó por encima de ésta a una distancia prudente, ambos se miraban fijamente a los ojos en un silencio cómodo dónde se soltaban sonrisas, pero ninguno decía nada, H se encontraba boca bajo con la cabeza de lado mientras que V estaba de lado con los brazos cruzados, largo un suspiro cuando sos ojos lo traicionaron y recorrieron el cuerpo de su acompañante las sábanas remarcaban sus glúteos, la luz de la ciudad alumbraba lo suficiente para que ambos pudieran ver sus figuras.  La noche iba pasando y ninguno se atrevía a cerrar los ojos, ninguno sabía el por qué, pero si sabían que esa podía ser la última vez que estuvieran así de juntos, V intentaría alejarse para que sus sentimientos no sean tan intensos y provoque hacer algo que lastimara al doctor y su jefe, mientras que H quien quería pasar su vida con su novio, no podía evitar pensar que su verdadero amor se encontraba frente suyo en estos momentos. Cada uno sumido en sus pensamientos no se percataron que sus cuerpos se encontraban cada vez más cerca. Y sin siquiera pensarlo terminaron durmiendo abrazados, como nunca antes lo habían echo, aún cuando vivieron juntos, jamás compartieron un momento como éste, que quizás iba a ser el último de sus vidas. Esa noche se dijeron todo lo que sentían pero no con palabras, ni con caricias, lo hicieron con un abrazo profundo que duró hasta el amanecer.









Que se esperaban cochinis?? Que mi niño H es fiel y V un hombre respetuoso(??) Todavía no termina, se vienen cositas uwu.

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