Capítulo Seis Felices Fiestas.

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—¡Los veré el próximo año!

Con esa frase se despidió Hermione, antes de atravesar la barrera hacia el mundo muggle. Se sentía un poco culpable por no decirle a sus amigos sus verdaderos planes para Navidad, pero ese sentimiento pasó rápidamente a segundo plano cuando vio quién la esperaba en la estación.

Ron, se alegraba de perder a sus amigos de vista por un par de semanas (especialmente a la castaña). Le tomaría un tiempo aceptar y superar lo que había pasado; ¡lo habían obligado a tener su primer beso con su mejor amigo! peor aún, ¡lo habían obligado a besar a Malfoy! Merlín, todavía no superaba el asco. En serio se alegraba de poder alejarse de todos ellos.

Cuando Harry vislumbró a Sirius en medio de un montón de cabezas pelirrojas, supo inmediatamente que esas navidades serían especiales. Usualmente ellos pasaban las fiestas a solas, u ocasionalmente con Remus, el otro gran amigo de juventud de sus padres. Si en esta ocasión su padrino estaba junto a los Weasley, de seguro era porque estaban haciendo planes.

A esa conclusión también llegó Draco, cuando vio a Ron y Harry reunirse con sus familias. A él, lo que le esperaban eran semanas solo en la Mansión y seguramente una fiesta de Navidad y otra de año nuevo en casa de los Nott, o los Parkinson. A pesar de haber estado enojado con sus amigos, deseó poder irse con ellos, en vez de con el elfo doméstico que lo esperaba.

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Ese año la Navidad en la Madriguera había sido un caos. Los señores Weasley cumplían veinte años de casados, y habían decidido hacer una gran celebración, la noche de año nuevo, junto a toda su familia y amigos. Por supuesto, los preparativos iniciaron mucho antes, así que para la cena de Navidad, la familia había decidido hacer una tranquila cena solamente ellos.

Tomando todo eso en cuenta, Ron no entendía cómo es que a su hermano Bill le pareció buena idea presentar a "su prometida, Fleur" durante esa cena. Sobra decir que Molly se puso histérica, no sólo por enterarse que su primogénito se casaba, sino además, con una chica francesa.

—Suerte que sólo nosotros estamos viendo esto —le dijo Ginny a su hermano mientras ambos veían como su madre y su futura cuñada se gritaban.

—No creo que en una semana cambien mucho de actitud —contestó él, pensando en toda la gente que estaría en su casa en año nuevo.

—¿Quieres escapar de aquí? —propuso la chica —Estoy segura de que a mi amiga Luna no le importara darnos asilo político en lo que pasa esta batalla.

—Vamos —contestó Ron. Tenía un vago recuerdo de la amiga de su hermana y de sus padres, los señores Lovegood.

Al ver como sus hermanos menores escapaban, los gemelos decidieron unírseles y fue así, como del otro lado de la colina, cuatro Weasley y dos Lovegood, pasaron una Navidad muy divertida, en medio de historias sobre hermanos que burlaron a la muerte, y un horrible té de ciruela. También fue la noche en que Ron redescubrió a esa chica de azules ojos soñadores llamada Luna.

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Harry llegó a la Madriguera tres días antes de año nuevo. Él y su padrino ayudarían a los señores Weasley a montar la carpa, mover muebles y preparar alimentos. Parecía que estaban organizando una segunda boda, por la cantidad de gente que vendría. A pesar del trabajo, Harry se alegraba de estar ahí, pues eso significa estar con su amigo.

Amigo que casi ni notó la presencia del moreno. Después de la Navidad, Ron se había dedicado a conocer a aquella intrigante chica de bonitos ojos llamada Luna. Estaba fascinado con ella. Era diferente a todas las otras chicas que conocía por un sencillo detalle: no le importaba lo que pensaran los demás sobre ella. Y sus pendientes de rábanos, y su collar de corcho eran una muestra de ello.

Hoy es juevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora