Capítulo Trece. FINAL Hoy Es Jueves.

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Trece meses después.

El nuevo ciclo escolar estaba comenzando. Durante su último año en Hogwarts, había aprendido cuán relativo es el tiempo. Cuando oyó las fatídicas palabras de la boca de Ginny, un segundo se le hizo eterno. Ahora, había pasado más de un año desde su graduación, y parecía que el tiempo se había acelerado. Habían pasado tantas cosas que casi habían conseguido borrar su antigua vida.

Para empezar, había conseguido entrar en la Academia de Aurores. Su máximo logro en los diecinueve años de vida que tenía. El entrenamiento era exhaustivo y demandaba todo de él, física y psicológicamente. Tenía que estudiar toda clase de hechizos y contrahechizos, pociones y conjuros. Además, estaba el acondicionamiento físico. De no haber jugado quidditch los últimos años, no hubiera podido resistirlo. Algunos de sus compañeros se habían dado de baja de la Academia sólo por eso.

Hablando de sus compañeros, la mayoría eran excelentes duelistas, magníficos hechiceros o excepcionales con la fabricación de pociones. Pero en ese duro ambiente competitivo, aún no había encontrado nadie a quién llamar amigo. Tenía colegas, a lo sumo. Aunque un cambio que le agradó, fue que ahí nadie le dio un trato especial por ser "el-niño-que-vivió". Lo malo fue que tampoco era Harry. Era Potter, para todos.

Pensaba en eso un lunes cualquiera, antes de entrar a su primera clase de la semana. Pensó de nuevo en Ron, cuyo segundo aniversario luctuoso se acercaba. Durante el primero no había contactado ni visto a nadie. Sabía que hubo una reunión en la Madriguera, pero alegando tener demasiados pendientes, había faltado. No lo lamentaba, porque lo cierto era que todavía no estaba en condiciones de ver a nadie perteneciente a la familia Weasley. Ni a ellos...

"Ellos" así los llamaba cuando pensaba en sus antiguos amigos. No había sabido nada de ellos desde el último día del colegio. Primero, cuando pasaron algunas semanas sin cartearse, pensó que era normal. Cuando fueron unos meses, creyó que debían estar igual de ocupados que él, y no vio la necesidad de hacerlo. Al final, cuando se cumplió un año sin tener noticias de ninguno, supo que así era como las cosas debían ser. Después de todo lo vivido, cada quién tomó su rumbo. Su amistad había acabado sin dramas, con una retirada suave y discreta, pero eficaz. Quizá eso había sido lo mejor. Estaba casi seguro de ello.

Sin embargo, ahí estaba, un lunes cualquiera pensándolos. Casi extrañándolos. Casi deseando que, cuando terminara su jornada del día, pudiera ir a buscarlos, para encontrarse en un lugar completamente nuevo, uno de los muchos que había en el centro de Londres (ya no los jardines del colegio), y poder platicar con ellos. ¿Sobre qué? Sobre cualquier cosa. Pero con ellos.

oOo

Ellos... ¡cómo los había pensado últimamente! Su mente lo asaltaba, en medio de las clases con pensamientos del tipo "esto tengo que contárselo a él" o "a ella le gustaría saber esto". Finalmente, después de un año de probar cosas aquí y allá, interesarse un poco por todas las ramas del conocimiento, se había decidido por una carrera política. Después de todo, cuando terminara, podría conseguir un buen puesto en el Ministerio.

Pero contrario a lo que se espera, Draco no quería nada que no consiguiera él. Si aspiraba a hacer carrera en el gobierno del mundo mágico, era porque quería cambiar las cosas. Para empezar, mermar un poco el poder que tenían las grandes familias de magos. Familias como la suya. La Facultad le había demostrado cuan elitista era aún la sociedad mágica. Y cuán difícil seguía siendo para los hijos de muggles.

"A ella le hubiera gustado" lo asaltó su cerebro nuevamente. Quiso cerrar rápidamente la compuerta a sus recuerdos, pero algo se lo impidió. No supo exactamente qué, pero esa tarde de martes de dedico a recordar Hogwarts. A recordarlos a ellos, a Harry, a Ron y sobre todo, a ella, a Hermione. Del moreno no había tenido noticia, había faltado a la reunión que se había hecho en honor del pelirrojo el año pasado y de la castaña... aunque estudiaban en la misma Facultad, ésta era tan grande que apenas si se la había cruzado un par de veces por los pasillos. En esas ocasiones, lo más que habían intercambio había sido un "hola" y alguna excusa para retirarse rápidamente.

Hoy es juevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora