Draco no salió de su habitación lo que restaba del domingo. Argumentando un dolor de estómago, se quedó en cama. No es que estuviera mintiendo respecto a sentir dolor. La imagen de sus amigos besándose le calaba hondo pero, contrario a lo que se esperaba, no estaba enojado con Harry. No podía, no después de oír todo lo que Hermione le había dicho al moreno. Y no después de haber visto la cara de la castaña mientras lo hacía.
Recordó como cuando era un niño, había leído en alguna parte que cuando lo que se siente es verdadero amor, lo que se busca es la felicidad del otro y no la propia.
"Síguete diciéndote eso, Draco" se dijo. Con eso en mente, el lunes reunió las fuerzas necesarias para pararse, darse una ducha y salir a enfrentar su mañana. Ese día seguro sería duro, pues probablemente sus amigos llegarían al Gran Comedor tomados de las manos, anunciando las buenas nuevas. Esperaba tener el camino hacia el Gran Comedor para colocar una sonrisa en su cara y mentalizarse para cuando le tocara felicitarlos, pero nada más salir de su sala común, su día comenzó a complicarse. Harry lo estaba esperando.
—Tengo algo que... —empezó a decir el moreno.
—No —lo cortó el rubio —No "tienes" que. Los vimos, sé lo que pasó. Estamos bien pero, por favor, aléjate de mí.
—¡Es que no pasó nada! —explotó Harry —Al menos, según ella.
—¿Qué quieres decir?
—Que cuando alguno de ustedes, genios, cerró la puerta, el ruido la alertó. Y sin más decidió que lo que habíamos hecho estaba fuera de lugar y que lo mejor era seguir con nuestra relación de amigos —Draco casi se alegró, pero Harry continúo hablando —Y eso es algo que no pienso permitir. Porque en lo que hablamos, también dejó claro que algo podría pasar. Conmigo. Eso es lo que vine a decirte.
—¿Me estás pidiendo que... me aleje o algo así? —bueno, ahí estaba. Una buena razón para sentir enojo.
—No, te estoy diciendo lo que puede pasar. Lo que va a pasar.
—De acuerdo —contestó seco Draco —Una vez más, aléjate de mí, Potter.
Harry se marchó sin decir nada más. Si la situación hubiera sido a la inversa, él también habría querido a Draco lejos. Cuando la noche anterior había oído el ruido de la puerta al cerrar, pidió que hubiera sido sólo el viento. Pero cuando llegaron a la sala común, y Ron los estaba esperando para felicitarlos, el rastro de sonrisa que aún tenía terminó por borrarse. Más cuando Hermione le dijo a su amigo pelirrojo que por favor no comentara nada al respecto.
¿En qué lío se había metido? ¿Por qué Hermione se estaba comportando de esa manera? Ella no era así. Ella era madura, atrevida, valiente, le gustaba pelear por lo que quería. Entonces, se dio cuenta. Hermione también valoraba la amistad que tenían los cuatro más que nada y era bastante insegura cuando de ellos se trataba; le aterraba la idea de perderlos.
"Que idiota soy" pensó antes de echar a correr rumbo a la primera clase de la castaña. Con un poco de suerte, lograría alcanzarla antes de que entrara.
—¡Hermione! —gritó cuando la vio entre los alumnos avanzados de aritmancia y corrió hacia ella —¿Podemos hablar?
—Harry... —contestó Hermione —Tengo como dos minutos antes de entrar, así que...
—Corrijo. Tenemos que hablar —el moreno la tomó de la mano y la alejó de sus compañeros de clase. Al ver que la chica no protestaba (demasiado) la llevó hasta los jardines, que estaban bastante solos a esa hora de la mañana.
—¿Se puede saber que es tan importante como para hacerme perder una clase? —exclamó ella cuando llegaron a su árbol favorito, cerca del lago.
—Tú sabes qué —dijo él. La chica hizo un intento de abrir la boca, pero permaneció callada —No hagas esto, Hermione. No nos hagas esto. Yo te quiero, tú me quieres, ¿qué problema hay? No tenemos que pasar por un gran drama para estar juntos.
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Hoy es jueves
FanficHarry era el mejor amigo de Ron. Ron era enemigo de Draco. Draco era amigo de Harry. Entonces, un jueves 1 de septiembre, Hermione entró en sus vidas.