Capítulo 7

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Bostezó de cansado abriendo enormemente su boca dejando ver sus colmillos en el proceso aunque sinceramente a nadie le importaría ese detalle en esa casa, salía de su habitación perezosamente rumbo a las escaleras las cuales bajó con cuidado agarrándose de la baranda adormilado y llegar al segundo piso de la casa (En si su hogar tenía tres pisos y él tenía su habitación en el tercer piso, en la habitación más grande), luego siguió bajando las escaleras donde se dirigió al comedor en el primer piso pasando por la sala de la casa, estaba vacía ni siquiera una mucama estaba limpiándola y era normal puesto que a esta hora casi todas se ocupaban del desayuno para los miembros de la casa. En el comedor, en la silla ceremonial se encontraba sentado Ran, ya peinado y con la ropa arreglada leyendo un diario, pero que al levantar la cabeza al verlo dejó este de lado para señalar la silla a un lado suyo para que se sentase junto a él con una sonrisa amable; Rindou no tardó en obedecer en total silencio, estaba somnoliento y sin saber bien qué hora era siquiera, solo se había despertado porque ya no podía conciliar mas el sueño al saber lo que pasaría hoy, aunque como si Ran le leyera la mente le comentó que eran ya las once de la noche indicándole que se había levantado tarde para lo que el sol se había ocultado ya hace tiempo, Rindou solo hizo un mohín en su rostro y se rascó la cabeza con su mano derecha tratando de ignorar a su hermano lo cual fue todo un éxito ya que justo apareció una de las sirvientes con exquisitos platos preparados exclusivamente para ellos, también llenó sus copas de sangre y antes de salir hizo una pequeña reverencia esperando a que Ran le diera la señal para que se pudiera ir, había que seguir reglas estrictas en el hogar de los Haitani.

Los dos hermanos vampiros desayunaron tranquilamente por casi una hora, un tiempo normal en ellos para desayunar, luego de esa exquisita comida preparada por las sirvientes de la casa y al estar ya con el estómago lleno se levantaron de la mesa en silencio y rápidamente puesto que habían llegado justo a tiempo sus invitados, los habían olido ya desde unos cuantos kilómetros de distancia y especialmente olieron a uno de aquellos que sería su nuevo inquilino, de hecho por su particular condición. Caminaron hasta la entrada, donde la puerta estaba abierta producto de un sirviente que estaba atento a lo que podrían necesitar sus amos y el momento indicado ya que un auto de color marrón claro se estacionaba frente a la entrada. Un par de esclavos salieron de la nada misma para abrir el gran portón para indicarle al conductor que podía seguir avanzando por lo que el conductor acató la orden y volvió a encender el motor del auto que lo había detenido al no saber bien donde dejar su vehículo para entrar el automóvil al menos unos metros más hasta volver a detenerlo por completo. Ran y Rindou bajaron por las escaleras rápidamente, el primero con una gran sonrisa en los labios para recibir a sus invitados con los brazos abiertos mientras que el segundo estaba nervioso y preocupado, pero trataba de disimularlo lo mejor posible, no debía dar lástima en frente de su familia y demás criados de la casa; Nahoya fue el primero en salir del auto con la intención de decirle alguna idiotez a Ran como de costumbre pues le había agarrado confianza pero al verse rodeado de puros esclavos (que de todas formas eran vampiros) que lo miraban con deseo le hicieron desertar de su estupidez y solo dedicarse a ayudar a Souya a sacar sus cosas del baúl puesto que el joven cazador de cabellos azules había llegado a ese punto que no podía tolerar la luz, un efecto secundario de la transformación que solía ser fatal en los recién transformados pero que en Souya había ido escalando de a poco tal vez debiéndose al remedio que había estado tomando y que dejó ya de ingerirlo a escondidas de Nahoya, sin embargo un par de hombres se acercaron hasta los gemelos y ellos tomaron las maletas de las manos de los cazadores aun cuando Nahoya estaba molesto por esa impertinencia, no era un inútil como para no saber agarrar un par de maletas, ni él ni su hermano.

- Déjalos, hacen su trabajo. – ordenó Ran con la voz seria aunque enseguida la cambió para avanzar hasta Nahoya a quién le dio una palmadita en la espalda mientras miraba a Souya de arriba abajo observando los cambios que este había sufrido, una vez más se extrañó de lo tan largo que estaba siendo ese proceso de transformación aunque se lo atribuyó a los cazadores médicos y sus nuevas formas de evadir lo inevitable. – Será un honor tenerte en mi hogar, Souya. Serás un invitado asi que todos mis sirvientes están a tu disposición y no te preocupes ellos piensan que eres más vampiro que humano.
- Gracias, Ran-san. – respondió Souya con la voz calmada y haciendo una mini reverencia, observó por detrás de Ran al hermano de este que parecía estar evadiéndole el saludarle asi que no le quedó de otra opción que ir hasta él para extender su mano esperando a que Rindou se la tomase, todavía recordaba el altercado que tuvieron hace unos días y que le había amenazado, él a un mismísimo vampiro le había amenazado. – Buenas noches, Rindou-san prometo no molestarte todo el día... ¡La noche digo!
- Buenas noches, Souya. – respondió Rindou con una leve sonrisa idiota al escuchar esa tontería, tomó su mano al mismo tiempo que le saludaba para dar un fuerte apretón antes de volver a soltarse y quedarse al lado de Ran, pero este enseguida se había ido de su lado para molestar a Nahoya dejándolo a solas de nuevo con Souya. – Es un idiota.

Hasta la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora