Capítulo 10: Tercera parte

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El humo aun salía de la pistola de Nahoya, ahora esta apuntaba hacia el cielo puesto que Ran se había movido rápidamente para tomar los brazos de Nahoya elevándolos al aire con la intención de desviar la bala, todo se quedó en silencio ni siquiera el viento soplaba, el arma se cayó al piso luego de que el cazador disparó y este mismo se dejó caer al piso de rodillas tratando de analizar lo que había pasado, Ran se quedó mirándole un momento antes de agacharse a su lado y acunarlo en su pecho, quería consolarle y cuidarlo pues eran muchas emociones juntas para un día, pero algo le daba mala espina. A unos metros de ellos Souya yacía caído, pero no era el único puesto que Rindou se había puesto por delante con la intención de recibir la bala por Souya, Ran levantó la vista y observó a ambos cuerpos tirados en el suelo sin moverse y ahora sintiendo el terror en su cuerpo que soltó a Nahoya inmediatamente para correr hacia su hermano desesperado, lo dio media vuelta y verificó que la bala le había atravesado parte de su pecho cerca de su pobre corazón de vampiro, respiraba débilmente dándole una pequeña esperanza a Ran que enseguida se puso en marcha para ver como moverlo y llevárselo a que lo curasen puesto que esa bala le había atravesado todo el cuerpo y era una bala especial; dejó a Rindou tendido en el piso para ir con Souya verificando que este también respiraba muy apenas pero tenía pulso aun, esa maldita bala había atravesado a los dos por completo ¡Nahoya tenía una puntería excelente!.

-¡Hay que llevarlos con la sacerdotisa! – gritó Ran hacia Nahoya que aun seguía en trance, perdido en sus pensamientos, él lo miró enojado para volver con el cazador tomándole de los hombros y levantándolo de golpe para gritarle. - ¡Nahoya hay que salvarles! ¡Ve al auto y enciéndelo!

Nahoya estaba confundido, estaba muy perdido y triste, sus ojos llorosos estaban hinchados, no entendía porque Ran le pedía eso pero corrió, corrió por fuera de la iglesia lo mas rápido que podía hasta llegar al auto, se metió en él y se quedó quieto pensando en que le había disparado a su hermano, pero no solo a él si no que a Rindou también en un intento desesperado por recibir la bala por su hermanito. Ran había aparecido repentinamente con Souya a quien dejó en el asiento de atrás tendido con cuidado, volviendo a ordenarle a Nahoya que encendiera el motor insistentemente; para la segunda vez que volvió con Rindou en brazos el cazador de vampiros había encendido el motor del auto como le habían dicho dando marcha atrás y conduciendo hacia donde Ran le indicaba, debía conducir a todo lo que pudiera pues ambos vampiros estaban perdiendo mucha sangre, la conciencia y el alma.
Como si fuera un vil recuerdo de aquella noche fatídica empezó a llover de golpe, Nahoya conducía una vez mas por la carretera velozmente siguiendo las órdenes de Ran que miraba a su hermano moribundo que había abierto sus ojos pesadamente y que estiró su mano derecha hacia Ran para acariciar su rostro torpemente, Ran tomó su mano para darle dulces besos en las yemas de sus dedos tratando de no perder los estribos mirando con una sonrisa a su hermano para tranquilizarlo si era que podía. Nahoya los miraba de reojo, sentía culpa en este momento que no pudo evitar mirar hacia atrás donde Souya yacía inmóvil en los asientos de atrás, le preocupaba mucho la situación tanto que estaba distraído metido en sus pensamientos que si no fuera por Ran que tomó el volante para maniobrar hubieran chocado de frente con un camión, ahora estaba nervioso sintiéndose torpe temiendo que Ran le retase pero no sucedió solo le dijo "Tranquilo Nahoya, está todo bien" con la voz casi quebrada pero que le dio ánimos de seguir conduciendo hasta llegar a un sendero maltrecho de piedras, tierra y fango que no era sencillo pasar por la ahora tierra mojada, pero a pesar de todo llegaron hasta unas cuantas casitas pequeñas de madera que se veía estaban iluminadas en el exterior con la chimenea humeando en cada una de ellas; Ran le ordenó detenerse y apenas lo hizo frenando de golpe el automóvil se vio rodeado de un montón de vampiresas todas de un aspecto imponentemente bello, aterrador y siniestro que miraban a Ran expectantes.

- ¡Llamen a la sacerdotisa! ¡Son dos vampiros! Tengo a Rindou, saquen al chico de atrás. – ordenó de forma firme y gritando cuando salió del auto con Rindou en brazos, tomándolo con fuerza, varias de ellas hicieron caso sacando al muchacho antes humano del auto para acto seguido desaparecer en la oscuridad del lugar. – No toquen a ese humano, es mío. – ordenó una vez más para también desaparecer delante del desdichado cazador.

Nahoya se quedó solo, había salido del auto y se quedó junto a este, empapándose por completo, con el corazón latiéndole rápidamente, las lágrimas corriendo por su rostro que se confundían con las gotas de lluvia por lo que no se podía percibir a primeras que estuviera llorando. No podía soportarlo, ya no podía sonreír solo deseaba desaparecer como los vampiros lo habían hecho solo que él quería hacerlo para siempre; un par de manos tomaron sus brazos, no supo cómo reaccionar hasta que se vio arrastrado hasta una de las casas que a pesar de poner algo de resistencia, ya que estaba cansado, tanto física como mentalmente también, se dejó llevar. Cuando estuvo dentro del hogar se encontró con una calidez casi humana, veía a varias mujeres haciendo cosas, algunas cocinando, otras limpiando, una lo miró preocupada para sentarlo en un sillón junto a la chimenea, ellas usaban el fuego para calentar la comida usualmente, pero en este momento lo estaban usando para darle calor al humano que era de Ran.
No quería dormir, necesitaba saber como estaba su hermano sin embargo las vampiresas no le dejaban irse de la casa ya que afuera estaba lloviendo además que una agradable sensación se impregnaba en el ambiente, Nahoya poco a poco se estaba quedando tranquilo, casi somnoliento en este ambiente y es por eso que él había cedido a cambiarse de ropa fácilmente (sus ropas mojadas solo hubieran empeorado su condición) para colocarse unas que ellas le prestaron. Una vez volvió a la sala se sentó en el mismo sofá en la que lo habían sentado la primera vez, todas estaban fascinadas observándole y cuidándole, invitándole a descansar mientras esperaban a que los vampiros salieran con vida de la bala que habían recibido. Nahoya, en cambio, pensaba que alguna cosa iban a hacerle, no confiaba del todo en ellas sobre todo en la extraña mujer que se parecía a Ran, ¿Era él, era una hermana o una simple ilusión de su mente ya quebrada? Nahoya no lo pudo saber pues se quedó dormido en el sofá del cansancio sumado al clima que había dentro de la casa, con una manta que una de las más jóvenes colocó encima de sus piernas, el cazador no lo sabía pero se encontraba en un aquelarre de vampiresas brujas un mito entre los mitos que circulaba entre los cazadores que se rumoreaba sobre la existencia de vampiresas que no pertenecían a ningún clan en específico y se reunían para adorar a la madre de los vampiros Lilith, pero eso ahora no importaba, el cazador solo esperaba despertar en la mañana con la noticia de su hermano sano y a salvo.

21/03/1954
Nahoya frotó su ojo derecho con su mano mientras bostezaba, pasó la lengua por sus labios resecos mientras miraba la tumba de su hermano gemelo, hoy se cumplía un mes desde el fallecimiento de su hermano por lo que había venido a dejar un ramo de flores para que se viera todo colorido, colocó las gencianas sobre la pared de piedra que se erigió en su honor donde figuraba la fecha 25/05/1927 – 21/02/1954, el invierno había terminado o eso anunciaron en las noticias no le dio importancia pues aun estaba ese viento suave y frío de invierno, pareciera como si Nahoya estuviera atrapado todavía en esa estación tan deprimente. Se quedó mirando la tumba de su hermano para meter las manos en los bolsillos, hizo una mueca con sus labios para sentir la presencia de alguien al lado suyo de forma imponente y alta. Él al igual que Nahoya dejó un par de gencianas al lado de las flores que habían sido puestas anteriormente para erguirse y juntar sus manos, dando un saludo formal cerrando sus ojos.

- Deja de seguirme, ya se que te gusto, pero disimula por favor. – dijo Nahoya con una sonrisa débil para voltear a ver hacia el hombre que estaba a su lado levantando su cabeza.
- Vine a ver la tumba de Souya, no seas egocéntrico. – respondió él seriamente para dejar sus manos a sus costados y bajar la vista hacia Nahoya, tan necio y burlón como siempre.
- Eres un hipócrita. – contra atacó divertido Nahoya para empujar el brazo de aquel hombre a forma de juego para echar a andar por donde venía, el otro hombre lo siguió fuera donde fuera que debían ir ahora, ya de por si estaba acostumbrado a las bromas de Nahoya.

Llegaron hasta el final del pasillo, ambos se quedaron parados observando el lugar silencioso y calmado, sus miradas se encontraron y el mayor sonrió apenas logrando que Nahoya se pusiera algo rojo para desviar la mirada de él, le ponía nervioso ese idiota.

- Esto no acabó, quiero mi venganza. – comentó Nahoya convencido en sus palabras, para juguetear con una gomita que tenía para el cabello en su bolsillo del pantalón.
- ¿Y qué harás? – preguntó el otro hombre para mirarlo detenidamente, le gustaba ver esa determinación en ese pequeño enano rabioso.
- Buscarlo, ¿Qué más? Se escapó por esa noche, pero lo buscaré hasta que sea lo último que haga. – respondió con una sonrisa resplandeciente en el rostro para luego agregar rápidamente algo mas. – Claro que si me dejas, ya veo que luego te pones sensible bla bla bla.
- Jajajaja por favor. – hizo una pausa para quedarse mirando al chico, Nahoya también lo hizo no iba a dejarle ganar esta vez el concurso de miradas habitual que tenían. – Esta bien te doy permiso.
- Gracias Ran, eres mi vampiro favorito. – Nahoya estaba feliz, tenía la aprobación de Ran, el líder de los Haitani, dueño de la mansión, dueño de Fukushima y de Tokio, dueño de su corazón.

7/5/1963

Hasta la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora