Capítulo 8

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Después de haber visto a su hermano en aquella situación Souya había salido corriendo sin ningún lugar determinado, había acabado fuera de la casa y había entrado en una especie de jardín con una hermosa estatua de una mujer con alas de ángel sosteniendo un libro en el centro de este, era bellísima e imponía tanto respeto que se olvidó por completo de la razón por la que se encontraba en ese lugar y es que ese lugar parecía mágico sobre todo porque se veía atraído por el llamado que provenía de la estatua se acercó hasta ella donde observó en el pie de la estatua varios nombres de mujeres que al parecer habían hecho eco en la vida de los vampiros, al menos del clan Haitani.

- El último nombre es el de mi madre. – mencionó Rindou que lo había estado siguiendo todo este tiempo por detrás porque no entendía la razón por la que se había puesto asi solo por ver una escena que de seguro estaba más que acostumbrado y en ocasiones era más grotesco de ver.
- Mmmm – solo atinó a decir Souya para leer el último nombre de la lápida que se suponía era el nombre de la progenitora de los hermanos Haitani antes de levantar la cabeza para seguir observando a la mujer de la estatua tratando de buscar algo que ni él sabía que era, esperaba que la mujer se lo dijese de alguna manera.
- ¿Por qué huiste? ¿No viste acaso nunca como un vampiro succiona sangre? – jugó Rindou al propósito porque vamos, hasta ellos también habían hecho eso; Souya por la ciencia y él porque le parecía deliciosa su sangre y de paso él también.
-No es eso, es que... Olvídalo. Quiero estar aquí un rato más. – contestó Souya para quedarse mirando la estatua embelesado, aunque luego cambió su vista hacia las flores que decoraban este pequeño jardín, se veían tan coloridas y sobre todo había muchas orquídeas bonitas que contrastaban con el aspecto lúgubre del terreno.

Rindou estaba preocupado, no sabía cómo seguir insistiendo en el tema pero prefirió guardar silencio para quedarse junto a Souya observando las flores; pensó que Souya no lo quería cerca pero fue todo lo contrario estuvieron todo el tiempo que duró ese momento estar en el jardín juntos cada tanto acotando datos sobre las orquídeas del jardín o preguntando detalles que quería saber del joven cazador que misteriosamente estaba dispuesto a hablar, no le interesaba saber porque estaba dispuesto a hablar estaba feliz porque podía pasar tiempo con Souya, un tiempo que siempre le gustaba recordar cuando estaba solo.
Tres días desde la mudanza de Souya a la mansión de los Haitani habían pasado ya, todo era tranquilo aunque le costaba mucho adecuarse a las normas impuestas en la casa que no eran cosas sencillas por seguir, aunque el aspecto positivo de esto era que Souya había conocido no solo a los criados de la casa si no a algunos familiares de los hermanos, como al tío abuelo materno (miembro del consejo antiguo) a una media hermana que sinceramente la primera vez que la vio pensó que era Ran (y que estaba de visita en la casa) o asi también a un primo de ellos que solía ser el encargado siempre de salir a plena luz del día puesto que resistía más el sol que todos los que habitaban esa casa aun siendo un vampiro puro (definitivamente lo interrogaría un día de estos para anotar todo en su libreta). Más allá de eso y de sus investigaciones que le habían dejado llevar a cabo en una habitación vacía de la casa aún seguía en su cabeza el pensamiento de que Nahoya se sacrificaba mucho por él, debía ser considerado y apurarse, dejar de perder el tiempo en nimiedades y pensamientos que le hacían dudar de sus sentimientos referidos a dicho vampiro de cabellos rubios y anteojos, pero si se apuraba podría cometer un error cosa que era lo que menos deseaba en ese momento ya que eso implicaba a volver de cero en sus experimentos. Su laboratorio era sagrado, nadie podía entrar en él ni siquiera su hermano o Rindou quien había sido el mismo que le dio esa habitación, necesitaba concentración y solo la lograría si estaba solo. Paró de golpe lo que estaba haciendo para dejar la pipeta sobre la mesa, se quedó quieto en su lugar y luego de un largo minuto eterno se quitó las gafas de protección para asi hacer lo mismo con su bata dejándola en el perchero de la pared al lado de la puerta, necesitaba calmarse y distraerse porque si no explotaría, su cerebro había hecho cortocircuito en el momento menos esperado. Estaba a punto de entrar en crisis, esos impulsos volvieron a atacarle de nuevo.
No era noticia para nadie en la casa de los Haitani que Nahoya se aparecía en la casa de los vampiros como si fuera suya, en más solía entrar sin ningún permiso siquiera a la dichosa enorme mansión, nadie se oponía porque Ran tampoco se oponía, si era asi entonces quienes eran los demás para decir algo y por aquella razón teniendo eso en mente Souya se fue a buscarlo donde siempre estaba: el galpón de los Haitani. Otorgado al joven cazador por el mismo Ran para que se entretuviera.
Efectivamente Nahoya se encontraba en el galpón sentado en una silla de madera, tarareando una canción que sonaba en la radio, apoyada sobre una mesa donde también tenía distintos tipos de armas, balas, flechas, arpones y demás de la forma más ordenada posible que se pudiera tener, tal vez lo único ordenado en su vida eran sus armas. Una vez estando Souya en la puerta se dedicó a observar a su hermano concentrado contemplando su rostro sereno y sonriente hasta que decidió que era momento de avanzar hasta él llamando asi su atención puesto que dejó su arma de lado para sonreírle ampliamente y preguntarle qué ocurría, Souya iba a contestar, pero sintió un fuerte aroma muy característico algo que no estaba antes en Nahoya que pertenecía a un vampiro que conocía bien, ¿Por qué está oliendo esto? ¿Desde cuándo su olfato se agudizó tanto?
- Nii-chan. ¿Por qué hueles a Ran-san? – preguntó olvidándose de que venía a verle para decirle si quería pasar el día con él haciendo nada. Muy productivo.
- ¿Qué? No huelo a idiotas. – respondió convencido y extrañado por esa pregunta, volvió a bajar su vista al arma la cual estaba limpiando con delicadeza y dedicación puesto que era un arma heredada de su padre lo cual tenía un significado mas emocional que otra cosa.
- ¿No te dejaste marcar cierto? – le preguntó una vez más Souya para quedarse a su lado parado observando el arma sobre las manos de Nahoya aunque no tardó en ir hasta la mesa donde buscó su arma predilecta que era una ballesta vieja pero que tenía aun una genial precisión y fuerza para tirar.
- ¡Eso es ridículo! ¿Por qué me dejaría marcar? Solo los tontos se dejan marcar. – volvió a responder Nahoya riéndose mientras miraba de reojo a su hermano, cada día se ponía más pálido y para verlo tenía que venir de noche o al menos al atardecer... Su sonrisa desapareció por un segundo al recordar el estado de su hermano, pero cuando vio que Souya volvía a verle volvió a sonreír fingiendo una vez mas que todo estaba bien, nada estaba bien. – Y bien, ¿A qué debo tu visita a mi humilde morada?
- Solo quería pasar tiempo contigo... - respondió vagamente para seguir observando las armas nostálgico pensando en que hace mucho no salía a cazar un vampiro, tal vez un mes o más, de golpe recordó a que venía. – Nahoya, quiero, bah no sé si quieres ir a cazar un vampiro o algo conmigo.
- ¿En serio? Ohh esto es como una propuesta de noviazgo. –dijo riéndose de golpe para asentir muy enérgicamente y levantarse de su asiento. – Aceptó tu propuesta, tú y yo juntitos como siempre. Le diré a Ran que nos dé algo. – mencionó el gemelo mayor para ir corriendo hasta la puerta donde llamó a su hermano emocionado, este le miró curioso preguntándole porque debían ir con Ran mientras se acercaba a su lado para dirigirse juntos hasta la oficina de Ran. – Él me da las misiones para eliminar otros vampiros que le causan problemas, me da igual sus problemas familiares solo me importa la plata que me da, ¿Sabes lo buen empleador que es? Vamos a vivir ricos a este paso.

Hasta la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora