Capítulo 4

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Ran no es un vampiro convencional, es un vampiro que tiene como meta el futuro y observa el pasado con cautela, nunca se queda quieto y siempre tiene algo en mente para pensar y hacer, si la raza de los Haitani sigue viva es gracias a su intelecto, su liderazgo y ambición ya que de entre muchos clanes ellos fueron los que mas sobrevivieron al paso del tiempo. Con su sabiduría ha logrado dominar su territorio (y aledaños) en tan pocos años que hasta las demás razas juran lealtad eterna a su poder y, sin embargo, pensé a todo aquello siempre disfrutará tocar esa dulce melodía en el piano que su madre alguna vez creó especialmente para él. Es una melodía solemne, de tonos suaves y agudos, casi que te invita a bailar una danza tranquila con un vaivén sin igual; Ran puede sentir con vivacidad al deslizar sus dedos como su madre le enseña a tocar el órgano de la casa, en ese momento es lo único que se escucha, y recordando mas a en profundidad entre sus recuerdos él está sentado sobre sus piernas maravillado por los talentosos dedos de su madre cantando una canción armoniosa, melodiosa y tranquila sobre sus pequeños oídos. Él para de golpe, mantiene sus ojos cerrados tratando de volver a concentrarse, pero es imposible, la presencia de su hermano en la sala ha perturbado su concentración, aunque no va a criticarle aquello porque nunca puede pasar 5 minutos que ya dejará de enojarse con él; abre sus ojos dejando ver sus orbes violáceos para voltear a ver a su hermano que está parado en el umbral de la puerta con sus brazos cruzados (seguramente escuchando la melodía que Ran estaba tocando) y con una leve sonrisa invita a su hermano menor a sentarse a su lado. Rin obedece en silencio y rapidez, pasar tiempo con su hermano es algo que hace habitualmente. Pronto Ran apoya sus dedos sobre las teclas y empieza a tocar una melodía más movediza y alegre, Rindou le sigue el paso colocando sus dedos en posición esperando a que su hermano le diera la orden, ahora los dos están moviendo sus dedos al mismo tiempo pareciendo dos robots con la misma tarea, pero se trata solamente de dos vampiros en un piano tocando una bella canción que la madre ha creado para sus dos únicos hijos (esa mujer estaba muy fascinada con crearle piezas musicales a sus hijos para comunicarle sus sentimientos).
Para Rindou la vida siempre se le ha servido en bandeja de plata o eso parecía a simple vista que si bien no tenía el peso que tenía su hermano con el hecho de que él sería el líder en su momento del clan él, a decir verdad, siempre ha sido protegido y mimado tanto por su madre como por su hermano mayor, sin embargo para su padre no era mas que un estorbo al tener ciertas dificultades para ver de lejos o ni eso, usaba la excusa de que había nacido antes de tiempo y por eso no era tan brillante como lo era Ran. No odiaba a su hermano, no podía hacerlo aunque quisiese pero a veces era tanta la rabia que sentía que no era muy extraño que él se fuera de su casa hacia el bosque en busca de diversión o de distraerse para no pensar en los problemas que había en su casa, Rindou se divertía torturando pequeños animales, asustando niños o solo quedarse mirando el cauce del rio pensando en alguna broma de mal gusto hacia el consejo de ancianos que solía tomar esa ruta de paso hacia su hogar en medio del bosque, es por eso que al principio no le agradó que alguien perturbara su pequeño mundo, se había percatado de su presencia en cierto día y desde ese momento estuvo atento a sus movimientos hasta que aquella persona poco a poco se ganó su confianza logrando que cambiase su actitud que si bien seguía asustando niños y haciendo bromas de mal gusto al consejo de ancianos había dejado de torturar a los animales porque según esa persona era algo innecesario; "Podemos divertirnos de otra forma, Rin. Dejémoslos en paz" sugería con una vocecita suave y con una bella sonrisa para tomar de la mano a Rindou rumbo al pueblo, él se dejaba llevar y no solo al pueblo sino a cualquier lado que le dijese para ir. Con el pasar de los años Rindou se dio cuenta que había desarrollado sentimientos de amor hacia su gran amiga de la infancia, lo bueno era que no era unilateral, ella le correspondía y ambos estaban felices juntos a su manera sobre todo en los momentos más tristes de Rindou en la que a pesar de todo ella siempre estuvo a su lado como cuando la madre de los Haitani falleció por una supuesta herejía a la familia e incluso en muchas hambrunas y desafíos a lo largo de los años ella permaneció a su lado. Ran era testigo de un joven amor entre vampiros y él se había autoimpuesto el ser encargado de taparle sus salidas adonde sea que fueren puesto que era lo único que le quedaba de su madre, le había prometido que lo cuidaría con su vida y no iba a arruinar la felicidad de su hermano en pos de lo que dirían su padre y el consejo.
La melodía seguía sonando en la sala siendo lo único que se escuchaba que ni siquiera una mísera rata se atrevía a moverse por entre los agujeros de la casa y Rindou seguía en sus pensamientos sobre su amiga que casi pierde el hilo del ritmo, lo pudo recuperar enseguida para presionar las teclas siguiendo el ritmo de su hermano, sin embargo, ahora había vuelto al presente, abrió sus ojos suavemente para voltear hacia la derecha y miró de reojo a su hermano mayor esperanzado.

- Déjame ir a verlos... - le comentó a su hermano para escuchar y ver como él dejaba de tocar el piano de golpe al dejar los dedos sobre las teclas, temió por su actitud pero vio como volvió a tocar una melodía como si nada hubiera pasado.
- Rindou, no te quiero ver mal. Hemos hablado de ese tema infinidad de veces. – respondió Ran para seguir tocando tranquilo mientras pensaba en su hermano, sus ideas locas y en la visita de esos gemelos a su hogar, había descubierto que eran cazadores y encima de los mejorcitos que tenía Japón, no eran ningunos novatos, pero él tampoco era un vampiro normal.
- Ya me has dicho eso infinidad de veces, sí. Pero no te meteré en esto, me las arreglaré solo. Yuri me dijo qu-
- No voy a darle el gusto de entregarles a mi hermano menor en bandeja de plata a un par de cazadores. – espetó molesto interrumpiendo sea lo que sea que estaba por decir Rindou para cambiar la melodía a una lúgubre y densa, Ran tenía un don impresionante como su madre para improvisar en el momento con su piano sus sentimientos.
-Estaré bien, si ellos quieren salvar a ese chico no me querrán matar me tendrán vivo a toda costa. – mencionó Rindou para mirar ahora los dedos de su hermano y como estos se movían de un lado a otro en un vaivén lento y grave, no necesitaba ser experto para saber cómo se sentía su hermano en ese momento a partir de las notas que tocaba su hermano.
- ¿Qué haré contigo? – preguntó retóricamente Ran luego de un silencio raro de diez segundos al aire para dejar de tocar, dejó sus manos sobre sus piernas para voltear a ver a Rindou seriamente, observando sus ojos violetas antes de sacar aire por sus labios rendido, no podía decirle que no a los caprichos de su hermano. – Yo me ocuparé de todo, ¿Entendido?

Rindou asintió con una gran sonrisa en su rostro muy emocionado, se levantó de su asiento bruscamente casi cayéndose hacia atrás de no ser por Ran que lo tomó de la muñeca para ayudarle a estabilizarle y soltarle lentamente para ahora si desaparecer automáticamente de la sala hacia su habitación para buscar un par de cosas entre sus porquerías de vampiro mientras Ran, aun sentado en la silla del piano, se quedó pensativo tratando de analizar la situación que tanto ahora le empezaba a abrumar, no quería ver a su hermano triste a su vez tampoco quería negarle tal petición; a veces se odiaba tanto por ser tan permisivo con su hermano, tal vez la culpa de no haberlo cuidado de chico le agobiaba dentro de su cabeza...
Se levantó de la banqueta del piano para dejar esta debajo del piano, giró en dirección a la puerta principal de la sala rumbo a su habitación de trabajo ya que debía poner en marcha las condiciones para conversar con ese par de cazadores que habían aparecido el día de ayer, le irritaba pensar en ese que se hacía llamar Nahoya porque parecía el ser más molesto que había conocido y eso que él había vivido mucho como para conocer muchas personas, pero nadie había sido tan molesto como ese tonto cazador.

Hasta la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora