18 Nada cambió

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Chloe daba vueltas en su cama, era cómoda, grande y de sabanas suabes, entonces ¿Por qué no podía dormir? Sabia la respuesta a eso, y le daba una enorme vergüenza así sea pensarlo, pero no podía evitarlo. Estaba a punto de llorar, cuando unos golpes en la puerta la hicieron girar una vez más en la gran cama.
 
— Chloe, ¿puedo pasar? — la voz de Dante la hizo vibrar y tenía ganas de gritar por ello.
— Si. — susurro y luego se aclaró la garganta. — Sí, puedes pasar.
— ¿Necesitas algo? — la pregunta que lanzo el peliblanco apenas ingreso en el cuarto la hizo sonreír, te necesito a ti, quería decirle, pero no podía porque… ¿Por qué no podía decirlo? A si, pudor, vergüenza y prejuicios que solo estaban en su cabeza.
— ¿Chloe? — cada paso que Dante daba hacia ella su corazón palpitaba con mayor fuerza, y la humedad crecía de manera desmedida entre sus piernas.
— Maldición. — dijo con frustración al tiempo que se sentaba en la cama, una que era demasiado grande para ella sola.
— ¿Que te sucede Chloe? — Dante doblo sus rodillas y quedo de cuclillas a solo un palmo de su rostro, y la humana inconscientemente humedeció sus labios, sus ojos veían al brujo como un aperitivo, un delicioso aperitivo.
— No lo sé… no sé qué me pasa solo… — respondió mientras se removía incomoda, porque lo que más deseaba era saltar sobre aquel hombre de rostro serio, pero ojos tan fogosos como los que ella tenía en este momento.
— Es la conexión, es lo que debías sentir desde un principio, pero que por culpa de ese maldito cazador y el sello que coloco en tu corazón no podías sentir. — Dante hablo con suavidad, al tiempo que tomo sus manos y Chloe sintió una vez más esa maravillosa corriente, subir por su brazo hasta llegar a su corazón.
— ¿Me sentiré así siempre? —al brujo no le gusto la preocupación que se filtraba en su voz.
— ¿No te gusta? — la humana se sorprendió al sentir el pesar de Dante en su corazón.
— No es eso, es raro, abrumador, sentir tus inquietudes y mi necesidad…
— ¿Necesidad? — Chloe se sintió feliz, pero sabía que no era ella, era Dante.
— Oh Dios, si yo puedo sentir tu felicidad tu…
— Sé que me deseas y a los demás. — Chloe soltó las manos de Dante y trato de cubrir su rostro, pero el brujo no lo permitió, las atrapo a mitad de camino y las beso con suavidad.
— No debes avergonzarte Chloe, nosotros también te deseamos…
— Pero no es normal.
— Para el mundo humano y porque ellos así lo quieren, no estas traicionando a nadie mi hermosa humana, tú nos amas y nosotros a ti.
— Pero tu… soy débil y tú quieres a alguien fuerte…
— No, ya no Chloe, eso era porque creía que podía cambiar el pasado, salvar a mis amigos, pero, aunque los extraños, yo no podría dejarte, mucho menos cambiarte, eres la mitad de mi alma y le agradezco a la diosa que así sea.
 
Dante se acercó con cautela, comprendía los sentimientos de su humana, él también los sentía, era maravillosos ser uno solo o casi, aun sin la marca ellos ya tenían un vínculo, sus labios le supieron a gloria, él quería ser paciente, era lo que merecía por tratar tan mal a su luna, pero Chloe lo necesitaba, realmente lo necesitaba como al mismo aire, por lo que envolvió sus brazos al cuello del brujo y profundizo el beso, su necesidad por sentir a Dante era tan grande que no era consciente de lo que hacía, mucho menos de lo que decía.
 
— Por favor, Dante, te lo suplico, yo… — un trueno se oyó y Chloe pego un salto, pero solo le basto con ver los ojos de Dante para saber que no era una tormenta, era él.
— No supliques, no debes hacerlo, siempre puedes tomar de mi lo que quieras, solo di lo que deseas y nosotros lo haremos realidad, cada cosa que necesites, cada fantasía que tengas, somos tuyos y tú eres nuestra Chloe.
— Quiero sentirte, necesito sentir tu calor, tu cuerpo. — respondió casi llorando, estaba abrumada, su vagina palpitaba con necesidad, jamás había sentido aquello, era como si cada segundo que pasaba más necesitada del brujo estaba.
— Lo que ordenes mi media alma.
 
Dante.
 
Cada molécula de mi ser me suplicaba tomar lo que es mío, pero sobre todo lo deseaba, con desespero, ahora no solo Chloe era consciente de nuestro lazo, nosotros también, al fin la sentíamos como realmente debe ser, es nuestro todo. Tomo su mano, tan pequeña y delicada como los pétalos de una rosa, y mi lado vampiro despierta, su sangre me llama, la acerco a mí, obligándola a estar de pie, tomo sus labios y me deleito en ellos, su sabor, cerezas, mi fruta preferida, mi legua danza por sus deliciosos labios, provocando que tiemble, pero no solo eso, sus pezones se endurecen y mis colmillos crecen.
 
— Dante. — mi nombre sale en un jadeo y el aroma a excitación se incrementa, le gusta, mis colmillos la calientan aún más, pero no es consiente que el brillo en sus ojos será mi perdición.
— Por favor… ayúdame a no perder el control. — le suplico, porque sé muy bien los peligros de marcarla en este momento, pero también soy consciente que solo ella me detendrá, ya que mi fuerza de voluntad se redujo a nada en su presencia.
— ¿Cómo? Dime como te ayudo. — ella no nos juzga, solo se juzga a ella misma, mi hermosa humana, siempre dispuesta a ayudar a los demás, ser tan piadosa con todos, pero tan estricta y prejuiciosa con ella misma.
— Da media vuelta amor, no me permitas ver tu alma, no dejes que vea tus ojos o terminare reclamándote y aun no es tiempo.
 
Chloe lo entiende, comprende que si veo sus ojos al hacer el amor terminare marcándola, porque en ellos podre ver su alma, esa misma que me llama tanto como su sangre.
Acaricio sus hombros, me deleito con la suavidad de su piel, a medida que retiro las tiras de la pequeña tela que la cubre, la cual cae a sus pies, dejando al descubierto todo su cuerpo, hermoso, blanco como la luna más brillante, dejo besos en su cuello, y mi pulgar traza una línea desde el cuello, hasta sus nalgas, gime, y mi pene me pide salir de su encierro, se lo concedo, haciendo uso de  mi lado vampiro rasgo mi ropa, su cabeza quiere girar, ella quiere verme, pero a mitad de camino regresa su vista al frente.
 
— Solo será esta vez mi amor. — tiembla ante mis palabras, tiembla de estaxis por escuchar que la amo, solo a ella. — Cuando logre controlarme… cuando te reclamemos, podrás verme todo lo que desees.
 
Solo asiente con la cabeza, sin ser capaz de hablar, pero sé que está bien, por la diosa, la puedo sentir, todas y cada una de sus emociones, también soy consciente de una pequeña burbuja de poder que hay en su abdomen, Kek tenía razón, habichuela sabe cuándo ocultarse, eso está bien, que nuestra cachorra no se entere de lo que hare con su madre. Sonrió a mis propios pensamientos, solo habichuela pude hacerme distraer en un momento como este.
Acaricio los brazos de mi compañera, y con delicadeza los llevo a la viga de madera maciza que tiene la cama a modo de decoración, pero que ahora será de gran ayuda, Chloe comprende lo que quiero, y se aferra a ella, mis manos viajan por su cuerpo, delineando su contorno, mientras me pego más a ella, llevo mis manos a sus pechos y es la gloria, han crecido, son firmes pero suabes, delicados, los presiono, e inconscientemente mi compañera lleva su cabeza hacia atrás, arquea su pecho y su hermoso trasero se encuentra con mi duro e impaciente pene, no lo resisto y paso mi lengua por su garganta, cada gemido que sale de sus labios  me provocan aún más, mientras presiono un pezón con una de mis manos, con la otra tomo mi pene y lo llevo a su abertura, pasando antes repetidamente por los pliegues de sus labios, bañándolo con los jugos de mi humana, mi compañera…nuestra luna, nuestra Chloe.
 
— Solo nuestra. — susurro en su oído al tiempo que poco a poco ingreso en ella.
— Dante… — mi media alma me necesita tanto que lleva su trasero aún más atrás, empalmándose a mí, y gruño, haciendo notar que mi lado vampiro esta activado, deseo reclamarla.
— Te amo Dante, te amo. — solo esa frase hace que regrese a la normalidad, ella me ama, confía en mí, mi deber es cuidarla y protegerla, aun de mis más bajos instintos, ya falta menos para poder reclamarla, para poder adorarla como ella merece.
— Te amo Chloe, te amamos. — repito tan sueve como los movimientos con que la estoy penetrando.
— Más, Dante… más.
 
Le doy lo que me pide, siempre será así, y no puedo estar más feliz por ello.
 
Chloe, temblaba y gemía con cada embestida que Dante le proporcionaba, pero lo que más la hechizaba además de hacer el amor con su brujo, era el hecho de ver el reflejo del peliblanco en el cristal de la ventana, creía que ver a Vito con sus colmillos sobre salir de sus labios era sexi, pero ver a Dante con colmillos al tiempo que el cielo brillaba con cada rayo que surcaba la oscuridad, la dejo en otro universo, Dante realmente podía perder el control de sí mismo por el solo hecho de estar con ella, se sentía… única.
 
— Nuestra humana, nuestra Luna única.
 
Dante parecía que no solo sentía lo mismo que Chloe, sino que parecía poder leer su mente. La humana no solo disfruto de la fogosidad del brujo, también descubrió lo atento que podía llegar a ser y que a pesar de que de los tres era el único que no poseía una fuerza sobre natural, aun así, la tomo en brazos cuando preparo la tina y no solo eso, Dante se encargó de limpiar todo su cuerpo, sentía que era una princesa.
 
— Siempre me gusto tu aroma cuando estas feliz, pero ahora que puedo sentir tu felicidad en mi… deseo que siempre estes así, calma mi pena. — murmuro Dante ahora si viendo sus ojos, mientras secaba su cabello.
— No es pena lo que sietes, es melancolía, el anhelo de que tus amigos me pudieran a ver conocido, de poder compartir tu felicidad con ellos. — Dante tomo el rostro de la humana entre sus manos y la beso con desespero.
— Solo tú puedes explicar lo que mi corazón siente y eso es porque eres mi equilibrio, mi otra mitad.
 
No tardaron mucho en dormirse, Chloe al fin se sentía completa, amada, respetada, y Dante al fin podía dormir sin culpas. Los días que siguieron fueron raros para la humana, a cada paso que daba se encontraba con uno de sus compañeros, consintiéndola en todo, aun sin decir palabra alguna, siempre sabían cuando Chloe quería recostarse, cuando tenía sed, hambre y en más de un ocasión cumplieron sus antojos, aun antes de que ella dijera algo, desde ese día que al fin se unió a Dante no hubo una sola noche que la human durmiera sola, aunque podía sentir que cada vez le costaba más controlar a  sus compañeros, cada noche era más difícil que la anterior, cada uno de ellos quería reclamarla como propia y a la vez, Chloe deseaba aquello, aunque aún no comprendía muy bien como seria y tenía vergüenza de preguntar. Pero, en su octavo mes de embarazo la doctora dio la condena para los tres hombres, pues así lo sintieron.
 
—  Todo está en orden, pero… deberán suspender el sexo. —  mientras las mejillas de Chloe se cubrían de rojo, sus tres hombre gruñían en desacuerdo.
—  Tu no decides eso. —  Chloe se sorprendió al ver como Kek estaba en modo Alpha y de forma automática tomo sus manos para tranquilizarlo, por suerte para a doctora lo consiguió.
—  Lo sé, Alpha, solo estoy dando mi punto de vista médico. —  dijo de forma sueve la doctora y Chloe se preocupó de inmediato, por lo tanto, sus compañeros también se tensaron.
— ¿Qué sucede? ¿Kalila está bien? —  la doctora sonrió un segundo y luego tranquilizo a su paciente.
—  Tu hija está muy bien Chloe, pero eres humana, el semen hablanda el cuello del útero y creo que tener tres compañeros es un riesgo a que se adelante el parto, por lo que pude ver hoy, tienes dos centímetros de dilatación, es normal, pero no queremos arriesgarnos a que algo suceda antes de tiempo ¿verdad?
—  No, claro que no.
 
Y así comenzó el infierno para estos hombres, su naturaleza los obligaba a querer aparearse con la humana, su parte encargada del razonamiento comprendía todo aquello y aceptaba a la pequeña Kalila, como habían decidido llamar a la bebé, como propia, pero su lado salvaje necesitaba reclamar a Chloe, dejar su semilla en ella, pero también eran conscientes que todo llevaría su tiempo.
 
—  Vito. —  susurro Chloe al tiempo que apoyaba sus manos en la mesa de la cocina.
—  Aquí estoy mi vida, ¿Qué sucede? —  dijo con preocupación, al sentir el latido de Kalila más rápido de lo normal.
—  Creo… Dios. —  Chloe no podía hablar de los fuertes dolores que la habían tomado desprevenida.
—  Mi vida. —  dijo con miedo el vampiro, tanto que Kek y Dante que estaban fuera lo sintieron, regresando de inmediato a la casa que una vez fue solo del Alpha.
—  Ya… ya paso. —  dijo Chloe al sentir a sus compañeros una vez más todos a su lado, era como si Kalila se inquietaba al no sentir a todos sus “padres cerca”
—  Te llevaremos al hospital. —  dijo Dante con la clara intención de tomar en brazos a su compañera.
—  No, no es nada, en verdad, todavía falta dos semanas, solo… anoche no dormí bien, los extraño. —  dijo con un adorable gesto de labios y es que desde el día que habían visitado a la doctora optaron por dejar a Chloe sola en la habitación, era demasiada tentación para cualquiera de los tres.
—  Mi luna, ¿por qué no lo dijiste antes? ven con tu lobo, te ayudare a dormir. —  Chloe sonrió y como si fuera una niña pequeña se dejó llevar por Kek, mientras escuchaba la queja de los demás.
—  Yo podría cantarte mi vida. —  ofreció Vito.
—  Te encanta la lluvia, yo podría provocar…
—  Olvídenlo, yo puedo hacerla dormir con solo verla a los ojos, mejor sigan patrullando. —  dijo divertido el lobo.
 
Kek corría con desespero y furia derribando cada árbol del bosque que se le atravesara, no tenía tiempo de esquivar algún obstáculo, su lobo estaba fuera de control y no era el único, Vito ya no era vampiro, tampoco lobo, era una mezcla de ambos que su apariencia era igual a la de un ser salido de alguna película de terror, Kek ya había vivido aquello, pero esta vez había algo distinto, Dante. Podía sentir su presencia, y la confirmo al ver por un segundo el cielo, rayos y truenos como jamás se había visto alguna vez, parecía que el mismo cielo se fuera a caer, entonces al llegar al prado lo vio, el cazador tenia a una hermosa niña en sus manos, mientras su luna gritaba que se la regresara, el cielo brillo una vez más y de un rayo que toco el suelo del prado, Dante hizo su aparición, no lo podía creer, no sabia que el poder de su primo fuera tanto, pero su admiración quedo en segundo plano cuando Asher apuñalo en el corazón a su luna, su humana, su Chloe, yacía tendida en el suelo sin vida, ya que la daga fue presida, los tres cayeron al sentir el dolor de perder a su compañera, mientras el cazador, desaparecia en medio de una espesa niebla, que segundos antes no estaba allí.
 
—  Mi Vida, no puedes dejarme, no lo hagas. —  Kek observaba en shock como Vito tomaba el cuerpo de Chloe, pero no había poder que revertiera esa herida, era plata, directo en su corazón, no podrían sanarla.
— ¡Retrocede el tiempo! —  rugió en modo Alpha y Dante cayo de rodillas una vez más, no por el poder del Alpha, sino de dolor.
—  No puedo, ¡alguien hizo un reclamo! —  la impotencia del brujo se reflejo en el lobo que aulló desesperado.
—  Iremos con Aysel, Yunuen nos ayudara. —  dijo Vito reusándose a dejar ir a su vida.
 
Pero el cielo brillo una vez más, aunque ahora era por el Fénix que volaba hacia ellos, Nuriel, él podría hacer algo, era el primogénito del dios sol, solo ese pensamiento mantuvo de pie al gran Alpha Kek.
 
— ¿Dónde está mi destino? —  la furia del Fénix era la misma que la de ellos.
—  Se la llevo el cazador. —  respondió comprendiendo que a él solo le importaba Kalila.
—  Confíe en ustedes, debían cuidarla, fallaron y todos pagaran por eso.
 
Nuriel adquirió una vez más la forma de Fénix, pero esta vez no desapareció, en su lugar, abrió sus alas, dejando que el fuego se esparciera por todo el bosque, con el pueblo en medio, el Alpha vio con horror como todo ardía, como todos perecían, incluidos ellos, habían fallado, protegiendo a su luna, a su humana, a su Chloe, pero también habían fallado cuidando el destino del Fénix.
 
— ¡NO! —  El grito de Kek ocasionó que Chloe se despertara de repente, asustada y un poco desorientada.
—  Kek, ¿Qué pasa? ¡Kek! —  Chloe no podía creer que su Alpha llorara, pero así era, el gran Kek lloraba y se aferraba a ella con desespero.
— ¿Qué sucede? —  indago Vito, quien entro a la habitación seguido de Dante.
—  Nada cambio, nada cambio. —  fue lo único que el lobo repitió.

Nuestra CloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora