Capítulo 11

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Capítulo 11


El viento rozaba el rostro de aquella Eileen abatida, la lluvia se había marchado, mientras ella pensaba en él. En aquel amor prohibido. En su enemigo. En Ronan. Recordando cuando fue justamente aquel instante en que sus vidas se cruzaron por segunda vez, que su vida había cambiado para siempre. Fue en su mirada que ella había vuelto a nacer, cuando después de cuidarlo y curarlo, al abrir sus ojos y al encontrarse con los suyos, ella había sentido que su corazón había empezado a latir diferente.


No obstante. En aquel presente. En cada rincón de su pobre y afligido corazón se podía sentir cuánto lo necesitaba. Y cuánto le dolía lo que nunca pudo ni podría suceder.


Sí.Un poco de Ronan le bastaría para tener las fuerzas para despertar de su realidad. Había llegado ese día que tanto había temido. A la mañana del día siguiente, ella se convertiría en la esposa de Shane. Y en ese temible instante, tendría que despedirse de lo que sentía por Ronan.


Tendría que callar y olvidar lo que sentía por él. Aunque le doliera. Sin mirar aquel mundo de sueños e ilusiones que ella había empezado a crear en su mente, en ese mundo imposible que dejaría atrás.


_ Adiós Ronan... Adiós para siempre..._ susurraba al dejarse caer, mientras sus manos sujetaban la corteza de aquel árbol.


El suelo se encontraba húmedo por la lluvia, aun así no le importaba si su vestido se llenaba de lodo. Aquella noche había escapado a aquel lugar nuevamente, como lo había tomado de costumbre, cada vez que necesitaba desahogarse. Y aquella noche realmente necesitaba hacerlo, una vez más, con tanto fervor que jamás imagino en su vida. Ya no habría vuelta atrás. La mañana siguiente seria su matrimonio. Y sería la esposa de Shane.


_ ¿En dónde se encuentra mi hija?_ le preguntó el rey Bernard Wellesley a Beatrice al haberla escuchado diciendo que la princesa Eileen había salido otra vez sin avisarle.

_ Mi señor...No lo escuché llegar...Su hija...

_ Te acabo de escuchar muy bien... ¿En dónde está mi hija?_ dijo al mirarla fijamente esperando una respuesta clara. Sin evasiones.

_ Su hija...Mi señor...Solo ha salido a caminar un momento. Como toda novia ilusionada por su matrimonio ha decidido caminar. Pidiéndole al cielo que mañana sea un día brillante y no lluvioso. _ mentía para no entrar en detalle.

_ ¿Y lo ha hecho sin avisarte?

_ Si me había avisado...Solo que tuve que ocuparme de algo más y cuando llegué ya se había marchado. Como toda novia no le gusta esperar.


El rey Bernard Wellesley sonrió al instante en que recordó a su amada esposa. A veces solía decir que su querida hija se parecía a ella.


_ Cuando regrese dile que estuve aquí, esperando poder hablar con ella...

_ Lo haré mi señor...

_ Su prometido me ha pedido que le de algo para que ella use mañana. Una joya que le perteneció a su madre. Y desea que Eileen la tenga. Ahora que será su esposa.

_ Se lo diré cuando ella regrese..._ dijo con una sonrisa. Queriendo que Eileen apareciera y tomarla por los hombros una vez más y hacerle recapacitar por su actual actitud tan egoísta.

En Medio del Amor Y El Deber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora